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sábado, 26 de diciembre de 2009

MENSAJE DE FIN DE AÑO_09

Por Hernán Barrios


Para serles franco, este año las fiestas me encuentran algo falto de inspiración. No tengo muy claro cual es el motivo de dicha ausencia creativa, pero supongo que debe tener algo que ver con la falta de penurias. O la presencia de bienestar, que si bien no es lo mismo, se asemeja.


Algunos lectores quizás recuerden que el año pasado, en un acto de rebeldía casi inexplicable para muchos de mis allegados, decidí pasar la navidad en soledad. Lo hice porque quise, no por obligación. O mas bien porque lo necesitaba. Pero alguna vez tuve que pasar las fiestas sólo, por obligación, y la verdad que es una experiencia para nada recomendable. Ahora cuando uno lo hace porque necesita el espacio, es ampliamente satisfactorio y hasta me atrevería a decir, revitalizante.


La cosa es que este año no siento esa necesidad. Yo diría que me sucede todo lo contrario, tengo muchas ganas de pasar en familia y en medio de mucho barullo. Por lo tanto el mensaje de fin de año me parece que va a salir medio liviano nomás. Parecería ser que los mensajes profundos son espacios reservados exclusivamente para la tristeza y el dolor, y que de la alegría y el regocijo no se desprenden grandes cosas.


Igualmente vamos a intentarlo, a ver qué sale.





Improvisando una lluvia de ideas de un solo miembro –como les gusta decir a los publicistas y afines, una “brainstorming”-, y tratando de encontrar un tema disparador sobre el cual cimentar mi saludo festivo, me viene a la mente una palabra: SOLIDARIDAD.


Se que no descubro nada si digo que la sociedad está en crisis. Cada uno de nosotros, y aunque a muchos nos cueste reconocerlo, estamos en crisis. Nuestras instituciones, esas que alguna vez creamos para posibilitar una convivencia armónica y civilizada, están en crisis. Y de yapa, y creo que en parte como consecuencia de todo esto, nuestro planeta está en crisis.


Tampoco descubro nada diciendo que esta no es una crisis natural y mucho menos casual. ¿Qué quiero decir con esto? Que no es por casualidad que estamos como estamos. No es producto del azar el hecho de que el concepto “familia”, a mi ver la más importante de las instituciones, haya perdido casi toda su sustancia. No es casual que las relaciones humanas sean cada vez más efímeras, y que al tiempo que la comunicación global entre personas ganó en cantidad, perdió en calidad. No es casual que millones de personas se mueran de hambre cada año en el planeta. No son casuales las guerras, la violencia social, la pobreza extrema con su consecuencia directa, la delincuencia; la indigencia, las drogas, y tampoco el calentamiento global. Ninguna de estas cosas es casual, sino que responden a una causa que las provoca. Y lamentablemente, nos guste o no, tenemos que admitir que el responsable de todos estos desastres, no es otro que el Hombre. Para hacerlo un poco más particular; yo, vos, él y ella. Nota: vale poner el burro primero cuando es para acusar, ¿no?


Estos son hechos actuales reflejo de un presente casi tan incierto como el futuro mismo. Los daños están hechos. Los equilibrios rotos. La conciencia casi no existe, ni la global ni la individual. Y la esperanza, que es lo último que se pierde según el dicho popular, es a modo de negro augurio, lo único que nos va quedando.


Pero bueno, aprovechemos entonces estas fechas para verle el lado positivo a la cuestión, y celebremos entonces que al menos nos queda eso. Celebremos la esperanza y de paso llenémosla de contenido. Porque una esperanza sin contenido es como un vaso vacío. ¿Que tal si le agregamos un poco de acción? ¿Qué tal si abandonamos el cómodo sillón desde donde vemos cómo todo lo que conocemos se destruye, y tomamos cartas en el asunto? ¿Qué tal si cada uno de nosotros hacemos algo al respecto? Cualquier monedita sirve ¿sabe?


