Por Hernán Barrios![](https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEiY8KUJWdQ3UuqcUs2GrfQgN8cfZrYA40Vdakhoy3kcmmaoBKktuZte7m2iAphD5UEqcJFA1RSlwPKf6ZGqNVZ_O-jcOtrDwDfzR8RL_KnnSzqzVncaAMlo7ZM9ZLKaLm_6n1_8YsQWAj8/s400/Los+Olimare%C3%B1os.JPG)
Como la mayoría de ustedes ya debe saber, el mítico duo folclórico Uruguayo LOS OLIMAREÑOS, va a realizar un único show en mayo de este año en el estadio Centenario. La espectativa generada es importante, y la ilusión de ver a Pepe Guerra y a Braulio López, juntos en el escenario nuevamente después de 20 años, inmensa.
He aquí el golpe bajo. Los precios de las entradas, que van desde 250 hasta 2500 pesos Uruguayos, me han dejado absolutamente atónico, pero mucho más allá de eso, indignado. Sinceramente, cuando se corrió la noticia de que este espectáculo se iba a realizar, hace ya varios meses, me construí inmediatamente una imágen mental de que sería un espectáculo popular y masivo, al mejor estilo del mítico regreso de 1984. Pero grande fue mi sorpresa cuando descubro que se ha montado una movida absolutamente elitista, y con marcados y evidentes fines de lucro, que dista muchísimo de ser un espectáculo popular.
Parece que Los Olimareños se han olvidado que nacieron, crecieron y perduraron tantos años en el punto más alto del marco artístico nacional, e incluso internacional, gracias al pueblo. Fue el pueblo de a pié el que los mantuvo en su memoria colectiva, y el que mediante la compra de sus discos, les permitió seguir viviendo de la música, cuando la dictadura militar los obligó a exiliarse. Es el pueblo de a pié el que le ha perdonado a Pepe Guerra más de un espectáculo bochornoso producto de alguna desmesurada ingesta de alcohol, e igual lo ha acompañado siempre. ¿Cómo pueden olvidarse dos personas que han vivido toda su vida del pueblo, del pueblo mismo?
El místico imaginario colectivo en derredor de Los Olimareños es enorme. En parte, porque supieron generar interpretaciones de buena calidad; en parte, porque 20 años de ausencia es un tiempo más que suficiente para generar este tipo de hambre de canciones en la gente; pero la mayor parte se debe a que, justo cuando estaban en su madurez musical, les cayó encima una época dura del país que por un lado los silenció, pero que por otro los catapultó sin retorno, a una categoría casi divina. Algo parecido a lo que sucede cuando un personaje más o menos famoso (especialmente artista), pierde la vida en el apogeo de su carrera; máxime si ocurre en circunstancias trágicas. Dado lo expuesto, no tengo otra alternativa que pensar que tanto Pepe como Braulio, se han aprovechado de esta magia generada claramente por las circunstancias y no tanto por ellos, para intentar, ya en el ocaso de sus carreras, llenar sus alforjas.
Si su idea era de antemano recaudar lo más posible, ¿no habría sido mucho más conveniente para las partes -y especialmente para su propia imágen-, haber realizado más de un espectáculo con precios módicos? Se me ocurre, porque las entradas, que ya están agotadas, les van a dejar cuantiosa ganancia, pero el sentimiento de bronca que va a quedar en la gente que no pueda concurrir, que obviamente será la mayoría, va a ser tan perdurable y condenatorio como el de la idolatría que le tuvieron hasta ahora. Es más, si no hubiera existido esa exagerada intención de lucro, y con una buena cuota de buena voluntad, hasta se podría haber armado un espectáculo casi gratuito, con el apoyo de empresas auspiciantes y demás.
Ahora un pequeña reflexión que se me viene a la mente y con la cual no intento comparar, sino mas bien darle real dimensión al asunto. En el espectáculo "Dos pájaros de un tiro" brindado por Sabina y Serrat el año pasado en el estadio, la entrada más cara costaba 1200 pesos uruguayos. Demás está decir que estamos hablando de artistas de nivel internacional y con un apoyo popular también masivo, al igual que Los Olimareños. En ese show, se invirtieron en el disfrute del público unas cuántas toneladas de equipamiento de primer nivel entre luces, sonido y pantallas gigantes. A su vez trajeron desde sus respectivos países de orígen, una batería completa de técnicos, y algo así como 15 músicos también de primer nivel, que obviamente no actuaron gratis. El resultado de esta mezcla, fue un show espectacular, no solo por la calidad y la trayectoria de sus exponentes, sino por la grandilocuencia de la tecnología usada en el mismo. Y vuelvo a repetir; la entrada más cara costaba 1200 pesos.
¿Qué está pasando? Los artistas españoles pagaron los equipos, los músicos, el alquiler del estadio, etcétera, y todavía les quedó plata para ellos; y Los Olimareños, que son solo dos, ¿tiene que cobrar más del doble para poder pagar el puchero?
Una pena.