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miércoles, 21 de julio de 2010

OVNI SOBRE MONTEVIDEO

Por Hernán Barrios

Sinceramente aún hoy, después de haber andado treinta y pico de años sobre la faz de La Tierra, y de haber visto un sin número de situaciones inverosímiles, no dejan de asombrarme fenómenos como el que leí en la prensa hace un rato: OVNI SOBRE MONTEVIDEO.


Tal parece que el martes pasado a eso de las cuatro de la tarde, mientras se desarrollaba la caravana de recibimiento a la selección uruguaya, un objeto volador no identificado (OVNI) fue captado por algunas cámaras fotográficas, en las inmediaciones del Palacio Legislativo.


Pero lo que me asombra en realidad no es el avistamiento en sí, ya que no es la primera vez que esto sucede, sino el contexto en el que ocurre. Soy conciente –y comparto absolutamente-, que la selección dejó una imagen más que positiva en su paso por el continente negro, causando el entusiasmo y hasta el asombro de propios y ajenos. Muestra de esto son los cientos de artículos periodísticos que se pueden encontrar a lo largo y ancho del ciberespacio, en los cuales hablan maravillas de muchos aspectos del combinado celeste, así como la infinidad de videos con los momentos más destacados de su participación en el mundial. También es de destacar la carta enviada por Joseph Blatter, presidente de FIFA, al presidente de la AUF, Sebastian Bauzá, en la que elogia el papel hecho por Uruguay, al tiempo que agradece su participación en el máximo evento futbolístico mundial. A todo esto se sumó hace un par de días, otra carta recibida en la AUF y dirigida al maestro Tabárez y sus jugadores, pero esta vez de parte de la Real Academia Española. ¿Raro no? Pero es así. Parece que esta gente de letras quedó tan bien impresionada por el correcto uso del idioma utilizado por los miembros de la delegación uruguaya, que decidió felicitarlos expresamente. ¿Qué talco? Tenemos una selección uruguaya que además de jugar bien, es entendida en cuestiones idiomáticas. ¡No es para cualquiera eh! Hasta aquí todo más que bien.


Pero que además de todo lo mencionado, que no es poca cosa, la selección uruguaya de fútbol haya despertado el interés de seres de otro planeta, ya es una cosa que no se puede creer. ¡Qué grande que sos Uruguay!


No me imagino exactamente cual será el punto en el que están interesados los locos éstos, pero seguramente deben estar tratando de llevarse algún pique para aplicarlo en los atletas de su planeta. Estoy convencido de que su primer punto de interés no está centrado en la selección en sí, sino en el resto de nosotros, y debe hacer foco más bien en cuestiones orgánico-cardíacas. Los marcianos se deben estar preguntando cómo mierda se hace, para que tres millones y pico de personas miren un partido del tipo Uruguay-Ghana, y a ninguno le explote el ventrículo izquierdo en el proceso. Me juego la cabeza que hasta para la civilización más avanzada, eso es todo un logro de la biología. En el terreno de la física de los movimientos y el rozamiento, seguramente venían con intenciones de entrevistar a Forlan, para que les pase el dato de cómo hacer doblar la trayectoria de una pelota de fútbol, en los últimos diez metros de su recorrido hacia el arco. Seguramente algún marciano experto en psiquiatría debe haber venido en el platillo ese, con la firme intención de entender la psique del más cuerdo de los locos, Sebastian Abreu; el único capaz de mandar la pelota en cámara lenta hacia el arco, en un partido a toda velocidad. Algún experto en nutrición deportiva también debe haber venido, a fin de averiguar qué carajo come el Ruso Pérez antes de cada partido, para lograr meter como mete. Seguro que los mata la curiosidad.


Supongo que los intriga también el hecho de que nuestro arquero tenga el poder mental de lograr aliarse con cosas inanimadas y aparentemente inertes, como son los tres palos que conforman el arco. Pero lo que más los debe intrigar, es el maestro Oscar W. Tabárez. Se deben haber preguntado una y otra vez cuando veían las declaraciones del técnico de la selección, mientras se desarrollaba la copa del mundo, cómo hace este tipo para mantener una línea emocional estable y sin picos expresivos de ninguna especie, ante el embate de las diversas preguntas de los periodistas. Ese es un caso que hasta a mí me gustaría analizar. Pierda o gane su equipo; esté triste o contento; cansado o fresco como una lechuga; vivo o muerto; el tipo no cambia jamás la expresión de su inexpresivo rostro, ni la potencia sonora de la emisión de su voz. Es un genio del autocontrol.


