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martes, 3 de abril de 2012

YO SUICIDA

Por Hernán Barrios



Hoy empecé a escribir un artículo sobre un hombre que había intentado suicidarse, y como me ganó el aburrimiento, terminé tratando de imaginar mi propia partida de este mundo por mano propia. *Antes de que suene la alarma familiar, y mi madre me llame al celular hecha una loca, aclaro que no está en mi horizonte temporal tomar una medida de este tipo. Se trata tan solo de un inocente ejercicio mental para descubrir, de acuerdo a mi personalidad, cual sería la forma más “sana” y menos traumática de terminar con mi vida.

Lo primero que me viene a la mente es en realidad lo que sé que no haría: tirarme desde un edificio. Debo reconocer muy a mi pesar, que en cuestiones de altura soy el ejemplo perfecto de mariconez globalizada a gran escala. Ya cuando sobrepaso los 32 cmts. sobre el nivel del mar, me empiezo a sentir identificado con la “sentáxis” de las canciones de Ricky Martin. *Esta forma comparativa es a título meramente ilustrativo; se solicita a la parcialidad no tomarla en forma literal. El tema en cuestión es que desde chico fui jodido para las alturas, pero la cosa ha ido empeorando con el paso de los años. En mi viva cotidiana trato disimuladamente de evitar cualquier situación que implique tener que despegarme del piso; lo hago haciéndome el distraído, mandando a otro, o directamente despareciendo de escena. Pero cuando no tengo forma de zafar, me veo obligado a recurrir al 100% de mi voluntaria racionalidad para que le gane la parada a mi vértigo, (cosa que por cierto, generalmente a duras penas consigue) y poder así llevar a cabo la tarea. En definitiva, lo último que se me ocurriría para matarme sería subirme a lo alto de un rascacielos, ya que seguramente perdería el conocimiento en la subida nomás.

Otro método que no me cae muy en gracia a la hora de pasar a mejor vida, es la inmersión. Realmente admiro a las personas esas que arrancan muy panchas desde la orilla a caminar mar adentro, y siguen nomás hasta que pasan al otro lado (entiéndase: mueren). ¡Eso sí que es voluntad, muchacho! ¡Hay que ser muy guapo para matarse despacito! Porque una cosa es juntar la fuerza suficiente para subir y tirarse desde un edificio, ya que una vez que estás en el aire no tenés chance de echarte atrás. Pero otra muy distinta es seguir chupando H2O hasta quedar panzón. El agua en sí no me asusta (tampoco crean que soy un eximio nadador, pero más o menos me revuelvo). Ahora eso de andar tragando más de la cuenta, me da como “impresión”. *Capaz que tendría que preguntarle también a Ricky. Este… perdón por el comentario. Bueno, descarto también el tema de matarme tomando agua.

La muerte por balazo en la cabeza directamente me da asco. Y no es asco propio, ya que seguramente no voy a ser yo el que vea mis tripas mentales desparramadas por todos lados, sino por los demás. ¿Qué necesidad tengo de someter a extraños (o pero aún a mi familia) a tener que presenciar semejante desagradable espectáculo? Eso por un lado, y por otro me da como miedo el hecho de no lograr el objetivo en el primer disparo, y encima no quedar conciente para efectuar el segundo. Es bastante común escuchar en los medios que una persona intentó suicidarse de un disparo en la boca, y que no solo no se mató, sino que quedó tarado, o físicamente discapacitado para toda la vida. Eso ya es el colmo de la saladura. Así que a menos que consiga dispararme con una bazuca o un cañón (cosa que seguramente será algo complicado), no voy a utilizar tampoco este medio para palmar.

Ahorcarme… no. Primero que nada está el tema del vértigo del cual hablé al principio. Sería un papelón subirme a algún lado para ahorcarme, y desmayarme antes de enrollarme la cuerda en el cogote. Y además es medio complicado el tema del nudo. Tendría que ponerme a buscar en Internet diferentes formas de hacer nudos, o sino pedirle a alguien que me enseñe. Esto último ya despertaría sospechas acerca de mis intenciones, así que lo descarto de plano. Y para aprender a hacer un nudo que sea realmente efectivo y me apriete el gañote fuerte y rápido hasta matarme, y no que tan solo me de un poco de tos, no me tengo mucha fe. Realmente nunca he sido demasiado bueno en lo que a cuestiones manuales se refiere.

Bueno, después tenemos dos formas de exterminio corporal que están socialmente ligadas al sexo femenino, las pastillas y la clásica cortada de venas. Que no se me enojen las chicas con este comentario pero, que forma de matarse más trucha. ¡No jodan ché! Todos sabemos que esa truchada no es para matarse sino para llamar la atención. Es una alerta diríamos. Así que de acuerdo a lo dicho, si alguna vez tomo la decisión de dejar este mundo cruel, no voy a optar por ninguna de estas dos formas, ya que en caso de que por casualidad me muera, voy a demorar una vida en hacerlo, y en caso de que quede vivo (que es lo más probable), me van a asociar definitivamente con el sexo femenino, y mi vida de ahí en más, será seguramente peor que antes. Por lo tanto, opción no válida.


