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miércoles, 3 de octubre de 2012

CAMBIOS

Por Hernán Barrios


La vida se esfuma en un segundo que intenta ser eterno. Los días se nos caen de los bolsillos y los pisamos, como pisamos hojas secas en invierno. Solo una foto vieja y desteñida nos avisa cada tanto que hubo un tiempo que se ha ido, que ya no viste de estreno nuestro humano vestido, y que hemos cambiado más, bastante más de lo creído. Lo único constante es el cambio; cambian las modas, cambian los sueños, cambian las palabras y también las ganas; cambian las pasiones que cambian de dueño, las noches perdidas nos fruncen el ceño, y hasta nuestros ojos cambian su mirada. Pero entre tanto cambio, hay algo que no cambia: nuestra esencia. Esa llama, ese fuego interior que una vez se encendió para alguna vez apagarse, es inmune al virus corrosivo del paso del tiempo. Lo encendió el amor una noche lejana juntando dos cuerpos, y se esfuma solo, al alzar el vuelo con el último aliento.