Bueno, la cuestión es que no tengo idea del por qué de la visita de estos amigos extraterrestres, pero de que la actuación de la selección uruguaya tuvo repercusiones cósmicas, no me queda absolutamente ninguna duda.


¡GRANDE URUGUAY!





domingo, 18 de julio de 2010

CUANDO UN AMIGO SE VA.

Por Hernán Barrios

El día triste trajo consigo una triste noticia. Un amigo de años se ha ido para no volver. Nos ha dejado, y aunque su partida no nos tomó por sorpresa, ya que su agonía se prolongó bastante más de la cuenta, al menos a mí, igual me cuesta mucho asumir la pérdida.


Sucede que fueron muchos años de compartir cosas; momentos importantes o intrascendentes; desafíos, alegrías; tristezas; logros; fracasos; en fin, años de compartir la vida misma. Recuerdo que nos conocimos por allá por el 2001, en momentos en que la soledad se había enquistado en mi vida con serias intenciones de quedarse. Y fue básicamente él, quién me echó una mano grande en esa difícil etapa.


Como estábamos viviendo situaciones similares, decidimos en un momento aunar esfuerzos económicos, y alquilar un pequeño apartamento en 8 de octubre y Centenario, dejando yo al fin de vivir en aquella oscura pensión de la calle Juan Paullier. Y ahí estuvimos casi cuatro años. Como dato anecdótico, recuerdo que él era bastante más prolijo que un servidor para las tareas del hogar. Su especialidad, lavar ropa. No sé por qué, pero realmente lo hacía muy bien. Yo colaboraba un poco con la tarea, pero en realidad era él el que hacía todo el trabajo.


Cuando nos tuvimos que ir de ahí, seguimos alquilando juntos y nos fuimos a otro apartamento dentro de la misma zona. Y fue allí, y cuando ya hacía varios meses que estábamos viviendo en él, que mi amigo empezó con algunos problemitas de salud. Al principio fueron pequeños altercados carentes de importancia, pero al final tuvo que consultar con un especialista. Y bueno, de ahí en más las cosas solo fueron empeorando. Recuerdo que fue también por esa época en que estuvo algo así como ocho meses sin poder trabajar.


La vida continuó y durante un tiempo largo Ernesto, (que era como yo solía decirle) pareció mejorarse. Retomó sus actividades cotidianas, y su vida pareció volver a la normalidad. Esto fue así hasta hace unos tres meses, en que su salud se deterioró súbitamente, y según la persona que lo atendió, sin vuelta atrás. Y ahora, el fin.


La verdad es que el sentimiento de desolación que me embarga amigos, junto con esa pesada angustia que me aprieta la garganta, es intransferible. Quizás no debería estar haciéndolos partícipes a ustedes, mis estimados lectores, de éstas cuestiones tan tristes. Pero se supone que es para eso ¿no? En mi caso lo hago supongo, porque me sirve como deshogo. Así como en otras oportunidades he compartido cosas buenas que me han sucedido, ahora no puedo más que contarles también ésta. Sepan disculparme aquellos a los que no les ha caído bien mi relato.


Pero bueno, como suele decirse por ahí, la vida continúa. Ernesto se ha ido, pero ahora tenemos a Jaime, que tiene capacidad para 5 kilos, 16 programas de lavado, y centrifugado a 600 RPM. Toda una maravilla.


LES PRESENTO A AMBOS: AL DIFUNTO Y AL RECIÉN NACIDO.





jueves, 8 de julio de 2010

PERDÓN Y GRACIAS

Por Hernán Barrios

Hace algunas semanas, un grupo de no más de treinta hombres vestidos de celeste, se tomaron un avión y partieron fronteras afuera, con la noble misión de representar al Uruguay, en una importante justa deportiva. Los despedimos sin mucho alboroto, y sin decirlo con palabras, les pedimos que trataran de hacer un papel, al menos digno. Agacharon la cabeza y se fueron en silencio.