Los más escépticos dicen que esto ya no tiene vuelta. A mi no me gusta ser tan tajantemente catastrófico, aunque si reconozco que está complicado. Sobre todo teniendo en cuenta la supremacía que tiene en el mundo el interés económico, por encima de todos los demás intereses. Y no hablo solo de los intereses de los gobiernos, que son obviamente los que más se notan y los que más nos llegan por televisión. Hablo también de los intereses individuales. No nos mintamos más, y reconozcamos que el interés de un país es el interés de cada uno de sus integrantes, amplificado. Es poco más culpable el gobierno de los Estados Unidos de Norteamérica, que una familia promedio de ese mismo país.


Ojo que no estoy haciendo una incitación a la revolución armada ni cosa parecida, sino una invitación pacífica a salvar nuestro planeta, y de paso a nosotros mismos. Pero algunas inacciones son tan hijas de la desinformación, de la inconciencia, y por sobre todo de la costumbre, que casi parece imposible derrotarlas. Hablo de pequeñas cosas, no de grandes hazañas. Ir al supermercado con bolsos propios –del tipo chismoso, ¿se acuerda vecina?-, nos parece a esta altura una ridiculez y un motivo de vergüenza, pero cuánta basura menos dejaríamos a las nuevas generaciones si lo hiciéramos. Es solo cuestión de pensar en los demás; en nuestros hijos y nietos, y en los hijos y nietos de todos. O usar sólo la energía necesaria. El planeta se nos está calentando, y nosotros no aflojamos ni una lamparita. Somos testarudos por demás, y realmente muy poco previsores. ¿Por qué razón nos cuesta tanto creer que mañana la Tierra tal y como la conocemos no va a estar más, si seguimos este camino? Debe ser por aquello de que si no lo veo no lo creo, supongo. Lástima que cuando lo veamos, ahí si ya va a ser demasiado tarde. Terremotos, maremotos, ciclones, tifones, huracanes, tsunamis, etc. ¿No son acaso estos, avisos suficientes? Estamos en la cumbre de la pirámide evolutiva, dicen. Yo diría que estamos más bien en la cumbre de la necedad y la estupidez.


La famosa sociedad de consumo nos está consumiendo. Nos está fagocitando con planeta y todo, y aunque lo vemos, no damos ni un paso atrás. Parece que preferimos morir poniéndole nafta al auto, antes que comprarnos una bicicleta. Reventar los estómagos de nuestros hijos con comida chatarra, antes que tomarnos el trabajo de asegurarles una dieta balanceada, o al menos natural.


Intereses económicos, esa es la verdad de la milanesa. Es el DIOS DINERO el que gobierna toda actividad humana. Somos tan estúpidos que tampoco nos damos cuenta que quizás en menos generaciones de las que pensamos, el bendito dinero ya no nos va a servir para nada. No va haber dinero capaz de volver a poner hielo en los polos. No va a haber dinero capaz de comprar el agua dulce que ya no va a existir. No va a haber dinero que reviva las cientos de especies de animales y vegetales que ya hoy se están extinguiendo. No va a haber dinero capaz de volver a regenerar la capa de ozono. No va a haber dinero que pueda hacer bajar el nivel de los océanos que cubrirán casi todo lo que hoy conocemos como tierra firme, y sobre la cual se erigen nuestras sociedades. No va a haber dinero para comprar otro planetita por acá cerca, y si lo hay, va a ser para un grupo tan selecto como reducido de personas, entre los cuales seguramente no vamos a estar ni vos ni yo.


Ustedes estarán diciendo que me volví loco, enviando un mensaje de fin de año tan apocalíptico. Pero es que de lo que se trata en estas fechas, creo yo, es de reflexionar sobre el curso de cada una de nuestras vidas; ver lo que hicimos en el año que se está yendo, y pensar en lo que haremos en el que comienza. Y bueno, quizás de eso se trate. De detenernos un momento a pensar, no ya en el auto que me compraré en el 2010, sino en qué mundo les dejaré a mis hijos.


Pensar en cosas como enseñarles a no ser una especie tan depredadora como lo hemos sido nosotros durante siglos. Enseñarles que tiene mucho más valor una mano que una pala. Transmitirles que es mil veces más importante un abrazo que un mensaje de texto. Una palabra que un e-mail. Convencerlos de que no hay refugio más efectivo ante las contingencias de la vida, que los brazos extendidos de una familia. Que no hay arma más efectiva contra la injusticia y la desigualdad, que la solidaridad. Asegurarles que no hay droga capaz siquiera de imitar, las cosquillas en la panza que te hace sentir ese primer beso de amor. Ponerlos al tanto de que no hay espectáculo más maravilloso que el milagro de la vida. Que no hay sensación más placentera que estar tirado sobre el pasto verde, mirando las estrellas.


