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"El agua apaga al fuego y al ardor los años; amor se llama el juego en el que un par de ciegos juegan a hacerse daño" J.Sabina
domingo, 23 de diciembre de 2007
LA MAS LINDA DE TODAS
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lunes, 17 de diciembre de 2007
VIAJE INAUGURAL (3)
"Lo siento medio pesado..." dijo el negro de mierda éste que hacía las veces de chofer. Y a mí que ya no me importaba nada a esa altura, sin exteriorizar un solo monosílabo pensé,"que explote de una vez si es que tiene que explotar la lata, ésta así paramos de sufrir" Pero no, no solo que no explotó sino que con el devenir de los kmts. comenzó a tomar velocidad hasta llegar a una velocidad casi que normal. Ya no digamos velocidad crucero, pero sí velocidad canoa. Y así seguimos, un poco frenado de a ratos y otro poco bien. Yo para mí que era el viento cruzado de 0.3 nudos que lo frenaba al cascajo ése. Recuerdo como si fuera hoy el momento de máxima emoción en el viaje y que por cierto causó una espontánea explosión de júbilo en el público presente, cuando pasamos un vehículo en la ruta que circulaba en la misma dirección que nosotros. Aleluya. Rayos y centellas. Cáspitas. Recórcholis. Qué placer. Qué dicha. Se ve que un poco me había empezado a encariñar con el aparato éste, porque hasta me sentí un poquito orgulloso de él. Recuerdo que el caballo que tiraba el carro nos miró -me pareció a mí- casi que con un poco de envidia cuando lo dejamos lentamente atrás. Majestuoso.
viernes, 14 de diciembre de 2007
VIAJE INAUGURAL (2)
Teníamos mate, bizcochos y empanadas. Todo se perfilaba para que el viaje, salvo imprevistos de orden mecánico, transcurriera con tranquilidad. Y debemos haber hecho unos... 3 kmts. desde la última parada, cuando habiendo ya alcanzado -según cálculos mentales, porque el velocímetro por supuesto que no funcionaba- una velocidad crucero de aproximadamente 80 kmts/h, de pronto, un golpe seco a fierro viejo nos pone el corazón en la boca ( y a mí en particular la filmadora incrustada en la córnea ). Frenada brusca ! Va, brusca es un decir. Creo que habríamos frenado un poco más de bruscamente si hubiera sacado una pata para afuera. Bueno, la cosa es que luego de que el vehículo se detuvo, descendimos cual escuadrón especial de SWAT, portando cada uno toda clase de utensilios ( cualquier cosa servía con tal de hacer un poco de bulla ). Cables, herramientas, lámparas, valizas, etc. Yo por lo pronto, seguí con mi cámara filmadora sin apartarme un ápice de mi carácter de REGISTRADOR DE ACONTECIMIENTOS. Por el momento no me lo permite ni la tecnología ni mis obtusos conocimientos de informática, pero quizá en un futuro no muy lejano les pueda hacer llegar vía cualquier cosa la cinta de video en el cual están registrados los acontecimientos por mi narrados. El tema era que se había abierto el capot bruscamente y eso ocasionó el fuerte ruido que nos hizo echar pié a tierra. No se vayan Uds. a pensar que el pedazo de chapa ése se abrió por causa de la velocidad desarrollada por el bólido!. No, no, no. Se abrió porque el gancho que en en una época remota hizo las veces de seguro se había convertido con el pasar de los años en un conglomerado de alambres oxidados que ya no cumplía función alguna. El tema fue resuelto una vez más gracias a la pericia de Alberto, quién sin ninguna clase de tapujos y demostrando una humildad que a muchos les queda grande, quitóse pues el cinturón que retenía su pantalón en el lugar y ató fuertemente -al mejor estilo McGiver- el capot al paragolpes dando el problema por finalizado. Otra vez estábamos en marcha.
jueves, 13 de diciembre de 2007
VIAJE INAUGURAL (1)
Una vez instalado en el asiento posterior del vehículo en cuestión y habiendo saludado a la niña que se encontraba sentada en el asiento delantero, pude comprobar que realmente no es tan malo que un resorte oxidado del tapizado se te incruste con vehemencia en el traste. Me lo quité discimuladamente como quién quita un anzuelo clavado en un dedo y me corrí hacia la derecha, con la esperanza de que la sentadera estuviera un poco menos peligrosa de ese lado. De todas maneras, más que sentarme, lo que hice fue ir en cuclillas hasta el trabajo de otra dama, que era nuestra segunda parada antes de partir y que por cierto, se encontraba en dirección exactamente contraria a la salida de Montevideo. A esta altura ya eran como las 3 de la tarde. L recogimos y dando vuelta 180º pusimos proa hacia donde debíamos levantar a Susana, una de las tantas tías del protagonista de ésta historia. Llegamos a las 15:30 a dicha casa -que por cierto estaba ubicada a 3 cuadras de mi trabajo-, y ahí fue realmente donde empezó el calvario.
domingo, 9 de diciembre de 2007
PEQUEÑO Y BREVE RELATO DE AMOR SÚBITO
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miércoles, 5 de diciembre de 2007
ODA A TUS OJOS
RAYITOS DE PLATA QUE OPACAN EL SOL.
VERDE AZUL MARINO DE GATA SALVAJE.
