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jueves, 19 de noviembre de 2009

HIMNO MURGUERO NACIONAL

Por Hernán Barrios

Tal cual era previsible, la versión del Himno Nacional entonada anoche en el Estadio Centenario, generó sentimientos encontrados. “Esta versión murguera del Himno va a traer cola”- fueron las textuales palabras que le dije a mi novia en el momento en que éste se escuchaba. Y tanto fue así, que hoy lo primero que me expresó una compañera ni bien llegué al trabajo, fue la falta de respeto que le había parecido dicha interpretación.


A medida que lo escuchaba, y siendo absolutamente consciente de las reacciones que traería aparejadas, trataba de establecer mi posición al respecto. Y quería hacerlo rápido y antes de interactuar con otras personas, para que la misma fuera pura y espontánea, y no contaminada de conceptos ajenos.


Dejo a continuación entonces, mi parecer sobre el tema.

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En líneas generales, la versión del Himno interpretada ayer por Freddy Bessio me gustó, y me pareció adecuada para la ocasión. En todo caso, la única crítica que desde mi punto de vista le cabría, es la extensión.


El Himno Nacional es para cantarlo parado, duro y serio”- me decía una persona joven hoy a la mañana. ¿Por qué?- le pregunté. Y ella me respondió, “porque hay que tenerle respeto”.


Y ahí, en esa respuesta, esta el núcleo de un argumento que ya me temía, y que por un momento también pasó por mi mente anoche a la hora del partido. Respeto. El respeto, o mejor dicho la manifestación social del respeto, que no es lo mismo, es la fuente del problema. Sinceramente, a mí la forma en que se cantó anoche el Himno Nacional me pareció sumamente respetuosa. En todo caso diferente, pero respetuosa al fin. Y agregaría además los conceptos, original, elaborada y excelentemente cantada por esa gran voz uruguaya, que es el zurdo Bessio.


A mí me parece que lo que sucede aquí, es lo que le sucede a la conservadora sociedad Uruguaya cada vez que se enfrenta a un cambio, o a alguna situación a la que no está acostumbrada, siente rechazo. Y en este caso, el rechazo está anclado a una tradicional forma de interpretar el respeto, que nos ha sido enseñada. Digo esto, porque lo que reproducimos cuando decimos que el respeto se manifiesta estando de pie, erguidos y con cara seria, es lo que a todos nos enseñaron en la escuela, y que como toda cosa aprendida a temprana edad, la asumimos como verdad absoluta, la transferimos a nuestros hijos, y no concebimos sobre ella discusión alguna.


Pero siendo totalmente racionales, ¿por qué tiene que ser así? ¿Cuál es el motivo por el cual el Himno Nacional no pueda tener más de una interpretación? ¿Por qué no puede haber maneras diferentes de manifestar respeto hacia algo, en este caso hacia un símbolo patrio? Para poner un ejemplo más cotidiano, todos sabemos que en la época de nuestros padres y abuelos, que un hijo tuteara a su padre era considerado un falta de respeto, y como tal se reprimía con mano dura. Los naturales cambios de la sociedad y de las relaciones humanas, han hecho que hoy en día, esa sea una cuestión que da hasta risa. Y todos estamos de acuerdo en que hoy se le puede tener el mismo respeto a un padre, sin tener que tratarlo de usted, cual si fuera un Dios. Bueno, yo creo que algo parecido se puede aplicar al Himno Nacional.


No estoy hablando de hacer una parodia del Himno, o de deformar su contenido en letra y música. Estoy hablando de que me parece perfectamente factible y hasta diría apropiado, que pueda ser interpretado, según la ocasión, de diferentes maneras.


Y después creo que hay también una cuestión discriminatoria que corre por debajo de esta corriente de respeto que se ha destapado con furia en estas últimas horas. Discriminación que tiene que ver con estratos sociales y niveles culturales no necesariamente relacionados con la música. ¿A que nada habría pasado si el Himno hubiera sido interpretado a capela y por un cantante lírico? Ah... esa versión sí habría sido respetuosa y de nivel. Pero como el homenaje vino del lado de la murga, que es música popular y ligada básicamente a los sectores menos pudientes de la sociedad, la falsa cultura ciudadana de elite, puso el grito en el cielo.


A mi me parece que el respeto hacia una persona, institución o símbolo Nacional corre por otro lado, y nada tiene que ver ni con la postura física que adoptemos ante ellas, o en el caso de una obra musical, con la forma en que la interpretemos, siempre y cuando dicha interpretación denote trabajo, esmero y calidad artística.


Pero como siempre digo, esta es tan solo mi opinión, la cual es tan valedera como la de todos ustedes.



PARA LOS QUE NO LO VIERON, HE AQUÍ EL HIMNO DE LA DISCORDIA.

SAQUEN USTEDES SUS PROPIAS CONCLUSIONES.





ARTÍCULOS RELACIONADOS:

- El País
- Diario El Pueblo



jueves, 5 de noviembre de 2009

EL CELULAR EN EL ÓMNIBUS

Por Hernán Barrios


Sabido es que muchas de las leyes, normas o reglamentos establecidos por las diferentes instituciones con el fin de hacer la convivencia social lo más armónica posible, tienen fecha de vencimiento. Esto se debe fundamentalmente a que con el paso del tiempo, aparecen y desaparecen en la sociedad elementos que las validan y les dan por ende, su razón de ser.


El teléfono celular es un elemento relativamente nuevo en la sociedad, y por lo tanto las reglamentaciones que lo involucran, son escasas. Es en este sentido que me gustaría aportar mi granito de arena y proponer una nueva norma a las ya existentes, y cuya aplicación, a fin de mantener mi sanidad mental dentro de parámetros relativamente normales, debería establecerse en forma por demás urgente.


El texto de dicho norma debería decir algo como esto:


“Se prohíbe terminantemente el uso del reproductor de música de los teléfonos móviles sin auriculares, en todo vehículo de transporte público de pasajeros”.


Para serles franco y claro, me tienen las pelotas llenas los desubicados que van en el ómnibus con la música de los celulares a todo volumen. Es obvio que se creen los dueños del mundo y que tienen además una necesidad imperiosa de llamar la atención, pero considero que no tenemos por qué ser el resto de los usuarios, los encargados de soportar semejantes desequilibrios emocionales.


Así que formalizo aquí mi solicitud a las autoridades correspondientes, para que reglamenten el asunto y comiencen a la brevedad a pegar en los ómnibus, los carteles pertinentes.


Se levanta la sesión.



PD: Conste que me abstuve de hacer referencia al género musical concreto, que en el 98% de los casos suena en los teléfonos antes mencionados. Confieso que ganas no me faltaron.