Hacerles entender de una vez por todas, lo que nosotros, con toda nuestra tecnología, no hemos podido: que la vida en sí misma es un regalo tan maravilloso, que cada minuto de ella es digno de ser disfrutado a pleno. Y que esto no es posible si estamos todo el tiempo preocupados en cambiar de teléfono celular, o de andar corriendo atrás de las modas.


Mucho menos será posible, si nos despertamos mañana, y el lugar en donde todas estas maravillas tienen lugar, ya no existe.



FELIZ 2010 PARA TODOS



sábado, 19 de diciembre de 2009

TRES O CUATRO CAJITAS

Por Hernán Barrios


SE LO QUE HICISTE LA MUDANZA PASADA


Serán tres o cuatro cajitas, como mucho”-, me dijo mi amigo Juver cuando me invitó amablemente a ayudarlo en su mudanza. Los lectores que han seguido este espacio desde sus inicios, sabrán que las múltiples malas experiencias en el ramo, ya deberían haberme enseñado algo con respecto al tema mudanza de amigos, pero déjenme decirles que no es así. En contra de todo pronóstico, confieso aquí y con la frente bien en alto, que sigo siendo el mismo crédulo (por no decir pelotudo) de siempre. Paso a contarles.


Resulta que el tipo tenía que dejar la casa en la que vivía desde hacía algunos años, por lo que hacía unos tres meses estaba en campaña de buscar un nuevo lugar en donde vivir. Mi boca, la cual suele tener la mala costumbre de actuar antes que mi cerebro, ya había puesto todo el cuerpo que la rodea, a disposición del migratorio individuo. La cosa es que cuando quise acordar, ya estaba totalmente comprometido para dicha tarea, y sin la más mínima posibilidad de desdecirme. Es por esto que no tuve más remedio que hacerme a la idea de que llegado el momento, iba a tener que cinchar como negro chico. Así lo hice pues.


El hombre recién había empezado a buscar apartamento cuando mi boca hizo este pacto, y yo sabía que dicha tarea le iba a llevar un tiempo prudencial. “Lo único que te pido es que me avises con algo de tiempo”- fue la única y humilde condición que le puse a mi nómade amigo, concibiendo como “algo de tiempo”, por lo menos una semana. Bueno, ésta fue la primera de una larga serie de hechos que no se cumplieron.


Como dije antes, la búsqueda le llevó algo así como tres meses, pero él me avisó el sábado pasado, de tarde, que se mudaba al otro día (domingo) a las 8 de la mañana. ¡Mierda! ¿Pueden creer semejante crueldad? ¡Un domingo a las 8 de la mañana! A partir de ese momento, el tema ya dejó de ser un favor común y corriente, y se convirtió en un sacrificio de dimensiones épicas, de esos que se hacen pocas veces en la vida. Para ser más gráficos, y para que la barra masculina me entienda mejor, era como una de esas proezas que uno hace por una señorita, cuando aún no ha pasado nada de aquello, y andamos en procura de que pase. ¿Se entiende no? Bueno, algo así era lo que tenía que hacer por mi amigo, pero sin la mina, y sin aquello como premio. De todas maneras, con los ojos inyectados en sangre pero fiel a mi filosofía amistística, le dije que contara conmigo. Y me fui para mi casa, caliente.


Como era de esperarse, y como suele suceder en estas ocasiones, de la numerosa cuadrilla de brazos que a priori habían comprometido su presencia en el evento, quedamos menos de cuatro (personas; brazos unos ocho). Y eso, porque un par de ellos tenían tan estrechos lazos familiares con el titular de la mudanza, que hacían casi imposible su no presencia; porque de no haber sido así, la cuadrilla se habría reducido drásticamente a dos nomás. Al otro día a las siete de la mañana, y a solicitud mía, el despertador no tuvo más remedio que recordarme el compromiso contraído, por lo que me tiré de un salto de la cama, y puse proa hacia la parada del Bondi.


