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lunes, 26 de octubre de 2009

URUGUAY, EL PAÍS DE LA AMNESIA INSOLIDARIA

Por Hernán Barrios

Tenía realmente mucha fe en que los Uruguayos, luego de haber vivido durante cinco años los beneficios de un gobierno SOCIALISTA, nos hubiéramos empapado al menos un poco, con el ideal de solidaridad que este proyecto de largo aliento requiere. Pero con un dolor importante en el pecho, tengo que admitir que lamentablemente no ha sido así.


Mi espíritu iluso me hizo soñar por un momento en poder seguir construyendo entre todos, una sociedad más justa y solidaria, donde pudiéramos devolverle la esperanza y la dignidad a tantos compatriotas que por el motivo que fuere, la perdieron. Pero las urnas han demostrado anoche que los Uruguayos seguimos haciendo alarde y echando por delante los valores individualistas y egoístas propios del ser humano, que tan mal le han hecho a lo largo de la historia, y que tienen hoy en día a la especie, al borde del colapso social.


No es por casualidad que el hombre está como está. Y es por la misma no-casualidad que los Uruguayos también estamos como estamos.


De Jesucristo para acá, los hombres hemos echado por tierra cualquier intento de construir una sociedad solidaria. Y aunque colaboraron, la culpa de estos fracasos no es exclusiva de personas carismáticas, inteligentes y mal intencionadas capaces de dirigir a las masas hacia esta posición; la culpa es de cada uno de nosotros. El hombre es egoísta por naturaleza y solidario por conveniencia. Nosotros solo somos solidarios con el prójimo, a cambio de que nuestro gesto sea conocido y reconocido por otras personas, además del receptor de la donación, para poder así ser catalogados como “buena persona”. O sea que no es una acción desinteresada, sino que es en realidad un trueque: solidaridad a cambio de estatus. Y encima donamos lo que nos sobra, jamás lo que necesitamos.


El hombre es un monumento al egoísmo. Solo tomamos partido en una causa, cuando el problema nos incluye o nos toca muy de cerca. ¿Qué importa que tantas madres no hayan tenido nunca más noticias de sus hijos desde los años de dictadura, si total mis hijos están a mi lado? ¡Qué fácil es pregonar el olvido cuando la memoria es ajena! ¿Qué me importa que le hayan devuelto la vista a tantos miles de Uruguayos en forma gratuita, y que con esto les hayan mejorado su calidad de vida, si mis ojos están bien? ¿En qué me afecta que ahora todos los niños de mi país puedan acceder a la medicina privada, si yo a mis hijos se las puedo pagar igual? ¿Para qué quiere mi hijo una computadora chiquita y verde si en casa tiene una mucho mejor? ¿Qué me importan los consejos de salarios y las mejoras que al grueso de la masa asalariada estos han traído, si yo soy un profesional o un empresario que no necesita ser defendido? ¿Qué me interesa que los maestros y los policías hayan pasado en un solo período de gobierno de un sueldo estancado por años en 4000 pesos, a uno de 12000, si yo no soy ni maestro ni policía?


¿Por qué Uruguayos nos cuesta tanto ponernos en el lugar del otro? ¿Por qué razón tenemos esa cáscara tan dura que nos hace inmunes al sufrimiento del vecino? ¿Por qué?


Y créanme por favor, cuando les digo que estoy hablando desde una posición social y no desde una político-partidaria. La solidaridad no tiene banderas políticas ni candidatos. La vida me ha hecho ver con los años una realidad a la que me negué por la misma cantidad de años: a las personas no nos vuelve malas y egoístas el dinero; ocurre simplemente que con éste tenemos la posibilidad de demostrarlo.


El egoísmo es innato; el dinero es adquirido.


¿Por qué hermanos Uruguayos nos negamos con todas las fuerzas a ver realidades que rompen los ojos?; ¿porque los beneficios han sido para otros y no para mí? Quizás sea una causa valedera, pero lo dicho: también es igual de egoísta. Además, hay que tener una visión realmente acotada de la realidad para no darnos cuenta, de que si las clases sociales más sumergidas mejoran sustancialmente su calidad de vida, esos beneficios se reflejarán también en el resto de los integrantes de la sociedad. Los empresarios trabajarán más y por ende sus empleados tendrán mayor seguridad laboral. Es tan sencillo como eso. Sin hablar por supuesto del seguro descenso del delito que traería aparejado.


¿Alguien puede desconocer que el Uruguay está más sólido económicamente que hace algunos años, al punto de que ante una crisis que tiró abajo macro economías mucho más fuertes que la nuestra, apenas si sentimos las consecuencias? ¿Alguien puede negar de que por este mismo motivo, la credibilidad de nuestro país está mucho mejor posicionada a nivel mundial para estrechar vínculos y hacer negocios redituables? ¿Y a alguien le queda alguna duda de que los beneficios que las mejoras macro económicas que vengan aparejadas van a ser volcadas hacia las esferas sociales que más lo necesitan? Creo que nadie, del partido político que sea, puede negar ninguna de estas afirmaciones. Pero claro, volvemos a lo mismo. El problema somos las personas que no estamos comprendidas dentro de las “esferas sociales que más lo necesitan”. Y seguimos en lo mismo: por estos pagos de JOSE ARTIGAS campea el egoísmo y la insolidaridad.


