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jueves, 1 de noviembre de 2007

Un amigo que se fue.

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Realmente creo no equivocarme si digo que es ésa la palabra que mejor define lo que estoy sintiendo en éste momento. Tristeza. Mucha tristeza. Una tristeza que no me deja pensar. Una tristeza que me impide actuar. Una tristeza que me aprieta con fuerza el cuello y no me deja respirar. Una tristeza que lo abarca todo. Que lo cubre todo. Que derrumba todo.
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Disculpen amigos mi egocentrismo y/o egoísmo. Supongo que a Uds. también les debe haber pasado algo parecido cuando se enteraron de lo ocurrido. La verdad, no sé ni por qué escribo. Les juro que cada palabra es un calvario. Mi cabeza no quiere pensar. Mi mano no encuentra fuerzas para moverse. Y mi corazón pareciera estar tentado a abandonar su ritmo eterno para entregarse definitivamente al silencio. Qué terrible tragedia, amigos. Sé que es en vano enfrascarse en la tarea de buscar las causas, los "por qué", la explicación de lo inexplicable. Pero, se dan cuenta que pareciera que no encontramos paz en nuestro espíritu si no tenemos una causa; una razón lógica que nos explique, casi matemáticamente, los factores o los disparadores que hicieron que este amigo dejara de respirar. Y tan joven. Puta carajo si era joven. Si lo veo clarito todavía. Mierda! Si fue apenas hace una semana que estuvimos juntos. Y ahora... no lo puedo creer. Sinceramente no lo puedo creer. Les pido perdón amigos si con mis palabras no hago otra cosa que agregar un nuevo tono de gris a la paleta de sus días. Pero créanme que necesito compartir con alguien mi dolor. Y puta si es un dolor fuerte. Supongo casi tan fuerte como el que quizás estén sintiendo Uds. en este momento. O sin quizás. Pero, qué injusta parece ser la vida en algunas oportunidades, no? Y qué miserable, delgada y efímera es la línea divisoria entre la vida y la muerte. Realmente muy delgada. Además, justo ahora que había empezado a disfrutar su sueño. Ese sueño por el que tanto peleó y que se merecía con creces. Y cuando lo alcanza, la vida se le esfuma como una burbuja; como una puta burbuja de muerte.
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Pero bueno, como dice algún optimista empedernido por ahí, "la vida continúa". La vida continúa y hay que seguir adelante. Aunque ahora nos parezca difícil, hay que seguir adelante. El domingo que viene me voy hasta la feria de Tristán Narvaja y me compro otro pescado, qué mierda. Qué lo parió; pensar que ya es el tercero que se me muere este año. Donde me pase lo mismo con éste, me compro una tortuga que dicen que duran más.

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