Los días se fueron sucediendo y con ellos los primeros partidos. Un empate contra Francia; un triunfo contundente ante el local Sudáfrica; y uno algo más ajustado contra México. El mundial avanzaba y poco a poco, nuestros muchachos nos comenzaron a enviar silentes señales de que no habían ido a Sudáfrica, tan solo a hacer un papel “al menos digno”; habían ido a más. “¿Pero a cuánto más?”- nos preguntábamos algunos. Luego vino Corea del Sur, y hasta los uruguayos más escépticos comenzaron a acomodarse en la silla, y a mirar con sana desconfianza a estos locos irresponsables. Ellos por su parte, seguían sin hablar más de la cuenta, y cuando algún periodista los apuraba con alguna pregunta incisiva, tratando de desnudar sus reales intenciones, tan solo se remitían a esbozar una tímida sonrisa, y a contestar que éstas, eran intentar ganar el siguiente partido. Cuando derrotaron a Corea y pasaron a cuartos, ya hasta el más distraído de los compatriotas les había adivinado las intenciones, a estos insolentes.


Y creo yo que fue ahí, recién ahí, cuando la mayoría de nosotros comenzamos a tomar en serio a nuestra selección. Fue ahí, luego de haberlos dejado solos y sin apoyo anímico durante demasiado tiempo, cuando nos dimos cuenta de que desde el primer día, el objetivo de estos gurises y de su director técnico, no era otro que el de pelear a muerte por el campeonato del mundo. Y entonces, entre incrédulos y entusiasmados, nos subimos todos al carro de la ilusión. Y comenzamos, junto con ellos, a empujarlo.


Nuestros gladiadores siguieron dejando el alma en cada partido, y a nosotros nos explotaba el pecho de emoción; de orgullo; de alegría. El país se paralizaba cuando nuestros leones salían a la cancha, y de una punta a la otra, no se hablaba de otra cosa que no fuera de ellos, y de sus hazañas. La alegría se hizo incluso bonanza para muchos uruguayos que atinadamente, decidieron vender objetos que dieran forma a la ilusión; y así gorros, bufandas y banderas, entre otros, comenzaron rápidamente a formar parte del paisaje ciudadano. Pero mucho más importante que toda esta decorativa parafernalia, fue que de golpe, la alegría y la sonrisa, se instalaron definitivamente en el rostro de todos nosotros. Y fuimos felices. Y somos felices.


¿Y qué podemos decirles a estos hombres, que equipare en parte lo que han hecho por nosotros? ¿Cómo podemos hacer para transferirles al menos un poco, de la inmensa dosis de alegría con la que ellos mismos nos han inyectado?


La primera palabra que me viene a la mente como uruguayo, casi arrastrada a prepo por la vergüenza, es PERDON. Si, perdón por no haber creído desde un principio en ustedes. Perdón por haber pensado que lo suyo era solo un trámite; un pasaje de vuelta; un paseo. Perdón por haber afirmado que no pasaban a octavos. Perdón por mi poca fe, y por no haberles tenido la suficiente confianza. Confianza que a ustedes les sobraba y les daba vueltas en el cuerpo. Confianza que decidieron no soltar en forma de palabras, pero sí darle forma de corazón, adentro de una cancha de fútbol. Nuevamente perdón.


La otra palabra que sale corriendo desaforada de mi boca, sin tener que hacer yo esfuerzo alguno, es GRACIAS. MUCHAS, PERO MUCHAS GRACIAS.


Gracias por la alegría. Gracias por la emoción. Gracias por el llanto liberador. Gracias por hacernos sentir orgullosos de ser uruguayos; de vivir en esta tierra; de ser quienes somos. Gracias por demostrarnos que cuando queremos, podemos estar todos unidos. Gracias por hacernos sentir que no hay color más hermoso que el celeste; que no hay abrigo más caliente que una bandera; que no hay arma más poderosa que una sonrisa.