Tempranito nomás empezaron los problemas. Escuchen (o mejor lean), la frase que me había tirado mi amigo el día anterior, junto con la noticia de que se mudaba: “Trata de llegar un poco antes de las ocho, así me ayudas a bajar el lavarropas”. ¡Cric cric! No voy a comentar esta frase porque quizás haya menores leyendo este artículo, y no quiero introducir en su virgen léxico, palabras que les puedan traer complicaciones con sus señores padres. Pero creo que los avezados lectores sabrán decodificar mi silencio. La cosa es que mi intención igual era estar ahí antes de las ocho, pero resulta que no conté con que el sistema público de transporte capitalino iba a ponerse en mi contra esa mañana. Siete y quince estaba yo en la parada esperando el dichoso ómnibus, el cual no pasó sino hasta pasadas las 7.50, hecho que obviamente me hizo no llegar a la cita en tiempo y forma. De todas maneras, 8.05 estaba tocando timbre en la casa de mi amigo.


Ta, dije yo, lo menos que puede hacer el individuo, como forma de reparar en parte el hecho de haberme hecho salir de la cama a una hora tan desproporcionada, es esperarme con el mate recién ensillado, y unos bizcochos calentitos. Bueno… lo que encontré a mi llegada fue esto (suerte que andaba con mi celular que no me deja mentir):





Me esperó igual para la bajada del lavarropas, de bueno que es nomás. Supongo que todos lo sabrán, pero por las dudas les cuento que el lavarropas no es un hueso fácil de roer. Tiene adentro unos bloques de cemento que pesan como la gran puta. Eso, además de ser un aparato que por su desproporcionada cuadratura, es ya de por sí difícil de asir, y por ende incómodo de transportar. No entiendo por qué razón los hijos de puta que hacen lavarropas no le hacen aunque esa unas manijas, para poder meterle mano más cómodamente. O unas ruedas al menos. No, los hacen como de 380 atmósferas de peso, y encima herméticos. Bueno, la cosa es que al aparato en cuestión lo bajamos desde el dormitorio del amigazo, por una escalerita de hierro de no más de 40 cms de ancho y unos 85º de inclinación, solo dos personas. Tal como se desprende de la sintaxis de la oración anterior, yo fui una de ellas, obvio.


Bueno, para no hacer demasiado extenso el relato, les cuento que luego siguieron toda una serie de enceres, algunos más pesados que otros, los cuales fuimos sacando hacia la vereda, para ir ganando tiempo antes de que llegara el camión del fletero. Un par de cuatro puntualizaciones al respecto.


1) El fletero que había prometido estar a las 8 de la mañana en la puerta, llegó 9:30.


2) Las tres o cuatro cajitas en que consistía la mudanza, se transformaron como por arte de magia en una infinidad de cosas casi tan imposibles de describir como de transportar.


3) Mientras los serviciales seis brazos (dos de ellos femeninos) sacábamos la casa para la vereda, el titular de la causa se pasó todo el tiempo parapetado y escondido, haciendo como que desarmaba una cama.



4) El camión del fletero, en el que teníamos que transportar todos los muebles de la casa, parece que se mojó en el camino y se encogió, quedando reducido a esto:






No es por hablar mal de mi amigo (cosa que jamás haría), pero supongo que el proyecto de vehículo ese debe de haber sido más barato que un camión como la gente, que es el vehículo ideal para este tipo de cuestiones. Encima, presten por favor atención al detalle del cartel en el costado de la camioneta. Los FLETES son un precio; pero en este caso era un FLETESITO, que sale más o menos la mitad.





Y bueno, me salió ahorrativo el amigo. Mano de obra, gratis. Ingesta alimenticia del personal, ínfima. Costo del flete, no más caro que una carretilla vieja. ¡Ay Dios! ¡Qué domingo!