AHORA SÍ, DESPUÉS DE TENER CLARO LO QUE NO HARÍA, ME VOY A ABOCAR A PENSAR ALGUNA ESTRATEGIA QUE SEA CONVENIENTE A MIS INTENCIONES.

Ya sé. Hasta nombre importante tiene: Muerte por intoxicación debido a la ingesta desmedida de alcohol y sustancias afines. Es fácil de implementar y encima te sentís de maravilla hasta que perdés el conocimiento; y después derechito al cielo (o a donde sea, pero derechito). Como forma de matarme es una garantía de calidad, si hasta tendría que estar certificada por el LATU. Y a la alegría que ya de por sí da agarrarse una buena y mortal curda, le puedo agregar un condimento extra que son algunas locas. Seguro botija, si ya tenés decidido mandar el mundo a la mierda, que sea a todo trapo. ¿Qué tu señora y/o novia no te lo va a perdonar jamás? Y qué importa si jamás se van a volver a ver (al menos por estos pagos terrenales); y si pasado el tiempo te la llegas a encontrar en otro sitio, seguro ya habrás tenido tiempo de inventar alguna excusa perfecta.
Otra buena es por indigestión con tortas fritas con dulce de leche y vino tinto caliente. Esa es fácil y hasta cierto punto (de la ingesta) satisfactoria. Compro 4 o 5 kilos de harina y demás ingredientes, 2 de dulce de leche, una damajuana de vino tinto lija, y me pongo a freír a toda llama. Y le entro a dar nomás: una torta, un vaso de vino. Es recomendable irlas comiendo a medida que las voy sacando del tacho, así están bien calentitas y con toda la grasa pegada; seguramente voy a necesitar una cantidad menor de tortas para estirar la pata. Ojo, todo va a depender de mi masa corporal, pero las estadísticas indican que no voy a necesitar más de 40 o 50 tortas. Una pavada.

Una que es rápida y segura, es mediante la explosión de bombitas brasileras en la bañera. Ta… reconozco que no es tan placentera como las otras, pero si la cantidad de pólvora es suficiente (digamos unas 5 o 6 mil bombitas) pasaré a mejor vida algo chamuscado, pero divertido. Estoy pensando además en darle un toque navideño a la inmolación, colgando algunos globos y armando un arbolito de navidad en el baño. Y como toque final, capaz que hasta descorcho un buen champagne antes de encender la mecha. Me gustó.

Pensando en las cosas que me dan placer, se me ocurrió una que tiene que ver con la música y que la podría titular como: muerte por aplastamiento pentagramal. No es muy práctica, algo costosa, y también algo complicada de implementar, pero yo creo que con un poco de ingenio y buena voluntad puede llegar a dar buenos resultados. Se trata simplemente de dejar caer un instrumento musical a elección desde algo así como un décimo piso (o superior), sobre mi cabeza. Quizás la mayoría estén pensando en un piano de cola, ya que todos sabemos de las condiciones aplastatorias que este noble instrumento tiene. Pero es algo difícil de conseguir y de colocar en el lugar apropiado a mis mortuorias intenciones. Por eso yo creo que como al instrumento que sea lo voy a dejar caer desde una altura por demás considerable, no va a ser necesario usar uno tan grande. A mi me parece que con un saxofón va a ser suficiente. Es un instrumento fácil de transportar y bastante pesadito como para que a alta velocidad, se me incruste en el marote como perico por su casa.

Y bueno, deben haber muchas más maneras de, llegado el caso, quitarme la vida sin tener que sufrir por ello. Meter la cabeza debajo del capot de un Ford Falcon modelo 78 y dejarlo caer. Eso es decapitación en fija. O ir hasta el puente de Fray Bentos en tanga y con una careta de Tabaré Vázquez, y meterme en plena manifestación llevando en alto una pancarta que diga “Arriba las papeleras”. Eso es muerte por ingesta de puños. ¡Ta buena! Y la dejo por acá.

Si alguno de ustedes quiere darme una mano mediante comentario con la elección de mi supuesto suicidio, bienvenida sea. Sino, tampoco me voy a morir por ello.


Les dejo un video de Les Luthiers relacionado con el tema: LOS SUICIDAS



2 comentarios:

  1. De seguro que si los suicidas tuvieran tu buen humor la tasa de suicidios se vendría abajo.
    Saludos desde Oaxaca Oax. México de Alma

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  2. Un abrazo grande hermano Mexicano y muchas gracias por pasar por acá. Nos vemos en la primera fase; suerte (para nosotros). Jaja

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Diga sin miedo lo que piensa, acá no hay censura de ninguna clase. Le sugiero igual que impere el respeto, en caso contrario difícil que pase.