Muchas gracias muchachos. Gracias por siempre.


lunes, 5 de julio de 2010

URUGUAY: SECRETOS DEL CAMPEÓN

Por Hernán Barrios


Bueno amigos, ¿quién lo diría no? Exactamente 35 días después de haber apostado todas las fichas al equipo Uruguayo en el artículo URUGUAY CAMPEÓN DEL MUNDO 2010, escrito un lejano 30 de mayo, y hasta de haber publicado incluso mi propio fixture algunos días después, hoy estamos a tan solo dos partidos de que ese pronóstico, casi utópico, se vuelva una realidad. Y cuando hablo de ese pronóstico casi utópico, obviamente no lo digo desde mi punto de vista, ya que mi convicción siempre fue de que sí se podía llegar a estas instancias, sino desde el punto de vista de la mayoría de las personas, –uruguayas y extranjeras- que poco crédito le daban a esta selección charrúa. En este momento, a 20 horas del partido contra Holanda, la mayoría de las cadenas internacionales de deportes están hablando las 24 horas de la selección Uruguaya, y lo mismo está ocurriendo con los portales de noticias y los diarios internacionales. Ahora todos hablan de Uruguay. Antes, casi nadie.


Y me pregunto lo siguiente: ¿cuáles son las razones que han llevado a la selección Uruguaya a estas instancias definitorias de la copa del mundo? ¿Cuáles son los motivos que han hecho que esta humilde y callada selección, que se subió al tren del mundial a último momento y llegó a Sudáfrica sin ruidos ni aspavientos, haya ahora entrado en los anales de la historia del fútbol nacional, y por qué no internacional?



HUMILDAD


Considero que humildad es uno de los ingredientes principales que han hecho de esta receta, una de las más ricas del mundial. Pero a no confundir humildad con apocamiento. La humildad a la que hago referencia, que es la que se respira en toda la delegación Uruguaya y se escucha en sus declaraciones, es la humildad de los grandes. Esa que se refleja en cada una de sus acciones. Humildad es no hablar más de la cuenta, y mucho menos tratando de desacreditar verbalmente al contrario. Humildad es no creerse más que los demás, pero tampoco menos. Humildad es hacer culto al trabajo diario y no fiarse de las virtudes de sus integrantes (que por cierto las tienen). Humildad es respetar siempre al equipo rival y preparar los partidos en consecuencia. Humildad es ver a un Diego Forlan, exitoso profesional, trabajando horas cual si fuera un novato en la materia, en la retención de pelota contra una pared, a fin de acostumbrarse a las nuevas características de la jabulani. Eso, entre muchas otras cosas, es la humildad.



CONFIANZA


Aunque pueda parecerlo, esta característica lejos está de ser contrapuesta a la anterior. Creo yo que esta selección Uruguaya tiene en sus entrañas la misma cantidad de humildad que de confianza en sí misma. La diferencia es que la confianza se divulga menos, y se aprovecha más. La confianza es un sentimiento grupal que nace y crece gracias a un proceso, y que no necesariamente tiene que salir por la boca, ni hacerse pública. La confianza es una reserva anímica que se guarda en lo más íntimo de cada jugador, y que solo se deja ver en la cancha, cuando se juntan las once piezas del equipo. Confianza es saber en sus fibras más íntimas que a priori todo partido es ganable. Confianza es tener la sabiduría para entender y asimilar que adentro de la cancha y del otro lado, no habrá jamás Dioses, sino once hombres iguales y mortales, con sus defectos y virtudes, y que a partir de esta realidad imbatible y absoluta, cualquier resultado es posible. Incluso un resultado adverso, pero eso se sabrá una vez que el juez haya dado el pitazo final del partido, jamás antes.



ENTREGA


La entrega no depende del estado físico del jugador. La entrega es el dar un poco más de lo que el cuerpo puede. La entrega depende más del estado físico del corazón que de las piernas. A la vista está que Uruguay ha superado en estas últimas instancias a dos selecciones, como son Corea y Ghana, que físicamente estaban mejor preparadas, llegando incluso con ésta último a disputar un alargue de 30 minutos, más los penales. Y los cuerpos de nuestros muchachos aguantaron, y hasta me atrevería a decir que podrían haber seguido si hubiera sido necesario. ¿Y por qué pasa esto? Porque estos muchachos tiene metido en el corazón la droga de la entrega. Ellos están absolutamente convencidos de que pueden perder cualquier partido de la copa del mundo, pero también pueden ganarlo. Y jamás lo harán reservando energías. Jamás permitirán volverse a casa con una derrota, y al mismo tiempo con un gramo de energía en las piernas. Podrán ser derrotados, claro, porque el fútbol es así, unos ganan y otros pierden, y las circunstancias que llevan a esto son variadas, pero jamás serán derrotados sin antes haberse desmayado por revertir ese resultado. Eso es la entrega, y eso no lo tienen todas las selecciones del mundial. Mucho menos las europeas.