Debido a la habilidad del fletero para acomodar las cosas en el aparato ese, solo hubo que hacer dos viajes. Todo un milagro les digo. La sorpresa fue cuando llegamos al lugar de destino, que justo es decirlo, no quedaba demasiado lejos del de partida. ¡Segundo piso por escalera! ¡Noooooooo! Cuando vi este panorama, por un momento sentí la imperiosa necesidad de tirarme debajo de la camioneta y terminar con todo este suplicio. Pero luego de un momento reaccioné y me di cuenta de que aún tenía cosas importantes por las cuales seguir luchando: el ropero y la heladera por ejemplo.


Y ahí empezamos las hormiguitas a bajar de la camioneta y subir al segundo piso por escalera (repito), todas y cada una de las porquerías de mi ex amigo. Y cuando digo hormiguitas, me refiero a todos menos a él, ya que cuando quisimos acordar había desaparecido del lugar de los hechos. Más tarde nos enteramos por su hermana, de que había vuelto al sitio de partida, a “arreglar algunas cositas”. “Debe haber ido a buscar un par de cervezas frías para que nos refresquemos”- fue lo primero que pensé al notar su ausencia, ya que habíamos trabajado como burros y lo único que habíamos tomado eran un par de mates fríos, hacía como tres horas. Pero al demorarse su regreso, y al llegar nuestros cuerpos extenuados casi al punto de deshidratación, tuvimos que hacernos cargo también nosotros de ese tema. Allá como a las dos horas apareció mi conocido, con cara de yo no fui.


Bueno, a eso de las once de la mañana, terminó la odisea. Acabamos los esclavos de tirar todo para adentro del apartamento, dimos fondo blanco a las cervezas, agradecimos la amable invitación, y nos retiramos cada cual para su casa.


¿Qué me quedó de esta experiencia? Un dolor de espaldas, brazos y piernas que me acompañó toda la semana. Un amor por las cervezas frías que aún hoy, sigue en aumento. Una fobia por los camiones chiquitos, los lavarropas y los segundos pisos por escaleras, que no puedo disimular. La renovada promesa que he hecho una y mil veces, y que el tiempo una y mil veces me ha hecho olvidar, de no volver a ofrecerme para ayudar en otra mudanza.


Pero por sobre todo y más importante que todo lo anterior, la satisfacción de haber podido ayudar a un amigo, en una situación difícil de su vida.



OTRA MUDANZA:


Réquiem de una mudanza anunciada



martes, 1 de diciembre de 2009

JOSÉ MUJICA: UN PRESIDENTE DE A PIE

De Hernán Barrios


Como todo el mundo sabe, el domingo próximo pasado el pueblo Uruguayo, en un acto eleccionario de ribetes ejemplares, ha elegido a su presidente Nº 40. Pero como considero que no corresponde a este humilde espacio desarrollar tal noticia, ya que la misma ya ha sido largamente difundida por los más importantes medios de comunicación del mundo, me gustaría referirme un poco, y cómodamente parapetado en la plataforma de subjetividad que este tipo de espacio otorga, a las características particulares de la persona que ha sido designada para dicho cargo.


JOSE "PEPE" MUJICA


EL HOMBRE, VIDA Y OBRA

Mujica, nació en 1934 en un hogar de modestos chacareros de la zona periférica de Montevideo. Comenzó su militancia de adolescente, en el movimiento estudiantil de izquierda. Interrumpió sus estudios sin terminar el ciclo de enseñanza secundaria y en las primeras elecciones que vota lo hace por el Partido Socialista. Poco después acompaña activamente la formación de un "ala progresista" del tradicional y entonces gobernante Partido Nacional.

A mediados de los 60 Mujica abandona el Partido Nacional y toma una determinación radical de la que no se arrepiente: ingresa al incipiente Movimiento de Liberación Nacional (MLN), Tupamaros.

En esa organización Mujica participa en audaces operativos guerrilleros al tiempo que trabaja en su chacra, hasta que, requerido por la Policía, se refugia en la clandestinidad.

