Otro año llega a su fin.
Pero no uno cualquiera, sino el 2012, el que supuestamente y para nosotros los
terrícolas iba a ser el último. Recuerdo
que escribí sobre esto hace ya casi un año en el artículo titulado A VIVIR QUE SE TERMINA EL MUNDO. Pero el tema es que, a pesar de
que las cosas están bastante jodidas en el planeta, todavía estamos acá,
vivitos y coleando. Por ende y ante la evidente imposibilidad de zafar del
compromiso, ha llegado el momento de volver a escribir un nuevo saludo de
bienvenida al año que comienza.
Pero en esta oportunidad
y por primera vez, he decidido copiar un cuento de otra persona. ¿Por qué lo
hago? Porque la historia que voy a compartir transmite, exactamente, los
sentimientos que me acompañan este fin de año y que quiero evocar, y porque yo
no podría, por más que lo intentara, hacerlo mejor.
Lo que voy a transcribir
es el capítulo final del último libro del licenciado Gabriel Rolón, titulado Encuentros (El lado B del amor). Este libro llegó a
mis manos vaya uno a saber si por obra y arte de la casualidad o del destino
–que son las dos opciones posibles-, y tuvo la enorme virtud de hacerme
reflexionar sobre temas tan cotidianos y complejos como lo son el amor, las
relaciones humanas, la fidelidad y su antónimo, el deseo, la pasión, la niñez, la
adultez, etc. Todo abordado desde el punto de vista de la psicología pero
explicado en un lenguaje claro y coloquial, e ilustrado con ejemplos reales
nacidos en el diván del autor.