ENERGÍA POSITIVA


No es un discurso para las cámaras que parte del técnico y se repite en los jugadores; no es una frase hecha que se repite porque queda linda; es una realidad. Estos muchachos están felices de estar disputando un mundial, y lo disfrutan al máximo. Y este sentimiento de felicidad trae aparejado, entre otras cosas, una energía positiva que creo yo, es una de las armas más fuertes que tiene el equipo. Esta energía positiva que está incrustada bien adentro de cada jugador y del cuerpo técnico, y que se ve claramente cuando observamos imágenes de la concentración de Uruguay, con sus asados y sus partidos de ping pong, es la que ha hecho entre otras cosas, que las pelotas de los rivales peguen en los palos. Algunos le llaman suerte, pero yo a mis 36 años, le llamo energía positiva y estoy seguro de no estar equivocado.



TALENTO


No es casualidad que la inmensa mayoría de los jugadores que integran esta selección estén jugando en las ligas más importantes del mundo. Es porque son buenos y muy buenos en lo que hacen. Son talentosos. Y son humildes, repito. Talento y humildad es la receta perfecta para el éxito. No hay otra mejor.



INTELIGENCIA


Esta es una virtud que en este caso la quiero hacer notar –aunque no por esto es exclusiva de él- en el técnico del equipo. El maestro Oscar Washington Tabárez ha demostrado, con una planificación certera y precisa que ha hecho de cada uno de los partidos que Uruguay ha disputado en la copa, que el nivel profesional que ha alcanzado a esta altura de su vida, es excepcional. En este proceso seguramente el maestro pone en marcha, además de su intelecto, su experiencia y por que no, su intuición. Pero sin duda alguna que ha sido más que importante para conseguir los resultados que se consiguieron, la acertada planificación de los partidos que el maestro ha hecho durante esta copa del mundo.



TRABAJO


Dejé esta última condición para lo último, porque considero que es la que amalgama a todas las otras y hace que el cóctel funcione.


En cualquier orden de la vida, el trabajo y la perseverancia son fundamentales. El trabajo es el cimiento y las vigas que hacen que el edificio del talento no se derrumbe ante el primer viento en contra. El trabajo constante que ha llevado adelante el maestro Tabárez y sus ayudantes durante estos cuatro años, pero especialmente en este último mes en Sudáfrica, ha sido el que ha permitido alistar todas las características positivas de cada uno de los jugadores, detrás de una misma causa. Sin este trabajo serio, responsable y profesional, seguramente hoy no estaríamos hablando de los éxitos de Uruguay.




Mañana contra Holanda la selección Uruguaya podrá perder o ganar. Eso va a depender de cientos de circunstancias, muchas de ellas no previsibles. Pero pase lo que pase, estoy seguro de que para la mayoría de los uruguayos, la misión de nuestra delegación va a estar cumplida. Y va a estar cumplida no por haber alcanzado un tercer o cuarto puesto en un mundial de fútbol, cosa que no se consigue desde hace cuarenta años; va a estar cumplida porque la selección nos ha demostrado que en ese safari casi en solitario que se mandó a Sudáfrica, y por el que nadie o casi nadie apostaba un centavo, ha dado todo lo que tenía. Han cumplido, porque en esa expedición al otro lado del mundo que iniciaron casi en secreto, nuestros muchachos han puesto todos sus recursos, físicos, intelectuales y emocionales, dentro del campo de juego. Y han cumplido porque después de tantos y tantos años de silencio, el nombre de Uruguay ha vuelto a brillar con fuerza en las más importantes marquesinas del fútbol mundial.


MUCHAS GRACIAS MUCHACHOS. USTEDES YA SON, HOY CINCO DE JULIO DE 2010, CAMPEONES DEL MUNDO.