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miércoles, 6 de octubre de 2010

LECTURA SANITARIA

Por Hernán Barrios

RELATO COLATERAL

Gráficos: CASIANIMAL
Con este post doy inicio a una serie, que va a intentar hacer un sucinto análisis de los cambios conductuales que con el paso de los años, vamos teniendo las personas. No es mi intención hacer un juicio de valor sobre estos cambios, sino más bien dejarlos en evidencia, y tratar de desarrollar, al menos una somera explicación sobre las posibles causas que los provocan.

A riesgo de herir susceptibilidades y hasta de ser algo ordinario, voy a tomarme para esta serie la licencia de volver a las fuentes, y usar el lenguaje “casero” y “pueblerino” con el cual comencé este blog (allá por el año 2007), el cual por cierto es ampliamente preferido por mis amigos más cercanos.

Como principio tienen las cosas, voy a comenzar desplegando una idea que hace varios meses me viene dando vueltas en el intestino grueso, y que atañe principalmente –creo yo-, al sexo masculino.


LEER EN EL BAÑO

¿Alguien me puede explicar por qué carajo los hombres después de los 30, empezamos a llevarnos al baño algo para leer, mientras nuestro organismo se deshace de lo que ya no necesita? Me parece que fue ayer cuando miraba extrañado a mi padre pasar hacia el defeckroom, con el diario en la mano. Mi inocente cabeza de niño no alcanzaba en ese entonces a comprender el motivo de aquella adulta conducta, y a decir verdad, tampoco fue un tema que en su momento me haya quitado el sueño. Hasta ahora. Parece que tarde pero seguro, me ha llegado la hora de preguntarme el por qué de ciertas cosas. Y bueno, empecé por ésta, que aunque a simple vista a muchos pueda parecer una banalidad, yo creo realmente que la relación existente entre el adiós definitivo a aquellas sustancias que primitivamente nos sirven de nutrientes, y la ingesta ocular de palabras, no es un tema menor. Es más, creo fehacientemente que dicho tema debería ser estudiado y debatido en profundidad por eruditos en la materia. Sin embargo y a falta de ellos, aquí estoy yo para desmenuzarlo.

Eso de que los hombres nos llevamos el diario para leer sentados en el water, no es cierto. O al menos, es cierto pero solo en parte. En realidad lo que necesitamos es algo que distraiga nuestros apéndices pupilares, nos entretenga, (en caso de que además de esto también nos instruya, obvio que es mucho mejor), y nos calme esa ansiedad y vacío espiritual que nos genera el hecho de estar sentados ahí, sin hacer nada constructivo, y encima dejando parte de nosotros en dicha empresa. Cualquier cosa que tenga letras sirve y da exactamente lo mismo. Un diario, una revista, un libro o un boleto. Pero a falta de cualquiera de estos elementos, y como dije anteriormente, podemos echar mano a lo que venga. Yo me he encontrado en casa ajena –disculpen la infidencia- leyendo el menú del celular, leyendo la bolsa del jabón en polvo, y hasta leyendo las minúsculas letras de la parte de atrás del frasco de champú. Lo dicho, cualquier letrita sirve.

Pero las dudas que se me plantean son en líneas generales, dos. Primero: ¿por qué esta extraña conducta defecto-lectora comienza a determinada edad y no antes? Segundo: ¿por qué solamente en los hombres y no en las mujeres?

En el tema de género, da para suponer que en realidad debería ser al revés, ya que son ellas las que gracias a ese estreñimiento crónico que en líneas generales suelen sufrir, las que deberían necesitar un entretenimiento extra para soportar esas duras y extensas cruzadas que les supone ir de cuerpo. Pero no, nos sucede a nosotros, que generalmente en lo que a humedad analítica y velocidad sorética se refiere, solemos ser mucho menos problemáticos. Además, si al menos la tarea antes mencionada, durara lo suficiente como para llegar a incrementar en algo nuestros deprimidos intelectos, estaría en parte justificada tamaña conducta. Pero no, lo más lindo de todo es que dada la impronta y la eficaz diligencia con que solemos hacer uso los hombres de las instalaciones sanitarias, generalmente no llegamos a leer siquiera completa, una página del libro o folleto de turno. Sin ir más lejos, y tratando de darle un matiz divino a la gloriosa tarea del desagote intestinal, yo hace como 6 años que me hago acompañar por LA SANTA BIBLIA, y para serles franco y gracias a DIOS, no he podido pasar del EXODO.

Sea como sea, yo estoy convencido estimados amigos, de que la lectura tiene en los seres humanos, un efecto que se mimetiza con el entorno edilicio en el cual la llevamos a cabo. ¿Qué quiero decir con esto? Que dependiendo del lugar de la casa en que nos pongamos a leer, va a ser el efecto colateral que sobre nuestro cuerpo, va a tener dicha lectura.

EJ.: Si leemos en la cocina, nos da ganas de cocinar. Si leemos en el dormitorio, nos da ganas de dormir. Si leemos en el baño, nos da ganas de cagar. Fin de la historia.

NO ME DIGAN NADA; ESTE POST ES UNA MIERDA.

3 comentarios:

Diga sin miedo lo que piensa, acá no hay censura de ninguna clase. Le sugiero igual que impere el respeto, en caso contrario difícil que pase.