¿Y qué decir de la memoria de los Uruguayos? Y bueno, a la vista está que es bastante frágil. Si los Uruguayos no somos capaces de recordar las cosas buenas que a lo largo de estos cinco años se hicieron en el país, mucho menos recordaremos las cosas que se hicieron en el gobierno del Dr. Lacalle, entre 1990 y 1995. Ni qué decir de las atrocidades ocurridas durante el gobierno de facto, algunos años antes. Esta es sin duda, a la luz de los acontecimientos, una tarea casi imposible para la mayoría de nosotros. Vivir atado al pasado es no vivir; pero vivir sin tener en cuenta el pasado es cometer errores evitables, y por ende, fracasar como sociedad.


Una de las tareas del tiempo es curar heridas. Una de las tareas de la memoria es cuidar la vida. Un pueblo que no tiene memoria va indefectiblemente a caer una y otra vez en las trampas del pasado. Y estoy convencido de que este “no aprender” es lo que ha hecho a nuestra especie, no evolucionar, o al menos no hacerlo al ritmo adecuado para poder subsistir en este maravilloso planeta.


Lo dicho estimados compatriotas. Ayer las tristes imperfecciones humanas en el campo de las ideas, han quedado plasmadas en forma de votos. Una total falta de solidaridad ha campeado en la mitad de la población. El egoísmo y el cuidar pura y exclusivamente nuestros intereses particulares, sin querer mirar un poquito más allá, ha quedado de manifiesto en un porcentaje más que importante de los ciudadanos de éste país. Y la amnesia; esa amnesia maligna y destructora de civilizaciones que se ha manifestado a lo largo y ancho de la historia de la humanidad, ha aparecido en el Uruguay como un cáncer social que, si no es atendido a tiempo, nos terminará destruyendo.


Los invito a la reflexión hermanos Uruguayos. No les pido que estén de acuerdo en lo que en este texto se expresa, pero sí me gustaría que cada una de las personas que han tenido la entereza y la amabilidad de llegar a este punto del mismo, se tome cinco minutos para pensar un poco más en profundidad en alguno de estos temas. Y que solo después de haberlo hecho, sí tomen una posición al respecto.


A la vista está que estoy muy pero muy dolido por el reflejo que las urnas han dado del sentir del pueblo Uruguayo. Pero creo todavía no haber perdido la esperanza, y es por este motivo que me atreví a escribir estas líneas. Porque mi terco espíritu me dice que no puede ser totalmente real lo que aparentemente ayer quedó de manifiesto. Me resigno todavía a ponerle una lapidaria etiqueta al común denominador del pueblo Uruguayo. Y porque quiero creer; me obligo a creer que algo más del 50% de las personas, viejas y jóvenes, pobre y ricas, conocidas y anónimas que viven en este hermoso país, actuaron con descuido y no con mala intención en el acto eleccionario de ayer. Sé que el tamaño de mi ilusión excede por lejos el límite de lo permitido, pero así lo siento y así lo expreso.


Sigamos construyendo un país más justo y solidario hermanos Uruguayos. Les aseguro que así, y solo así, encontraremos en él la felicidad y el bienestar que todos deseamos.



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4 comentarios:

  1. Como siempre te digo, tenés la facilidad de expresar con precisas palabras lo que muchos sentimos y no podemos. Sencillamente excelente, abrazo enorme.-

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  2. primo, unas señoras declaraciones o mas bien constataciones de hechos de los qe no muchos se dan cuenta (mejor dicho hacen la vista gorda) y aun menos gente las expresa..
    me parece qe si todos paramos 5 minutos, leemos esto y ponemos un poqito en practica podemos mejorar, creo qe es de familia eso de tener esperanzas un poco vanas
    tenes el don de la palabra, espero qe todos los qe lean esto tengan el don de la accion como estoy seguro qe vs lo tenes..
    abrazo!
    nico

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  3. la verdad me encantó, 100 % de acuerdo! saludos, marga.

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  4. LAURO y MARGA: Muchas gracias por sus palabras.

    NICO: Me satisface mucho el hecho de que ya a tu edad te intereses y hagas un análisis crítico de estos temas tan importantes para todos. Debo reconocer que yo a tu edad lejos estaba de hacerlo, y me parece que tu caso no responde al común denominador de los jóvenes de hoy. No abandones nunca esta actitud analítica y crítica de la vida, ya que solo así estarás 100% seguro de hacer siempre las cosas por convencimiento propio y no por ajeno.

    Abrazo grande.

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