Cómo me revientan las personas que les gusta meter el peso de entrada.
Detesto a esos desubicados que llegan por primera vez a un local comercial, y se quieren llevar además de al mundo, al vendedor por delante. Yo les pongo el freno más rápido que volando. ¡No valor, te equivocaste! Salí y volvé a entrar con otra actitud más humilde, que te va a ir mejor.
El hecho de que en un determinado momento, las circunstancias de la vida hayan hecho que uno sea vendedor y el otro cliente, no supone de ninguna manera, diferencia social alguna. Menos aún, humana.
Te cuento una que hago yo para bajarlos del caballo de una. Si entran sin saludar y de mala gana me piden algo, les digo en voz bien fuerte ¡Buenas tardes! con cara bien de orto. No falla nunca. ¡Saludos!
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