El actual senador prefiere no hablar de su pasado pero es sabido que fue herido de seis balazos, apresado cuatro veces y que se fugó en dos oportunidades de la cárcel de Punta Carretas. En total Mujica pasó casi 15 años de su vida en prisión. Su último período de detención duró nada menos que trece años, entre 1972 y 1985, y fue particularmente duro. El hoy senador fue uno de los dirigentes tupamaros que la dictadura cívico militar que se instaló en Uruguay en junio de 1973 tomó como "rehenes": serían ejecutados en caso de que su organización retomara las acciones armadas. En esa condición, pautada por un aislamiento absoluto y condiciones de detención infrahumanas, Mujica permaneció durante once años.
Acerca de este tiempo, él cuenta:

"Formaba parte del grupo "los rehenes" que nos rotaban por las unidades militares y en una de ellas estuvimos cerca de dos años en un pozo subterráneo, sin movilidad. Aislados del mundo y de nuestros afectos. El síntoma más evidente de vida era siete ranitas a las cuales las alimentaba con miguitas de pan. ¿Sabés que las hormigas gritan? Lo descubrí al ponerlas en el oído para entretenerme. Y, por qué no admitirlo, ciertos gestos solidarios de algunos soldados tocados ante la siniestra represión que se animaban a intercambiar un par de palabras o darnos una manzana, un huevo. Tuve siete años sin leer nada, salvo unos pedazos de diarios.
En el interín para comunicarnos apelamos al Morse. También con voces, estornudos, nos pasábamos señales de vida. El sueño nuestro cuando nos sacaban al baño era encontrar en vez de papel higiénico pedazos de diarios viejos para saber que pasaba afuera. El "Ñato" Fernández Huidobro les hacía dibujo de los jugadores de fútbol famosos y se los canjeaba a los guardias por yerba o tabaco; otros le escribían cartas de amor para las novias de los soldados. Formas de sobrevivencia... En los primeros tiempos durante meses estuvimos con las manos atadas en la espalda con alambres. Para nosotros el sol fue saliendo de poquito y la primera vez, lo sentí hasta las lágrimas
."
Cuando el Uruguay recobra su institucionalidad, en 1985, y a pocos días de salir en libertad Mujica, en nombre del MLN, adelanta en un acto público pautas de lo que será su conducta política –y la de su organización– en el futuro:
"No tenemos línea. No podemos tenerla porque nuestros cerebros están ignorantes: muchos años sin nada. No venimos a llorar nuestros dolores ni nuestras penas (...) El puñado de viejos tupamaros que va quedando tiene claro que apenas es un palito que debe funcionar para que la colmena se aglomere en rededor". Pero advierte que "lo esencial no es el palito sino la colmena". La lucha armada ya era cosa del pasado. El camino institucional, sostiene Mujica, era el único que podía tomar su organización, ya que de lo contrario los ex guerrilleros debían "sentarse en el cordón de la vereda a tirar piedras a los que pasan".

Tras algunos años de la apertura democrática crea junto con otros referentes del MLN el Movimiento de liberación popular (M.P.P.), dentro del Frente Amplio, que en las elecciones de 2004, obtuvo cerca de 300 mil votos, siendo la fuerza más votada dentro del actual partido de gobierno.
Cómo se define él:

"El Pepe Mujica es un veterano, un viejo que tiene unos cuantos años de cárcel, de tiros en el lomo, un tipo que se ha equivocado mucho, como su generación, medio terco, porfiado, y que trata hasta donde puede de ser coherente con lo que piensa, todos los días del año y todos los años de la vida. Y que se siente muy feliz, entre otras razones, por contribuir a representar humildemente a quienes no están, y deberían estar. Por ellos, estamos nosotros y están ustedes con la revista, entre tanta gente que no ha arriado las banderas. Yo discrepo con Bertolt Brecht porque no hay hombres imprescindibles, sino causas imprescindibles, caminos imprescindibles. La historia es una construcción tremendamente colectiva. Y en eso andamos, cada cual aporta su granito. Quienes no cultivan la memoria, no desafían al poder. Es una herramienta más para construir el futuro, que pese a quien le pese es nuestro, porque no nos pudieron derrotar."

"Y fuimos creciendo y equivocándonos mucho, cometiendo errores, cayendo mil veces, volviéndonos a levantar porque el progreso humano es posible. Solo que el progreso humano cuesta esfuerzo humano."

