Páginas

domingo, 27 de septiembre de 2009

CINCO DE ORO, KINI, ETC.

Por Hernán Barrios

Sé que cada vez me parezco más a La peleadora, pero la verdad que hay algunas cosas que me asombran, desbordan mi umbral de tolerancia, y me ponen de mal humor.


A ver cómo lo explico.


Hace un par de noches estaba mirando un programa en un canal de televisión abierta, y de pronto lo interrumpieron para transmitir, en vivo, el sorteo del Kini. Aclaro para los que no lo sepan, quizás por ser leyentes de fuera de fronteras, que el Kini es un juego de apuestas, al igual que El 5 de otro y otros, perteneciente a la Dirección Nacional de Loterías y Quinielas. O sea, al Estado.


Les juro que no tengo nada en contra de los juegos de azar. Es más, algunas veces, cuando el pozo ha estado lo suficientemente gordo como para hacerme olvidar las ínfimas posibilidades que la ley de las probabilidades establece de que “yo”, pueda hacerme del pozo mayor, y mi codicia se ha despertado como un vampiro sediento, he participado en algún sorteo. Pero más allá del juego en sí, lo que ya no tolero más, es la mediocridad y la absoluta falta de estética televisiva, con que se ponen al aire dichos sorteos.


Yo supongo que esto se debe a que los fondos que la Dirección Nacional de Loterías y Quinielas dedica a este fin, son ínfimos, porque de otra manera no puedo explicar semejante grosería.


Primero que nada, la escenografía es sencillamente espantosa. Una pared lisa y triste, con un cartel poco menos que hecho con cartulina, como telón de fondo.


Segundo, la iluminación. Sé que estamos en épocas de austeridad en lo que a energía eléctrica se refiere, y que además Uruguay trata por todos los medios de ayudar a revertir el cambio climático generado por el calentamiento global y todo eso, pero eso de poner una lamparita de 25 watts en programa de televisión, es muy fuerte. ¡No sean malos muchachos! Hagan una vaquita ahí entre todos los compañeros, y se compran una lámpara de bajo consumo de esas que ahora están de moda, y solucionamos el problema. Qué les podrá salir una media potente… 100 pesos (5 dólares) como mucho. Antes yo le daba y le daba al botón del brillo pensando que era un problema de mi televisión, hasta que me dí cuenta de que la pobre no tenía nada que ver.


Tercero, el escribano. Ahhh… esto sí que es muy fuerte. Que me perdone la Asociación de Escribanos del Uruguay, y ojala no se les ocurra tomar medidas en mi contra, pero la verdad que los escribanos que eligen para efectuar la parte de control de los sorteos del Kini, son de terror. Y cuando digo de terror me refiero a varias cosas. Primero que nada, ninguno baja de los 80 años (capaz que contratan escribanos jubilados porque son más baratos), y por lo tanto se podría decir que no son los más estéticamente cómodos al ojo del espectador. Segundo, y quizás por la misma razón, a ninguno se les entiende nada lo que hablan. Ta, no pretendo que sean locutores profesionales, pero al menos que hablen claro, ché.


Y cuarto y último –para ser bueno y no hacer muy larga la lista- el plato fuerte lo dan los NIÑOS CANTORES.


Uf… la verdad que no sé ni como empezar.


Te pido por favor señor director responsable de la Banca, si vas a poner niños cantores, yo no te digo que pongas cantores de verdad, pero al menos tratá de que sean niños hermano. Ponen en el lugar de los niños cantores a unos boludos que no bajan de 30 años en cada pata (talvez para estar en la misma línea del escribano). O también puede ser porque hace 30 años cuando arrancaron, eran niños, pero ahora se te crecieron loco, y vos ni cuenta te diste. ¡No me digas que les hiciste firmar un contrato de por vida porque me muero!


Pero además de su abultada edad, los pobres angelitos tienen algunos otros problemitas. Por ejemplo, la ropa que les ponen. Yo no entiendo nada de ropa, ni de moda en general, pero ver a estos muchachos cantando los números que van saliendo del bolillero con voz de maricones, y encima vestidos como mormones de la década del 80, me destroza los nervios. ¿Quién les elije el vestuario por favor? No me digan nada, seguro que también es el escribano.


