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domingo, 23 de octubre de 2011

LA "BIODEGRADABLE" LEVEDAD DEL SER

Por Hernán Barrios

RELATO EN TIEMPO REAL DE UNA PANZA CRECIENTE, UNA EX-CABELLERA PROMINENTE, Y UN APARATO MUSCULAR EN FRANCO DETERIORO.

Gráficos: CASIANIMAL
Tengo 36. Si alguien me hubiera dicho a mis 20, que a mis 30 mi templo, mi envase, mi cuerpo, ese que me traje y me llevo desde y hacia el más allá, respectivamente, iba a comenzar a deteriorarse y a perder consistencia tan rápida y estrepitosamente, no le habría creído. La ciencia afirma que este proceso de deterioro comienza incluso antes, digamos como a los 25, pero que se hace notorio –a la vista del público y del deteriorado en sí- luego de los 30. Hoy en día, cada vez que me miro al espejo, recuerdo nítidamente cómo despotriqué durante toda mi niñez, adolescencia y parte de mi juventud, contra lo esmirriada de mi apariencia, con la aguja de la balanza clavada durante siglos en 59. –Cómo me gustaría pesar más- decía en ese entonces. Según mis cálculos de la época, 10 kilitos más me habrían venido bien; mi peso ideal debía ser, sin dudas, 70 kilos.  Bueno, unos cuántos años después -digamos hoy-, el universo, obediente, ha cumplido mi deseo. El problema es que lo cumplió pero no exactamente como yo lo había imaginado. Cuando reclamaba 10 kilos más de peso corporal, me refería a 10 kilos de músculo correctamente distribuido por toda mi osamenta, no a 10 kilos de grasa alojada exclusivamente en el abdomen y zonas aledañas

En mi caso –y supongo que en el caso de unos cuántos-, con el tema del cuerpo se da la conjunción de dos fenómenos igualmente problemáticos, aunque de uno soy culpable y del otro no. El que tiene más que ver conmigo, es la metamorfosis que ha sufrido mi abdomen en el transcurso de los últimos cinco años, pasando de chato y duro, a gordo y blando. El segundo tiene más que ver con la moda. Cuando era adolescente, los hombres más codiciados por la hinchada femenina eran los fornidos, con músculos prominentes y torso ancho. Hoy, la moda indica que el gusto de las chicas ha variado, pasando a preferir a los flacos fibrosos con abdominales bien marcados, y bermuda por abajo del calzón. –Hay que ser salado- me digo para mis adentros –y en este momento para mis afueras-. Justo que a mi me crece el cuerpo –o al menos parte de él-, a ellas se les ocurre gustarles los huesudos esmirriados. Un salado importante, se podría decir.

La naturaleza es sabia –va, en realidad es una hija de puta-, porque te va cambiando pero bien despacito, como para que no te des cuenta, viste. Te agrega unos gramos de aquí, se te caen unos pelos de allá y te nacen otros por acá, te sale una verruga por aquel otro lado, un lunar allá donde te conté, y cuando te das cuenta estás hecho pelota, y con pocas o nulas posibilidades de volver atrás. Uno empieza a añorar cada vez con más fuerza la época –no tan lejana- en que comía o tomaba mucho de cualquier cosa, y el cuerpo ni se enteraba. Ahora, de buenas a primeras, tomas un vaso de cerveza y ya quedas medio inflado, comes una pizzas y andas trancado como dos días; los picantes te atacan el hígado, los lácteos te dan gases, las harinas te hinchan, los tucos te hacen saltar las hemorroides, etc. Al final, por culpa de los devastadores efectos provocados en el cuerpo por la ingesta de ciertas sustancias –demasiadas diría yo-, y en pos de verse y sentirse mejor, uno tiende a dejar de consumirlas, y cuando querés acordar estás hecho un viejo pelotudo que no puede comer ni tomar casi nada.