"Somos el pueblo más envejecido en América Latina, atención el pueblo más envejecido de América Latina, tenemos la tasa de natalidad más pobre de América Latina... Quien se va a hacer cargo de los viejos si los jóvenes permanecen arruinados? Cual es el destino que tiene nuestra sociedad y nuestro país? No hay otra respuesta que invertir en la cabeza de nuestros muchachos una fortuna, porque ese es el instrumento para un aumento posible de la productividad media"

"Porque ha llegado la hora de construir (la unidad latinoamericana), como soñaban los viejos libertadores y va a costar mucho, porque los gobiernos somos repugnantes; y tenemos nuestro espíritu de cuadro chico y pequeño, y nacionalista; y no me gusta aquel porque tiene el ojo torcido y este por lo otro, si es así, es así. Pero es lo que hay valor, son pedazos de nosotros mismos." "Porque al mismo tiempo y acá hay gente trabajadora, si permanecemos desunidos, vamos contra la especie humana. En china ya están trabajando 11 horas por día, y te dan libre el día que les viene bien a la patronal. Hay uruguayos que hace poco anduvieron en una fabrica, en una de las fabricas más grande de la India visitando, y salieron como disparando, los capataces usan palos de béisbol; si ese es el futuro de la clase obrera, que se vayan, por favor. Hablar de competencia y de globalización con trabajadores que tienen que vivir en esas condiciones, es retroceso de la especie humana”.

"Finalmente la vida es una escalera infinita, pertenezco a una generación de viejos luchadores que alguna vez quiso cambiar el mundo en el que vivía. Tuvimos que aprender y sufrir con muchas derrotas. No tengo cuentas para cobrarle a nadie, no tengo deudas. No seré parte de un gobierno que cultive el odio, nunca. Podré cultivar la pasión, la pasión hasta en los errores pero no siembro odio, no debo de sembrar odio, en una pequeña nación que necesita por encima de todas las cosas un horizonte en común… No uso corbata y me gusta la campera, pero no desprecio a los que les gusta el traje y la corbata. Pertenezco al mundo de los de abajo, pertenezco en cuerpo y alma al mundo de los de abajo, porque soy sencillo… No preciso mucho para ser feliz más bien lo contrario podría decir que mucho equipaje no me gusta porque me complica la vida… el máximo de libertad humana que hay en este planeta es que cada cual sin joder al otro viva en su real saber y entender, prefiero morir livianito de equipaje para ese largo viaje que no tiene retorno. ... Derrotado, esto se lo digo a los jóvenes, derrotado son los que bajan los brazos y dejan de luchar, el que lucha nunca es derrotado... pero si hay un grupo de paisanas y paisanos, y de amigos que luego de un entierro, que algún día habrá, levantan la bandera y compromete su vida, en una lucha eterna por el progreso humano, todas las derrotas estarán compensadas. Por eso compatriotas, por eso frenteamplistas, la vida es generosa, es hermosa a pesar de sus abdicaciones, de sus traición, de nuestras humanas derrotas, de los dolores que nos tocan por allí y por allá."

UN POCO DE MATERIAL DE VIDEO








REFLEXIÓN FINAL

Bueno, como podemos ver, el hombre que la ciudadanía ha designado para marcar, junto con otros, los lineamientos generales del país en los próximos cinco años, es, como lo dice el título de este artículo, un hombre de a pie. Es más, me animaría a sentenciar sin temor a equivocarme, que es el más de a pie de todos los presidentes que ha tenido el Uruguay.

Pero, ¿qué quiero decir con esto de hombre de a pie? Pues nada más y nada menos, que es la persona más parecida y consonante con el ciudadano común, silvestre y ordinario (entendiendo por ordinario, algo que está dentro de los parámetros medios de la normalidad), que ha tenido el país en su máximo cargo público. No quiero que se entienda como que estoy haciendo referencia a esta particularidad de Mujica como una virtud, sino que menciono esta característica simplemente, porque considero que es la que mejor refleja su forma de ser y sentir, y por ende de actuar. Además, creo que es justamente esta característica, junto con otras, la que ha llevado al pueblo a darle su voto de confianza en los pasados comicios.