Y el último problemita que les veo a estos chiquilines, es su actitud de perros apaleados. Yo no sé si Tabeira (el señor a veces conduce el espacio) los apalea antes de salir al aire, o les hace alguna clase de trabajo psicológico para hacer añicos su autoestima, pero la verdad es que aparecen en escena convertidos realmente en uno trapos de piso. Apocados, achicados, con las manos juntas al frente y apenas pudiendo sostener el micrófono, mirando todo el tiempo al piso, y encima mal vestidos, dan una imagen realmente patética que a mí, lejos de producirme lástima, más bien me provocan bronca. ¿No sería mejor conseguir algunos estudiantes de comunicación para desarrollar esta compleja tarea? O sino al menos, que hagan un casting y pongan gente algo más comunicativa, o por lo menos más alegre. Porque para serles franco, me dejan además de la bronca, una sensación de tristeza en las tripas, que me dan ganas de cortarme las venas con la boleta misma del Kini.


Bueno, creo que ya me siento algo mejor al haberme sacado este entuerto que tenía trancado en el gañote. Pero como siempre están los que no tienen reparo en ponerme el mote de exagerado, y no dan a mis palabras el crédito que se merecen, dejo a continuación un video probatorio.






Les juro que hay peores, pero son tan horribles que ni siquiera en Internet están.


viernes, 25 de septiembre de 2009

LA EDAD DE LOS NOMBRES

Por Hernán Barrios

Me resulta al menos curiosa, la forma en que los nombres de las personas van cambiando junto con las generaciones. Absolutamente nada en este mundo es estático, pero mucho menos parece serlo aquello que tiene relación directa con el lenguaje, y la denominación que le damos a las cosas.


El otro día nos pusimos a hablar de nombres con Susana (una compañera de trabajo), y de una manera muy graciosa y elocuente me hizo ver cómo, en líneas generales, el nombre de una persona se corresponde bastante fielmente con su edad. De esta manera, si alguien se llama por ejemplo MARCELO, casi podemos deducir que estamos ante un hombre que seguramente anda entre los 30 y los 45 años; si tiene por nombre AGUSTÍN, es bastante probable que sea un niño de entre 5 y 12 años; pero si se llama EUCEBIO, no nos cabrá duda de que estamos ante la presencia de al menos, un octogenario.


Pero atención, porque hay una característica propia de los nombres que va en dirección opuesta al principio anterior; su ASPECTO CICLICO. No sé si es por la falta de creatividad de los padres o por alguna suerte de pereza intelectual, pero los nombres tienden a repetirse con el paso de las décadas. Así FRANCISCO, que a simple vista nos puede sonar al nombre de nuestro abuelo, bien puede ser el nombre del hijo menor de la vecina. También puede ser el caso de MÁXIMO, BAUTISTA, y muchos más.


Otro factor que afecta de manera asombrosa sobre todo a las madres, a la hora de elegir el nombre de sus hijos, es LAS NOVELAS. Es impresionante la cantidad de CONSTANZAS, ALDANAS Y CAMILAS entre otras, que salieron de las repetitivas y aburridas páginas de un culebrón.


Y después podemos también, gracias al nombre, adivinar además de la época en la que nació el sujeto, la clase social a la que pertenece. De esta manera, si me dicen MARIA PIA, colijo que estamos hablando de una persona de clase social alta. Pero si en cambio me tiran un MAICOL (escrito como suena), me atrevería a decir sin temor a equivocarme, que estamos en presencia de una persona de condición humilde.


No me parece alocado pensar que con un poco de estudio y práctica en este tema de los nombres, bien se podría montar una especie de negocio de adivinación telefónica. No puede ser tan difícil. Todo se remite a cruzar las constantes mencionadas más arriba, y ya está. Yo, con el único mérito de haber escrito estas pocas líneas, ya me siento capacitado para hacerlo.




