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martes, 31 de mayo de 2011

CRÍTICA AL PERIODISMO_análisis

Por Hernán Barrios

PRÓLOGO


En su artículo CRÍTICA AL PERIODISMO, Umberto Eco realiza un análisis bastante pormenorizado -y a mi juicio acertado-, sobre el papel de los medios de comunicación masiva -básicamente prensa- en el contexto social, además de un detalle cronológico de cómo éstos han ido cambiando sus formas y estrategias comunicativas, a lo largo del tiempo. En esta línea, Eco desmenuza ciertos temas como la objetividad de las noticias, la tematización de las mismas, el lenguaje utilizado, el volumen noticioso y la profundidad del contenido, la relación amor-odio entre la prensa y la televisión, entre otros.


Pero en este contexto, y dada la vastedad temática pasible de ser desarrollada, es mi intención abocarme a tres tópicos que considero interesantes e importantes por partes iguales; la misión de los medios, la agenda y la tematización de la información como una de las estrategias para cumplir dicha misión, y la aparición de fuentes alternativas de noticias. Este último tema fue abordado muy sucintamente por Eco en su artículo, aunque no por eso en forma desacertada, intuyo yo por encontrarse este fenómeno en ciernes en el momento de ser escrito.


Para finalizar este prólogo, considero oportuno aclarar que el análisis que inmediatamente voy a desarrollar, va a ser un análisis global del conjunto de los medios de comunicación masiva, y no un análisis discriminado por tipo de medio, ya que el hacerlo de esta última forma requeriría un espacio con el que no adecuado para este medio.



MISIÓN DE LOS MEDIOS


Dice Eco: “la función del cuarto poder es ciertamente la de controlar y criticar a los otros poderes tradicionales”.


En mi modesto entender, diría que esta es una de las funciones de los medios, o en todo caso una de las más necesarias e importantes, dentro de una misión superior que es la de informar a la sociedad. Para controlar y criticar a los poderes tradicionales como instituciones, o a alguno de sus miembros, están los diferentes actores políticos creados y colocados estratégicamente en ciertos lugares, para ese fin. Pero el papel fundamental de los medios en general, y de la prensa en particular, es la de informar a las masas, debiendo ser ese ejercicio informativo, una aproximación lo más cercana posible a la realidad, y por ende a la objetividad.


El poder de los medios, y de ahí su magnánimo apodo de Cuarto Poder, radica en que su masividad los hace generadores espontáneos de opinión, y en algunos casos de acción. Los medios no tienen poder en sí mismos, sino que lo que tienen es la capacidad técnica de convencer a las masas, para que actúen en su nombre, o bajo la bandera de alguna causa determinada. Esta capacidad es suficiente para convertirlos en centros de poder más que respetados dentro del esquema socio-político de una sociedad, amados por unos y odiados por otros, dependiendo de los intereses de cada parte. La historia reciente del mundo está plagada de muestras de este poder, que van desde la caída de presidentes (Watergate), hasta el reclamo de los vecinos, de un semáforo en una esquina cualquiera. Nos deslizamos por un límite peligroso en donde parecería que lo que no está en la agenda de los medios, no existe, o al menos no importa.



LA AGENDA


Este último pensamiento me permite avanzar hacia el segundo punto de este análisis, la agenda de los medios, también conocida como agenda setting.


Dice Cohen: “los medios pueden no decirnos cómo pensar sobre un determinado tema, pero sí nos dicen sobre qué tema pensar”.


Considero que esta frase es tan sabia como real, aunque en realidad me veo tentado a poner en tela de juicio la primera parte del enunciado. Los medios en general sí intentan decirnos de qué lado ubicarnos frente a un tema determinado, y depende exclusivamente de nosotros el éxito o el fracaso de su intento. Quizás sea algo arriesgado de mi parte, pero me atrevería incluso a agregar que en determinados contextos sociales y en determinadas sociedades, es tanta la credulidad para con los medios (sobre todo con la televisión), que sus efectos evangelizadores tiene un porcentaje de efectividad mucho más alto de lo que creemos.