Ocurrieron dos hechos este año, que hicieron saltar mis alertas temporales, y gracias a los cuales he decidido, en serio, tomar cartas en el asunto. El primero, fue notar a principios de diciembre, que la bermuda que Lucía me regaló el verano pasado, la cual me quedaba algo floja y usaba muy convenientemente por debajo de la cadera, este año me aprieta y me hace parecer morcilla. El otro, -que aunque también tiene que ver con el peso extra, en realidad tiene más relación con el deterioro muscular- es que por primera vez en mi vida no le pude ganar una carrera de 100 metros, en la playa, a mi primo Marcelo de 25. Y esto para mí, ya roza la catástrofe. Hasta hace dos veranos, le sacaba fácil dos metros. Hace pocos días, los dos metros me los sacó él, y además casi ni llego a la meta. Como verán amigos, no es joda. El cuerpecito se me está viniendo a pique y no lo puedo levantar. Y encima, es el único que tengo.

Ahora, ¿no les parece que algo está demasiado mal en todo esto? Que me perdone El Barba, pero para mí que le pifió mal con el tema del cuerpo humano. ¿Cómo puede ser que una persona que va a vivir en promedio unos 80 años, se empiece a caer a pedazos a los 25? ¡Estamos todos locos! Al final, pasamos más de 2/3 de nuestra existencia viendo como se nos cae todo, y comprobando una y otra vez hasta el hartazgo, que ya no podemos hacer las cosas que hasta no hace mucho hacíamos. ¡Una mierda! O le pifió cuando pensó que íbamos a vivir tanto, o le erró fiero en la fuerza gravitacional, y nos enchufó unos metros x segundo al cuadrado, más de la cuenta.

Pero siguiendo con mis problemas corpo-estructurales, la cosa no se ciñe, -nunca mejor empleado el término- a una cuestión de peso y/o aceleración. También tenemos el temita del cabello. Ése, que traicioneramente ha comenzado hace ya algunos años, un lento pero persistente éxodo capilar, el cual va a terminar tarde o temprano, en convertir mi cabeza en una pista para piojos tamaño familiar. ¿Por qué?, me pregunto. ¿Qué necesidad hay de que las cosas sean de esa manera? Si los pelos no molestan ni le hacen mal a nadie. Al contrario, son puro beneficio: se puede cambiar el “look” cambiando de peinado, o usándolo más o menos largo; se puede ocultar la cara en caso de que ésta sea demasiado incómoda de mirar para la sociedad; proporciona un apéndice de donde agarrar o ser agarrado; eso, además de la clásica protección craneana contra las inclemencias del clima, que todos conocemos. El pelo tiene muchas funciones e incontables beneficios. Al menos los suficientes como para ser merecedor de permanecer en nuestras masculinas bochas, mucho más tiempo del que generalmente lo hace. Pero no, al tipo le da por irse, y no hay masaje capilar ni champú capaz de convencerlo de quedarse. Se va y se va. Traidor.

Bueno, se podría decir que este es, con algunos matices, mi mapa corporal actual, estimados amigos. Obviamente que pasé por alto detalles menores, como que la resaca de una noche de alcohol me dura como una semana; o que mi umbral de borrachera ha bajado hasta límites vergonzosos (me mareo hasta con el alcohol en gel); o que ya casi no puedo comer cosas fritas porque me revientan el hígado; o que me olvido bastante seguido de hacer cosas importantes (en este caso el recordatorio del teléfono es mi mejor aliado); o que si tengo que concurrir a un evento que va a durar hasta altas horas de la noche, tengo que dormir religiosamente una siesta, porque sino empiezo a abrir la boca ni bien pasan las 12. Solo falta que me convierta en sapo, y estoy completito.

-Pero no todo está perdido-, me dicen algunas personas que afirman tener experiencia en el tema. Aseguran que hay formas de detener o al menos poner en el freezer alguno de los efectos del paso del tiempo. Y yo les creo. Y me viene un impulso y decido ponerme en acción.


Detallo a continuación la lista de medidas que pondré en práctica a partir del próximo lunes.

1) 30 minutos diarios de trote y galope.
2) 15 minutos diarios de abdominales.
3) Ingesta de agua sin gas (mucha).
4) Reducción al mínimo del consumo de harina y sus derivados (bizcochos, tartas, pan, etc.), bebidas con gas, alcohol, alimentos fritos, grasas (trans y de las otras), leche y sustancias afines, masas dulces.
5) Incremento del consumo de frutas y verduras.
6) Evitar la cena de domingos a jueves.