EJEMPLO PRÁCTICO



Si me llama una persona que se llama PILAR, ya sé que hay un 90% de probabilidades de que sea una mujer joven, hija de una familia acomodada cuyo padre seguramente es diplomático o senador, que viva en Carrasco o Punta Carretas, que tenga ojos claros, cabello rubio, y que haya nacido entre enero y abril de 1979.


Si me llama RICARDO, será un hombre de entre 40 y 55 años, de tez blanca, de clase media, divorciado o en vías de serlo, que se gana la vida ejerciendo un oficio clásico de esos que se estudian en la UTU (carpintería, mecánica, etc.), y con un par de hijos de al menos 20 años.


Y así se podría hacer con todos los nombres. No es tan difícil.


****************************************************************



A modo de resumen de lo que en este desordenado artículo he tratado de explicar, a continuación dejo una lista de nombres, agrupados por género y época.



MUJERES:


(Más de 70) Eusebia; Magdalena; Olga; Gladys; Margarita; Rosa; María; Teresa; etc.


(Entre 50 y 70) Susana; Carmen; Angélica; Graciela; Cristina; Elizabeth; Mirtha; Estela; Raquel; Mabel; etc.


(Entre 30 y 50) Sandra; Claudia; Patricia; Adriana; Andrea; Laura; Carolina; etc.


(Entre 15 y 30) Florencia; Vanina; Analía; Soledad; Evangelina; Camila; Candelaria; etc.


(Menos de 15) Juanita; Manuela; Valentina; Mía; Uma; Pía; etc.



HOMBRES:


(Más de 70) Antonio; Modesto; Marcelino; Liberato; Ramón; José; Juan; etc.


(Entre 50 y 70) Eduardo; Ricardo; Rubén; Carlos; Hugo; Omar; Jorge; Roberto; etc.


(Entre 30 y 50) Marcelo; Fernando; Martín, Daniel; Gustavo; Álvaro; Pablo; etc.


(Entre 15 y 30) Maximiliano; Ezequiel; Gabriel; Nicolás; Martín; etc.


(Menos de 15) Nahuel; Francisco; Bautista; Clemente; Indio; Benito; etc.




domingo, 20 de septiembre de 2009

MI HERMANA ABOGADA

Por Hernán Barrios

MUCHAS VECES LA VIDA NOS DA UN MIMO, Y NOS REGALA COSAS LINDAS COMO ÉSTA.




El teléfono sonó y corrí a atenderlo. “¡Hermano... me lo tomaron oral... y me recibí de abogada!”- fueron las textuales palabras que mi única hermana me tiró, emocionada, desde el otro lado de la línea. El nudo en mi garganta le ganó por lejos la partida a las palabras, y mi “felicitaciones” fue una confusa mezcla de grito, risa y llanto reprimido. Después, la alegría.


Es que esta alegría se venía postergando desde hacía ya bastante tiempo. Es que todo esto comenzó unos cuántos años antes, cuando los sueños eran más frescos y realizables, y los imposibles no existían. Todo esto comenzó cuando una gris mañana de abril la descubrí en Tres Cruces, algo asustada, con una mochila pequeña con ropa, y otra enorme llena de sueños e ilusiones. Mi hermana pequeña comenzaba ese día, a forjar su futuro laboral.


Luego una corta caminata hasta el Hogar estudiantil a dejar parte del equipaje, y otra no tan corta, hasta la facultad. De ahí en más, voló sola. Algunas veces alto y otras a ras del suelo. Algunas veces con viento a favor y otras con viento en contra. Cuando no pudo volar corrió, y cuando las fuerzas casi la abandonaban, se arrastró. Pero jamás se detuvo, y más importante aún, no apartó nunca su mirada de la línea de meta. Y ayer, a las 10 de la noche, la alcanzó.


