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domingo, 4 de noviembre de 2007

URUGUAY HIPÓCRITA (primera parte).


Es la expresión que expulsa con fuerza mi pecho cuando en mi contacto diario con la gente en la calle, o interactuando con pequeños y medias comerciantes en mi laburo, o más aun, viendo en los noticieros los paros, marchas y reclamos de todo tipo que continuamente se suceden, básicamente en Montevideo, en busca de reivindicar esto o aquello. Para serles franco, no lo puedo creer. O mejor dicho, lo creo, pero mi primitivo y modesto poder de comprensión no lo alcanza a procesar y por ende a entender. Me niego rotundamente a hacerme a la idea de que esas personas que hoy despotrican con tanta fuerza contra los procedimientos del estado, sean las mismas que durante más de 30 años estuvieron peleando a capa y espada -con el consabido costo en vidas humanas- por que la izquierda llegue al poder. Pero, ¿de qué estamos hablando? Sinceramente me da vergüenza el darme cuenta, de que dentro de ese 51% de personas que pusieron al Frente Amplio Encuentro Progresista en el poder, haya tantos hipócritas egoístas, que lo único que persiguen con su triste y primitiva conducta, es tener un pesito más en su bolsillo, y se cagan en los ideales superiores que se supone deberían primar, como son la abolición de la pobreza y la indigencia; el rescate de miles y miles de niños que viven en la calle -niños que dentro de poco serán nuestros jóvenes y adultos-; el reparto equitativo de las riquezas del país-cuando las tenga, primero hay que generarlas- y tantos otros. Esas pobres personas que ven a la cortita. Que solo son capaces de proyectar a cortísimo plazo. En el colmo del absurdo, son los que venden la televisión para comprar el DVD. Triste. Y después me hablan de la solidaridad Uruguaya. Mentira. La solidaridad Uruguaya aparece, pura y exclusivamente, cuando se trata de figurar en los medios o perseguir publicidad. Patético.


A ver, desmenucemos un poco la cuestión. Los primeros pataleos vinieron ya en los primeros días de gobierno con la implementación y puesta en funcionamiento del plan de emergencia. Se trataba de una medida urgente, para detener y poner una primera barrera de contención, a la desnutrición y muerte de miles de niños uruguayos. ¿Qué es lo que está mal? ¿El procedimiento? Puede ser. Pero los que se fijan en el procedimiento seguro no tenían ningún hijo muriéndose de hambre. Siempre que se hace algo apurado y casi de forma instintiva y reaccionaria, el procedimiento suele no ser el ideal. Pero es que, lo realmente importante en estos casos es el fin, que en esta oportunidad era por demás altruista. Y sino, extrapolemos la situación a una sola familia. El padre llega a su casa y ve que se está prendiendo fuego con sus hijos adentro. ¿Qué va a hacer? ¿Se va a sentar en el cordón de la vereda a planificar una estrategia perfecta y ajustada a fin de no cometer errores en el rescate? ¿O va a entrar a la casa a como de lugar y tratar de salvar a sus niños? Y ya ahí comenzaron a aparecer señales del egoísmo e individualismo de la sociedad. A mí me llegaron a decir frases como, "¿y por qué me tengo que hacer cargo yo de darle plata a esa gente?"; o "no hay que darles nada a esos vagos, si ninguno quiere trabajar". Obviamente, estoy haciendo referencia a los mil y pocos pesos y la canasta de alimentos que iban a recibir por el plan de emergencia, y que iban a salir del bolsillo de todos nosotros. Hablaban de los padres pero, ¿y los niños? ¿Qué culpa tienen los niños? E incluso los padres, ¿por qué son así y no quieren trabajar? ¿No será porque fueron niños de la calle y nadie les enseñó la cultura del trabajo? Y es una historia de larga data y ya no importa quién tiene la culpa. ¡Por Dios que no importa! Muchos de los que la tienen ya están muertos y enterrados, y nos dejaron como herencia la pobreza. Y ahora nosotros mismos nos alineamos a esos culpables si no hacemos algo para revertir esta situación. Pero yo estoy seguro que el pueblo entiende este razonamiento. Lo que realmente me asusta, es lo que está demostrando la realidad en estos días. Y es que la mayoría de los que se llenaban la boca hablando a favor de estas cuestiones, y los planteaban desde un punto de vista ideológico, filosófico y teórico, y que los cambios, el socialismo y la mar en coche, ahora se le queman las ideologías como hojas secas a la hora de tener que resignar una pequeña parte de su capital, en pos de poder poner en práctica la teoría. Somos todos buenísimos hasta que nos tocan el bolsillo.


CONTINUARÁ.

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