Por cuestiones de calendario, debo postergar para el mes de febrero el inicio del gimnasio.


Mis objetivos a alcanzar en el menor plazo posible, son pocos y bastante simples.

1) Volver a pesar 60 Kg.
2) Volver a correr 10 kmts. en 50 min.
3) Mejorar la imagen que el puto espejo me devuelve a diario.
4) Volver a sacarle 2 m. en los 100 a mi primo Marcelo.


Por último, y para terminar este artículo, quiero ponerlos a ustedes –mis amables lectores- como jueces y testigos de que cumpliré estos objetivos. Para esto, a partir del lunes me comprometo a publicar a diario en este blog, la distancia corrida, el tiempo empleado, y el resultado de la balanza al final de cada día. La idea es poder sentir la presión de los lectores, ya sea mediante su mirada diaria a mis números, o mejor aún, mediante sus comentarios, favorables o no, sobre mi desempeño.

Cerrado así el compromiso, me despido de ustedes, hasta el lunes a la noche.
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Día 1: 24 de enero.

Distancia: 5 kmts.
Tiempo: 28 mins.
Abdominales: 17 (No 17 minutos, 17 abdominales)
Música de fondo: Los del Suquía: 20 grandes éxitos

PESO: 64 Kgs.

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Día 2: 25 de enero.
Distancia: 5 kmts.
Tiempo: 27 mins.
Abdominales: 3 series de 17 (tomá)
Música de fondo: Jorge Rojas: Mi voz, mi sangre
Viento: En contra a la ida

PESO: 65,800 kgs.(cambié de balanza, aviso)

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Día 3: 26 de enero.
Distancia: 6 kmts.
Tiempo: 35 mins.
Abdominales: 3 series de 20
Música: Ignacio Copani: Compromiso
Temperatura: 185 ºC (aprox.)
PESO: 65,300 kgs.

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Día: 27 de enero.
Compromisos profesionales adquiridos me impidieron cumplir con la cuota de ejercicios diaria por mí impuesta. La misma será hecha efectiva el día sábado o domingo próximo.
PESO: 96 kgs.

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Día: 28 de enero.
Distancia: 5 kmts.
Tiempo: 28 mins.
Abdominales: esteee...
Sonido ambiente: El Sabalero: La casa encantada
Viento: cruzado de semifrente a 182 kmts/h
PESO: Muerto.

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Día: 31 de enero.
Distancia: 8 kmts.
Tiempo: 47 mins.
Viento: en contra a la vuelta a 384 ohmios náuticos (hdp)
Abdominales: suspendidos por pasto mojado
Sonido ambiente: Bebe: Pa' fuera telarañas
PESO: pesaje suspendido por mal tiempo.

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Día: 01 de febrero.
Distancia: 5 kmts.
Tiempo: 26 mins.
Viento: No (aleluyaaaa... !)
Abdominales: 10 mins.
Sonido: ambiente
PESO: 64 kgs. (opaaa)

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Día: 04 de febrero.
Distancia: 10 kmts. (Si si... 10 kmts.)
Tiempo: 1h 5 mins.
Viento: No jodía.
Abdominales: Negativo central.
Sonido ambiente: Serrat: Tarres
PESO: 63:500

4 comentarios:

  1. Mi abuela corre más rápido que eso !

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  2. Estoy dos arriba de los 25 y ya comienzo a notar algo de lo que usted describe... Su artículo me ha motivado para arrancar el lunes con esas obligaciones que se propuso, así que no se sienta solo... Por lo menos seremos 2!!
    Un abrazo

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  3. para bajar de peso lo mejor es automutilarse. yo me saqué una pierna y bajé 10 kg de un saque... ta, no le gano a nadie corriendo, pero que bajé, bajé.

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Diga sin miedo lo que piensa, acá no hay censura de ninguna clase. Le sugiero igual que impere el respeto, en caso contrario difícil que pase.