En el camino, una vida. Dulces y amargas. Batallas ganadas y perdidas. Repechos, llanos y pendientes. Risas y llantos a montones. Anécdotas, miles. Una guía de bolsillo de Montevideo que fue perdiendo las hojas con el tiempo, y un gas paralizante que gracias a Dios nunca tuvo que usar. En el camino, residencias varias. Oficios varios. Personas muchas. Un noviazgo que se hizo serio, una boda que lo confirmó, y ahora una hija por venir, como broche de oro. Y un pedazo de vida pasó.


Fueron algo más de diez años vividos intensamente. Hoy miro hacia atrás y me parece volver a verla bajar del ómnibus con su mochila llena de sueños. Ayer a las diez de la noche se fue por donde había venido, pero con la mochila llena de sueños... cumplidos. Y a mi, que tan solo fui un espectador de lujo en esta película de la vida real, me explota el alma de alegría y emoción.


Felicitaciones hermana por este triunfo de vida. Sé que hablo en nombre de toda la familia cuando digo, que estamos orgullosos de vos.



TE QUIERO MUCHO.


jueves, 17 de septiembre de 2009

LOS PREPOTENTES

Por Hernán Barrios

Cómo me revientan las personas que les gusta meter el peso de entrada.


Detesto a esos desubicados que llegan por primera vez a un local comercial, y se quieren llevar además de al mundo, al vendedor por delante. Yo les pongo el freno más rápido que volando. ¡No valor, te equivocaste! Salí y volvé a entrar con otra actitud más humilde, que te va a ir mejor.


El hecho de que en un determinado momento, las circunstancias de la vida hayan hecho que uno sea vendedor y el otro cliente, no supone de ninguna manera, diferencia social alguna. Menos aún, humana.


domingo, 13 de septiembre de 2009

TE JURO QUE LO COMPRÉ ACÁ

Por Hernán Barrios


Sucede a todo nivel, ya que como todos sabemos, en el mundo existen personas que no dan el brazo a torcer ni aunque se les esté quebrando. Pero en el ámbito comercial, llega a extremos increíbles.



EJEMPLO PRÁCTICO


CLIENTE_ Clavos de goma, media docena.


VENDEDOR_ No señor, clavos de goma no tenemos.


CLIENTE_ ¿No tienen? Pero antes tenían.


VENDEDOR_ No. Clavos de goma nunca vendimos.


CLIENTE_ Vendían si. Yo estoy seguro que los compraba acá.


VENDEDOR_ Mire, yo hace 9 años que trabajo acá y en ese tiempo nunca vendimos.


CLIENTE_ ¡Pero cómo que no! Yo los compré en turismo del año pasado.



Qué discusión tan al santo cuete no, porque en definitiva lo importante es que “ahora” no hay. Pero el obstinado crónico es así; necesita que le des la razón solo para poder dormir tranquilo.


VENDEDOR_ ¡Aníbal! (el compañero más próximo) ¿Nosotros vendimos clavos de goma alguna vez?


ANIBAL_ ¿¡Clavos de goma!? No, nunca.


CLIENTE_ Si, yo me acuerdo que venían en una cajita verde.


VENDEDOR_ Capaz que los compró en otro lado, señor.


CLIENTE_ No, no... fue acá.



El vendedor, en un intento desesperado por terminar aquella infructuosa discusión, recurre a otro compañero.


VENDEDOR_ ¡Ruben! ¿Vos te acordás de que hayamos vendido clavos de goma alguna vez?


RUBEN_ ¿¡Clavos de goma!? No, nunca vendimos eso.


CLIENTE_ Pero qué raro. Yo estoy seguro de que los compré acá. Voy a buscar la boleta y la próxima te la traigo.


VENDEDOR_ Ah... ¡genial! ¿¡Qué más!?



Por supuesto que la dichosa factura nunca llega, y el tema de los clavos de goma no se vuelve a tocar.


martes, 8 de septiembre de 2009

MI PELO EN PECHO (RELATO CÍCLICO)

Por Hernán Barrios

Lo recuerdo como si fuera hoy. Fue en la noche del trece para el catorce de febrero de este año que me abandonó. Cuando desperté ya no estaba conmigo, y un manto de tristeza y soledad se apoderó de mi pecho.


