Sé que cada vez me parezco más a La peleadora, pero la verdad que hay algunas cosas que me asombran, desbordan mi umbral de tolerancia, y me ponen de mal humor.
A ver cómo lo explico.
Hace un par de noches estaba mirando un programa en un canal de televisión abierta, y de pronto lo interrumpieron para transmitir, en vivo, el sorteo del Kini. Aclaro para los que no lo sepan, quizás por ser leyentes de fuera de fronteras, que el Kini es un juego de apuestas, al igual que El 5 de otro y otros, perteneciente a
Les juro que no tengo nada en contra de los juegos de azar. Es más, algunas veces, cuando el pozo ha estado lo suficientemente gordo como para hacerme olvidar las ínfimas posibilidades que la ley de las probabilidades establece de que “yo”, pueda hacerme del pozo mayor, y mi codicia se ha despertado como un vampiro sediento, he participado en algún sorteo. Pero más allá del juego en sí, lo que ya no tolero más, es la mediocridad y la absoluta falta de estética televisiva, con que se ponen al aire dichos sorteos.
Yo supongo que esto se debe a que los fondos que
Primero que nada, la escenografía es sencillamente espantosa. Una pared lisa y triste, con un cartel poco menos que hecho con cartulina, como telón de fondo.
Segundo, la iluminación. Sé que estamos en épocas de austeridad en lo que a energía eléctrica se refiere, y que además Uruguay trata por todos los medios de ayudar a revertir el cambio climático generado por el calentamiento global y todo eso, pero eso de poner una lamparita de 25 watts en programa de televisión, es muy fuerte. ¡No sean malos muchachos! Hagan una vaquita ahí entre todos los compañeros, y se compran una lámpara de bajo consumo de esas que ahora están de moda, y solucionamos el problema. Qué les podrá salir una media potente… 100 pesos (5 dólares) como mucho. Antes yo le daba y le daba al botón del brillo pensando que era un problema de mi televisión, hasta que me dí cuenta de que la pobre no tenía nada que ver.
Tercero, el escribano. Ahhh… esto sí que es muy fuerte. Que me perdone
Y cuarto y último –para ser bueno y no hacer muy larga la lista- el plato fuerte lo dan los NIÑOS CANTORES.
Uf… la verdad que no sé ni como empezar.
Te pido por favor señor director responsable de
Pero además de su abultada edad, los pobres angelitos tienen algunos otros problemitas. Por ejemplo, la ropa que les ponen. Yo no entiendo nada de ropa, ni de moda en general, pero ver a estos muchachos cantando los números que van saliendo del bolillero con voz de maricones, y encima vestidos como mormones de la década del 80, me destroza los nervios. ¿Quién les elije el vestuario por favor? No me digan nada, seguro que también es el escribano.
Y el último problemita que les veo a estos chiquilines, es su actitud de perros apaleados. Yo no sé si Tabeira (el señor a veces conduce el espacio) los apalea antes de salir al aire, o les hace alguna clase de trabajo psicológico para hacer añicos su autoestima, pero la verdad es que aparecen en escena convertidos realmente en uno trapos de piso. Apocados, achicados, con las manos juntas al frente y apenas pudiendo sostener el micrófono, mirando todo el tiempo al piso, y encima mal vestidos, dan una imagen realmente patética que a mí, lejos de producirme lástima, más bien me provocan bronca. ¿No sería mejor conseguir algunos estudiantes de comunicación para desarrollar esta compleja tarea? O sino al menos, que hagan un casting y pongan gente algo más comunicativa, o por lo menos más alegre. Porque para serles franco, me dejan además de la bronca, una sensación de tristeza en las tripas, que me dan ganas de cortarme las venas con la boleta misma del Kini.
Bueno, creo que ya me siento algo mejor al haberme sacado este entuerto que tenía trancado en el gañote. Pero como siempre están los que no tienen reparo en ponerme el mote de exagerado, y no dan a mis palabras el crédito que se merecen, dejo a continuación un video probatorio.
Les juro que hay peores, pero son tan horribles que ni siquiera en Internet están.