Aparentemente, la mayor parte de la ciudadanía ha querido que sea alguien igual a ella, la persona que se encargue de resolver los problemas del país, imagino que por suponer que esta condición le dará mayor sensibilidad a la hora de ponerse en su piel. Pero como contrapartida, es justamente este particular y folclórico modo de ser, el que genera resquemores y hasta desprecio, entre sus detractores. No son pocas las voces que se levantan a coro diciendo que no es posible tener un presidente con la vestimenta y el peinado compitiendo por ver cual de los dos está más desalineado; o hablando en un lenguaje para nada académico; o apartándose lo más posible de los protocolos. Tanto es así, que hasta su contrincante político directo en las pasadas elecciones, ha hecho referencia a la casa de Mujica en declaraciones a la prensa, tildándola de “sucucho” (aclaro para los lectores de fuera de fronteras, que este vocablo se usa en nuestro país en forma despectiva para hacer referencia a una casa de bajo costo, rotosa y de condición humilde).

En definitiva, parece ser que para este sector de la población es más importante el envase que el contenido. Está tan inoculada en nuestras venas la imagen del presidente de saco y corbata, que llegamos al extremo de priorizar eso, antes que a la persona que hay debajo.

Es bien cierto que en la sociedad actual, la imagen es importante. Yo diría, asquerosamente importante. Y cómo no va a ser así, si esta importancia de la imagen es lejos, unos de los negocios más redituables del mundo. Cosmética, productos para el cabello, tintas, pinturas, moda, y la más mortal de todas, dietas. El gigante y abominable aparato de la estética nos ha hecho creer que si alguien no es lindo, flaco, joven y está bien vestido, no está apto para triunfar en el mundo real. Todos sabemos esto, aunque es tanto el poder que las campañas publicitarias ejercen sobre la mayoría de nosotros, que no somos capaces de liberarnos de este estado de semi-hipnosis, en el que pasamos la vida.

Pero a lo que iba en un principio, es a darles la noticia de que José Mujica pertenece al selecto grupo de personas que no ha podido ser hipnotizado por el aparato antes mencionado. La maquinaria comunicacional que tritura mentes y abre billeteras con brutal maestría, no ha sido capaz de transformar un ápice, los firmes valores sociales y humanos de esta persona. Los largos brazos del aparato capitalista que reina en el mundo y a todos nos obliga y oprime, se han cansado de tocarle a la puerta de su viejo televisor sin señal de cable, o de su destartalada radio Spica que solo capta AM, sin obtener de él, el más mínimo rédito económico. ¿Eso lo hace menos, querido lectores? Yo diría que lo hace más, mucho más.

En definitiva, la cosa es que a partir de marzo del año próximo, nuestro hermoso país estará dirigido por una persona que ha demostrado en lo cotidiano su honestidad y sinceridad. Una persona con una experiencia de vida larga e intensa, que a muchos nos queda grande. Una persona cuya principal preocupación podemos estar seguros siempre van a ser las personas más rezagadas en la escala social. Una persona a la cual no le interesa en lo absoluto su bienestar económico. Una persona que disfruta de sobremanera de las pequeñas grandes cosas de la vida, esa de las cuales muchos nos llenamos la boca hablando, y casi ninguno ni nosotros siquiera conocemos. Una persona con una sensibilidad y un compromiso social tan importante, que lo llevó a sacrificar gran parte de su vida y juventud. Una persona que quizás por su edad, y a pesar de haber tenido que soportar los más horrendos vejámenes en los años de reclusión, expresa cada vez que tiene oportunidad, que no guarda rencor hacia nadie. Una persona con una visión macro de la sociedad y de la humanidad toda, que lo hace muchas veces ser incomprendido por el resto de los mortales. Una persona con la enorme humildad que tienen los que saben mucho, de reconocer que sabe muy poco, y que por ende es prioridad fundamental rodearse de gente especializada en cada uno de los temas a resolver.

Yo tengo la seguridad estimados amigos, de que a nuestro querido país le esperan cinco años de crecimiento y mejora en todos los aspectos. Pero en el caso de que no sea así, estaré tranquilo de que este fracaso no será consecuencia de malas intenciones, sino en todo caso de malas decisiones, tomadas con la mejor intención. Y esto, desde mi punto de vista, es mucho más “tolerable” y/o “perdonable, que lo que ha sucedido en este país durante muchos años.

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