Pero esta historia había empezado muchos años antes. No recuerdo a ciencia cierta la fecha en que nació, pero creo que fue por allá por la primavera del 89, cuando mis tiernos 15 años empujaban con fuerza por abandonar mi piel de niño, mientras un cóctel hormonal recorría mi torrente sanguíneo a velocidad de vértigo. Llegó a mi vida sin estridencias, sin anuncios, y sin permiso. Cuando me di cuenta ya estaba ahí, firme y orondo cual palmera en el desierto. Parado frente al espejo lo miré fijo aquella mañana, como exigiéndole una respuesta convincente por su intromisión en mi vida. Pero no dijo nada. Simplemente se remitió a estarse quieto, y al fin opté por respetar su silencio.


Los primeros tiempos se veía raro, solo y espigado en la blanca chatura de mi pecho adolescente. Pero con el tiempo digamos que comenzó a mimetizarse con el paisaje, y se puso hasta lindo. O yo me acostumbré a verlo, y de a poco me fui encariñando, no sé. Los años fueron pasando, y con ellos mi vida. Y con ella, mi pelo.


En esta etapa del relato debo sincerarme por completo, y contar que en lo que a pechos se refiere, soy del tipo más bien calvo. Bueno... sin el “más bien”; calvo directo nomás. Cuando este pelo solitario apareció, pensé que era la punta del iceberg, y que detrás suyo vendrían en tropel muchos más a hacerle compañía a él, y a hacerme parecer un hombre a mí. Pero el tiempo fue pasando, y ni siquiera una pestaña desterrada, tenía a bien posarse en mi pecho casi desnudo. Ni un proyecto de pelusa. Nada. Cuando comprendí que el futuro de mi pelo solitario era la hermitaneidad vitalicia, fue que comencé realmente a quererlo, y por ende a cuidarlo.


De ahí en más, mi pelo y yo fuimos uno solo. Juntos cruzamos la adolescencia a todo galope abrazados a las alas del tiempo, y a regañadientes llegamos también juntos, a beber las insípidas aguas de la fuente de la adultez. En el medio, una vida. ¿Cómo no quererlo, si siempre estuvo a mi lado? (bueno, en realidad a mi frente). En las buenas y en las malas. En las ganadas, y en las perdidas. En los momentos de luz, y también en los de oscuridad.


Fue sobre él que se posó por primera vez en aquella bailable, el dulce y fresco rostro de una niña enamorada. Pero también fue sobre él que descargó su furia de puños aquel muchacho, también en una bailable, cuando por una diferencia de criterios pasamos sin puntos medios, de las palabras a los hechos. Los crueles arañazos de la vida amenazaron más de una vez con arrancarlo, pero siempre sobrevivió. Éramos amigos inseparables; carne y uña; pelo y pecho. Y la vida pasó.


Ya hacía un tiempo que lo veía mal, sin fuerzas, envejecido. Pero sinceramente pensé que era una cuestión del momento, o por qué no, de la época. Muchas veces sucedió que en invierno se veía algo decaído, pero luego al llegar la primavera, renacía con bríos. Fue por esto que no le presté atención a su aparente decadencia.


Hasta que una mañana sucedió lo impensado. Fue en la noche del trece para el catorce de febrero de este año que me abandonó. Cuando desperté ya no estaba conmigo, y un manto de tristeza y soledad se apoderó de mi pecho.




NOTA: ¡Ufa che! Bueno ta bien, el de la foto no soy yo. Pero de alguna manera tenía que enganchar al público femenino. ¿Tuve mal?



domingo, 6 de septiembre de 2009

COSAS DE LA CONVIVENCIA (AMIGOS/FÚTBOL)

Por Hernán Barrios

¿Te acordás hermano qué tiempos aquellos, en que vos vivías solo e invitabas a tus amigos a mirar el partido y a tomar cerveza?


Bueno, tengo que comunicarte algo; esos tiempos se terminaron. Ojo, en realidad no es que tu novia te vaya a decir directamente que no quiere a tus “amigotes” gritando y haciendo relajo en su casa, pero te lo hará notar de una u otra manera.


