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miércoles, 6 de enero de 2016

LA MUERTE DEL FANTASMA

Por Hernán Barrios

Desde que recuerdo tuve esas imágenes en la cabeza. Nada claras, por cierto, sino todo lo contrario. Eran mas bien rastros despintados y difusos de un recuerdo muy pero muy lejano. Tanto, que me llevó muchos años componer una imagen mental más o menos sólida, consistente, con algo de textura y con elementos suficientes, como para poder contrastarla con la realidad, o al menos con un relato o historia que encajara en parte, con esa realidad.

Eran tan esquivas, que no fue sino hasta que por otros motivos me vi forzado a someterme a un tratamiento psicológico que incluida una especie de estado hipnótico, que pude, en parte, darles algo más de cuerpo a estas imágenes traslúcidas. Eso fue allá por 1998. Un caserón viejo y lúgubre. Un campo. Árboles grandes. Una puerta de madera vieja y despintada. Algunos animales de granja. Todos estos elementos teñidos por una atmósfera más bien oscura, pastosa, densa, pesada. Con el tratamiento el recuerdo se hizo más claro, pero también más claras se hicieron las sensaciones que de él emanaban. Y no eran buenas sensaciones.