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jueves, 5 de enero de 2012

LA REINA

Por Hernán Barrios

La culpable de todo fue mi hermana. A mediados de octubre llamó para contarme que estaban pensando, junto con una de mis primas, en organizarle una fiesta sorpresa de cumpleaños, a la abuela María. A grandes rasgos me contó de qué se trataba, y de paso me preguntó si me animaba a componerle y cantarle una canción. Casi sin pensarlo dije que sí, porque la verdad me pareció una buena idea. Cuento a los lectores más nuevos o menos atentos, que otra de mis pasiones además de las letras, es la música. Pero lo cierto es que hacía mucho tiempo que no tocaba la guitarra, y más aún que no componía una canción. De esto último, años.

Los días fueron pasando. Algo que sí tenía claro, era que no iba a poder dedicarme de lleno a aquella noble tarea, hasta no terminar las clases de publicidad, cosa que iba a acontecer recién a mediados de noviembre. Éstas al fin terminaron, y entonces sí me dispuse en cuerpo y alma, a recobrar el amor perdido de las musas que otrora me dieran una mano. Y esperé. Una noche, un día, una semana, dos, tres. Nada. Esa magia rara que la mayoría de las personas llama inspiración, no me pasaba ni cerca. Estaba claro que aquellas musas, rencorosas y traidoras como pocas, me estaban pasando factura por el abandono en el que las sumí, durante tanto tiempo.

La fecha del evento era el sábado 16 de diciembre de 2011, y una semana antes del mismo no se me había ocurrido siquiera una frase de la dichosa canción. Ni hablar de la música. Fue entonces que decidí dejar de esperar, y tomé cartas en el asunto. El lunes anterior a la fecha marcada tomé lápiz y papel, y luego del trabajo me recluí sin vueltas, en una mesa bien iluminada de un conocido bar de la ciudad. La consigna era, no salir de él sin la letra completa de la canción. Y afortunadamente, así fue. Tres horas después, y café con medialunas mediante, abandoné el bar con el objetivo cumplido. Entre el martes y el miércoles, salió la música. Jueves y viernes, ensamble de ambas cosas. Sábado, presentación en sociedad.

La canción para la abuela María es sencilla y directa. Adolece totalmente de metáforas complejas, o despampanantes trucos sintácticos. Su estructura es absolutamente básica, lineal, y sin guiños de clase alguna. La sucesión tonal también es sencilla, al punto de ser casi predecible. Compensa creo yo, y de ahí quizás parte de su posterior éxito familiar, con una importante batería de imágenes, hechos y lugares comunes, que dan a la canción una carga emotiva extra.

Esta es entonces, la breve historia de la canción que le regalamos a la abuela, el día en que cumplió sus jóvenes 84 años. Comparto con ustedes, queridos amigos, el video del momento. LA REINA.