El sábado por ejemplo, es el día que dedicamos a la limpieza profunda del hogar, ya que entre semana, al no haber tiempo suficiente, solo se lo repasa. Entonces, donde te caiga partido el sábado, cagaste. Arrancá para la pizería directo. Porque donde le llegués a decir a tu novia que el sábado vienen los muchachos a mirar el partido, vas a tener un cordial diálogo con ella, algo parecido a éste:



NOVIO_ Amor, sabés que el sábado había pensado en decirle a los muchachos que se vinieran a mirar el partido de Uruguay.


NOVIA_ ¡El sábado! ¿Y a qué hora?


NOVIO_ A las 3 de la tarde.


NOVIA_ Ah... ¿y quién juega?


NOVIO_ Uruguay y Perú, por las eliminatorias para el Mundial.


NOVIA_ ¡Qué interesante! (con segunda). ¿Y justo el sábado?


NOVIO_ Viste, justo. (medio calentito por la segunda).


NOVIA_ Lo que pasa que yo el sábado de tarde pensaba encerar el piso.


NOVIO_ A bueno. Si querés llamo a la FIFA y les pregunto si no lo pueden correr para el domingo, así limpiás tranquila.


NOVIA_ ¡No me tomés el pelo! Yo te estoy hablando bien.


NOVIO_ Yo también te estoy hablando bien, pero mirá las cosas que me decís.


Y la charla continúa por carriles cada vez menos cordiales, y vaya uno a saber a dónde puede terminar.



Entonces los hombres, ante este problemita que se repite y se repite cada vez que hay partido, tenemos dos opciones posibles.


1) Invitamos igual a los muchachos, sabiendo que en el momento del partido ella va a andar rondando sin disimular en absoluto su cara de culo, haciendo sentir mal a los invitados, e influyendo negativamente en el clima festivo del evento.


2) Nos juntamos todos en la pizería de la esquina y santo remedio.


Bueno, en caso de que el partido no sea el sábado sino el domingo, el problema no va a ser que tiene que encerar, sino que está recién encerado. Y la historia es más o menos parecida. Las mujeres no pueden entender que la gracia de mirar un partido con amigos, no está solo en el partido en si. Lo lindo es como dije antes, tomarnos unas cervezas, comentar las jugadas a grito pelado, comer una papitas sin tener que cuidarnos de que caigan migas en el piso, eructar sin censuras, y por supuesto festejar los goles de Uruguay *(últimamente este punto no se está cumpliendo) con gritos, saltos y abrazos. En el mugroso apartamento de solteros, cuyo piso vio cera solo el día en que nos mudamos, y eso porque nuestra santa madre vino y nos dio una mano importante en este tema, todos estos pasos se cumplían a la perfección. Pero ya en un piso recién encerado, no es lo mismo. Y mirar el partido como en misa, no tiene ni gracia.


En definitiva amigos y como lo dije al principio, si bien su novia no les prohibirá que sus amigos arriben en su nueva casa eventualmente, es altamente posible que las circunstancias no sean las ideales para que dicho acontecimiento se produzca. Menos mal que siempre alguno de los integrantes de la barra se retrasa en este tema de irse a vivir en pareja, y podemos contar con su bulo, para seguir viviendo estos encuentros futbolísticos, a pleno.



*_ Obviamente, éste post estaba escrito antes del partido de ayer entre URUGUAY y PERU, y aunque estuve tentado a hacerle algunos retoques, igual fue publicado tal cual estaba. Quiero dejar constancia de que luego de este desastrozo espectáculo ofrecido por URUGUAY anoche, al menos una mujer (la mía) ya no tendrá que preocuparse de aquí en más, por mis amigos y el piso encerado. Para mí fue suficiente: NO MÁS FÚTBOL.


viernes, 4 de septiembre de 2009

COSAS DE LA CONVIVENCIA (SUPERMERCADO)

Por Hernán Barrios


Ir al supermercado es una pasadita, si voy solo. Como ya sé lo que necesito comprar, voy, entro, agarro las cosas, pago y me voy. Si no hay mucha gente en las cajas, no tardo más de cinco minutos en realizar toda la operación. ¿Cuánto más puede demorar un ser humano normal?