La agenda de un medio es la que marca cual información se difunde y cual no, en qué orden, con qué prioridad, cuáles se destacan y de qué manera, cómo se agrupan las noticias, etc. Eco pone en su artículo claros ejemplos sobre el tema, pero me permito agregar algunos que me vienen a la mente en estos momentos. Canal 4 de Uruguay está dedicando un espacio muy importante de sus informativos, al problema de la inseguridad y la violencia social. Un espectador desprevenido que vea tan solo éste espacio noticioso, sin duda caería rápidamente en la cuenta de que en Uruguay, y particularmente en Montevideo, no se puede vivir. Directivos del medio han reconocido públicamente este hecho, pero aducen primero, que sus espacios son fiel reflejo de la realidad, y segundo, que lo hacen porque es eso lo que la gente quiere consumir. Atado a éste, el problema de la minoridad es otro tema que ha sido puesto en la agenda pública por algunos medios, presionando a la clase política a atender el tema y tomar medidas al respecto. El otro día sin ir más lejos, leí una información reciente del Ministerio del Interior, en el cual decía que los menores infractores considerados peligrosos, son en total 385. Pero cómo, ¿en una sociedad de 3.5 millones de personas, 385 son suficientes para cambiar una ley tan importante como la que marca la edad de imputabilidad? Obviamente no son ellos -los 385- los responsables de ésto, sino el poder amplificador y repetitivo de los medios de comunicación.


Fuera de fronteras está más que documentado y comprobado, cómo el país del norte (entre otros) ha usado, aproximadamente desde la década del 60, el poder amplificador de los medios para inclinar la opinión pública hacia un determinado lado, y poder así tomar acciones en ese sentido; generalmente militares. Basta mencionar a Iraq, con Hussein y sus armas de destrucción masiva; las dictaduras de América Latina, el Word Trade Center y ese asombroso derrumbe de las Torres Gemelas que contradijo todas las leyes de la física, etc. Me viene a la mente también la República Argentina en la guerra de las Malvinas, cuando el gobierno militar tuvo convencida a la población civil durante un buen tiempo, de que la iban ganando por destrozo.


Lo dicho, los medios influyen en las masas y luego las masa actúan en consecuencia, o simplemente dejan que los gobiernos actúen en su nombre. Estas estrategias son llevadas acabo entonces, mediante la agenda setting.



MEDIOS “ALTERNATIVOS” DE INFORMACIÓN


Parece ser un buen remedio paliativo contra el poder hipnotizador de los medios, el no aferrarse a uno solo. A Eco no le gustan las frases hechas, pero no tengo más remedio que usar una: hay que escuchar todas las campanas. La realidad que nos va a mostrar cada medio es parcial, subjetiva, sesgada, y seguramente teñida por el color político y los intereses económicos del mismo. Pero si en cambio miramos la realidad parcial que nos muestran varios medios, quizás logremos acercanos un poco más a la realidad total, y por ende a la verdad.


Pero no solo hay que escuchar todas la campanas, sino también las “campanitas”. El siglo XXI, con toda su tecnología de la información y la comunicación, pero sobre todo con el advenimiento de Internet, nos da la posibilidad de ver casi infinitas visiones de un mismo hecho. Los medios de comunicación emergentes en la Web, que son casi tantos como usuarios hay en la misma, le están quitando potencia y protagonismo a los grandes medios masivos internacionales. Hoy una persona de edad media hacia abajo, no se conforma con la versión que le da la CNN sobre la catástrofe ocurrida en Japón, sino que va a Youtube y mira videos subidos a ese portal, por los propios damnificados de la tragedia. La gente joven está más alerta y no se deja convencer tan fácilmente como antes, y en este sentido las vías de comunicación alternativas están teniendo mucho que ver.


Pero ojo que no todo es color de rosa con este fenómeno. Como bien lo advierte Eco en la última parte de su artículo, el exceso de información es casi tan inefectivo como la ausencia de ella. Esto ha quedado demostrado hace muy poco tiempo, cuando un sitio web de noticias, en asociación con algunos de los más importantes medios de prensa internacionales, sacó a la luz pública revelaciones políticas y de otros órdenes, que en otro tiempo habrían echado por tierra a gobiernos enteros. Estoy hablando de Wikileaks. Sin embargo, el caudal de información derramado fue tan abrumador, que el efecto se disipó en pocos meses, y no pasó mucho más que de un poco de barullo mediático, que rápidamente se fue desvaneciendo. Y lo peor de todo, es que ninguna de las personas responsables de las atrocidades que allí se denunciaron, fue llevada a juicio.


Tratando de dar un cierre a estas cuestiones, creo que podemos concluir que el poder y la influencia de los medios de comunicación masiva, en todas las esferas de la vida de un país, es innegable. Aunque también creo que no está errado decir, que dicho poder va decreciendo a medida que los medios alternativos van ganando terreno.


La verdad exacta sobre cada hecho que ocurre en el mundo, nunca la vamos a saber, seguramente porque quizás la “verdad” como hecho irrefutable, directamente no exista. Sí podemos aspirar en todo caso, a obtener una versión lo más aproximada posible de la misma. Y en pos de conseguir este objetivo, creo yo, es que tenemos que concentrar y dirigir nuestros esfuerzos.

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