Bueno, si van con sus respectivas novias, fácil treinta minutos. Y eso si les rompen bastante las pelotas y las apuran todo el tiempo, porque sino seguro que pasan el día en el súper. La diferencia entre ellas y nosotros, radica fundamentalmente en dos puntos:



1) Nosotros vamos sabiendo perfectamente lo que vamos a comprar, y ellas van a ver qué pueden comprar.


2) Nosotros agarramos la primera marca que encontramos, en cambio ellas las examinan todas una por una, y les realizan un exhaustivo análisis antes de tomar la decisión de comprarla.



El tema es que a ellas les parece que el supermercado es un Shopping center, entonces lo toman más como un paseo que como un mandado. En cambio nosotros lo tomamos más bien como una tortura. Máxime si vamos a una hora pico, en la que está lleno de gente. A mi me gusta ir los domingo de mañana temprano, cuando los productos en las góndolas están ordenaditos, no están toqueteados, y la gente está en su casa durmiendo.


Ahora estoy acostumbrado, pero hasta hoy recuerdo una de las primeras veces que fui con mi novia al súper a comprar tres o cuatro cosas, y ella se empantanó en las pulpas de tomate. ¡Cómo olvidarlo! Yo, como buen caballero que soy, siempre llevo el canasto. Así que ahí estaba yo sosteniendo el canastito, parado detrás suyo, y ella mirando extasiada la góndola con las pulpas de tomate. Movía la cabeza de izquierda a derecha y de arriba a abajo, cual niño mirando una pecera gigante. Así estuvo al menos minuto y medio, hasta que al fin, agarró una. “Bueno, ¡al fin!”- dije, pensando que se había decidido por una, y le extendí el canasto. Pero ahí me quedé, con el canasto estirado nomás, mientras la señorita se disponía a leer la cajita. “¡Noooo!”. La cosa es que leyó todas las letras de esa marca (datos de la imprenta incluido), y después siguió por las otras, al tiempo que a mi me se me empezaron a entumecer los bíceps, tríceps, lumbares, y los abdominales transversos, de sostener el canasto en posición de mendigo borracho.



LECTURAS RELACIONADAS:



Cosas de la convivencia

Cosas de la convivencia (limpieza)

Cosas de la convivencia (cocina)

Cosas de la convivencia (luces)

Cosas de la convivencia (calefón)




PRÓXIMAMENTE: AMIGOS/FÚTBOL


jueves, 3 de septiembre de 2009

COSAS DE LA CONVIVENCIA (CALEFÓN)

Por Hernán Barrios

Cuando vayas a comprar el calefón para el nidito de amor, no le sigas el apunte, y comprá solo lo que te permita el bolsillo. Te lo digo porque de nada vale que gastes más dinero en uno de 100 litros, ya que el agua caliente jamás le será suficiente. El tema es que la señal que las mujeres esperan para saber que ya terminaron de bañarse, es el enfriamiento del agua. O sea que hasta que esto no sucede, ellas continúan con la limpieza. Por más que contrates una cisterna de 10000 lts a OSE, el resultado será el mismo: a vos no te quedará agua caliente para bañarte.


Ah... y el termostato lo usará siempre al máximo. Si el máximo que da es 70º, pues estará siempre en 70º, si es 80º lo usará en 80, y así sucesivamente. Yo no sé estos locos que hacen calefones para qué carajo se toman la molestia de ponerle una perilla reguladora, si ellas la van a usar siempre al mango. Que los hagan fijos nomás, y capaz que los pueden vender más baratos.


Creo que este síndrome de la máxima potencia (SMP), no es un tema exclusivo del calefón, ya que exactamente lo mismo sucede con el secador de pelos, la planchita, la cocina y la licuadora. Es como que las mujeres tienen la íntima sensación de que si un artefacto no funciona a su máxima potencia, no cumple bien su cometido. Es raro... pero es así. Yo ya no me esfuerzo más en encontrarle una explicación lógica, porque creo que no la tiene.




LECTURAS RELACIONADAS:



Cosas de la convivencia

Cosas de la convivencia (limpieza)

Cosas de la convivencia (cocina)

Cosas de la convivencia (luces)




Próximamente: SUPERMERCADO


miércoles, 2 de septiembre de 2009

COSAS DE LA CONVIVENCIA (LUCES)

Por Hernán Barrios


Conseguir que tu compañera apague las luces de las habitaciones en las que no está, es misión imposible. Ellas se creen omnipresentes. Por cada lugar por el que van pasando, dejan su lucecita encendida, supongo que como recuerdo de que estuvieron allí. ¿O será para encontrar luego el camino de vuelta? La cosa es que uno llega de la calle, encuentra a su amada mujer leyendo en el escritorio, pero tiene las dos luces del living encendidas además de la televisión, la de la cocina porque está por ir a cocinar, la del baño porque acaba de salir, y por supuesto la del cuarto, porque es donde está en ese momento. Lo peor de todo –además del gasto inútil- es que jamás te lo reconocen, y tienen además siempre la excusa adecuada para justificar tal derroche de energía.



LECTURAS RELACIONADAS:


Cosas de la convivencia

Cosas de la convivencia (limpieza)

Cosas de la convivencia (cocina)




martes, 1 de septiembre de 2009

COSAS DE LA CONVIVENCIA (COCINA)

Por Hernán Barrios


La cocina se podría decir que es, después del baño, el segundo campo de batalla más importante de la pareja (también después de la cama, pero en esas batallas no me voy a meter por ahora).


Por favor amigos, tengan muy en cuenta el siguiente anuncio, y acéptenlo como una ley universal:


Toda esa amplia y exquisita variedad de recetas que su novia guarda desde niña en un cuaderno, legado de su abuela, y muchas de las cuales llevó a la práctica durante vuestro noviazgo, se le olvidarán automáticamente luego de transcurrido un mes de convivencia.


Es más; nunca más volverán ustedes a ver ese cuaderno.


Ésta será la primera, de una serie de traicioneras puñaladas que en mayor o menor medida, recibiremos de nuestra pareja en el transcurso de la relación. La complejidad de las comidas comenzará a disminuir a gran ritmo, hasta quedar estacionada máximo a los tres meses, en platos del nivel del arroz con atún, o de los fideos con queso. Así que si tu intención es comer comida casera de calidad, con todas las vitaminas y los nutrientes necesarios para mantenerte en forma, vas a tener que meterle mano a la cocina vos mismo. Eso sí, aprontate porque luego de un tiempo no muy prolongado –digamos unos 6 meses-, tu novia te echará en cara que los 6 kilos que tiene de más, son por culpa tuya y de tus manjares.



MORALEJA:


Si no cocinás sos vago e injusto, porque en las parejas modernas las tareas del hogar son de los dos; pero si lo hacés sos un desconsiderado, porque gracias a vos ella come como una vaca, y pierde la línea. En definitiva, la culpa siempre va a ser nuestra querido amigo.


Después hay pequeñas cosas que van a tener que ir aprendiendo con el devenir de la convivencia, como que el tacho de la basura es mágico y nunca se llena. Las mujeres se piensan que las paredes del mismo van a seguir creciendo sin fin mientras les sigan metiendo basura. A fin de no romperles la ilusión, vas a tener que tomarte la molestia sin que ella se de cuenta, de vaciarlo.


Ellas son incapaces de ver la línea punteada de los paquetes que dice corte aquí. Cuando vayas a agarrar el paquete de arroz y no lo hayas abierto vos, hacelo con las dos manos y con mucho cuidado, ya que el orificio de salida puede estar en cualquier parte, y además puede ser tan grande como el paquete mismo. Algo parecido te va a pasar con la mayonesa, los fideos y la yerba.