DIRECTO A TUS OJOS INICIO ESTE VIAJE.
ATADO A UNA NUBE LLAMADA ILUSIÓN.
ME ATRAPAN, ME ATAN, ME IMPIDEN HUÍR.
CON DULCES ZARPAZOS ARAÑAS MI VIDA.
DIAMANTES CELOSOS, BRASITAS PRENDIDAS.
ADICCIÓN PERVERSA. DIVINO ELIXIR.
PENSANDO EN TUS OJOS SE ALIVIA EL DOLOR.
OLVIDANDO EL MUNDO, OCASO Y AURORA,
NO IMPORTAN, SE ESFUMAN. MAÑANA ES AHORA.
AYER NO FUE NUNCA, SOLO IMPORTA EL HOY.
QUISIERA PERDERME EN TU BOCA DE MIEL.
SIN REDES TIRARME. UNIRTE A MI VUELO.
JUGARNOS LA VIDA BIEN LEJOS DEL SUELO.
FUNDIRME EN TU MAGIA DE NIÑA MUJER.
SI AFRODITA ACEPTA MI OFRENDA DE HONOR.
SE UNIRÁN LOS CUERPOS QUE HOY ESTÁN DISTANTES.
SEREMOS AMIGOS. SEREMOS AMANTES.
SEREMOS AUTORES DE UN PACTO DE AMOR.
domingo, 2 de diciembre de 2007
DESPERTAR
jueves, 22 de noviembre de 2007
ESOS SON LOS AMIGOS
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Y resulta que este fin de semana que pasó, fui para Trinidad y lo pasé muy bien. Pero me gustaría contarles la historia con un poco más de detalles.
Ya tenía planificado este viaje desde el otro fin de semana, ya que el martes pasado operaron a mi madre y no había podido estar. O sea que la decisión de viajar ya estaba tomada. Solo faltaba ajustar en qué medio de transporte iba a realizar dicho viaje. En un primer momento, pensé ver si podía repetir la hazaña del mes pasado, ocasión en la cual me fui a dedo, como se dice vulgarmente. Y por qué no, romper el record que ostento desde entonces de tan solo 3 minutos parado en el puente Santa Lucía. Fue ése el tiempo que tardé en que alguien me levantara. Y eso que mis contornos cárnico-faciales me hacen distar mucho de parecerme a una mina, fea aunque mas no sea. Mi hipótesis indica que la velocidad del levante está en relación directa con el grado de positividad que se posea en ese momento, y en relación inversa con la ansiedad que se tenga por llegar a destino. Pero la semana pintaba casi que fresca por demás como para pararse en la ruta a las 8 de la mañana, por lo que había descartado tal posibilidad. No me iba a quedar otra que irme en ómnibus. Hasta que recibí a mitad de semana un llamado telefónico que me abrió el abanico y agregó otra posibilidad al espectro. Cuando no, era la voz cálida y oscura voz de mi no menos oscuro amigo Antonio desde su teléfono móvil, participándome de la noticia de que viajaba a Trinidad en su nave, el mismo fin de semana que yo, y ofreciéndose a prácticamente tele-transportarme instantáneamente a destino. Yo pensé, " si Agencia Central tarda 2 hs 30mins., Antoñito en su auto no puede demorar más de 1 hs 20 mins., por lo que rápidamente acepté la invitación. No fue sino hasta la próxima charla telefónica que se produjo 24 hs. después, que condicionó la ida a la eventualidad de que el automóvil en cuestión se decidiera a arrancar, ya que hacía un tiempito que se encontraba en estado inerte estacionado frente a la morada de su propietario. Siendo yo conocedor de los avanzados conocimientos de mecánica y electrónica con que cuenta mi amigo, no dudé ni por un momento que el encendido de la máquina infernal sería solo cuestión de minutos, por lo que me quedé absolutamente tranquilo. Igualmente, él me iba a dar el ok final más contra el fin de semana. Y era miércoles. Además, El Vólido, como solía llamarlo yo cariñosamente, era de por sí arrancador como pocos. Los contados, esporádicos y minúsculos inconvenientes que pudo habernos dado en algún tiempo remoto, fueron más bien enfocados a problemas de frenaje, debido a la ferocidad y vehemencia de su motor, y no a desperfectos específicos de encendido. La cosa fue que eran las 23 hs. del viernes cuando me llama mi amigo para comunicarme que tras largas y tediosas sesiones de mecánica avanzada, no había podido concretar su loable y sublime misión de hacer arrancar la mierda esa de auto que se ha comprado. Pero la putísima madre que lo parió a la cacharra latosa, herrumbrada y descascarada de porquería esa; por qué mierda no se prenderá fuego de una vez por todas así se deja de arruinarme la vida carajo. Perdón por el exabrupto. En resumidas cuentas, el mecánico en cuestión no consiguió a pesar de su afanoso esfuerzo detectar a tiempo cual o cuales eran los motivos por los cuales el potente vehículo no conseguía comenzar la ignición, así como tampoco poner en funcionamiento todos y cada uno de los complejos y avanzados sistemas con que cuenta el moderno artefacto transportístico. Eran las 5:30 de la madrugada del sábado y el tipo iba con su bolsito rumbo a Tres Cruces.
Esos son los amigos.
sábado, 17 de noviembre de 2007
AMARGO
Pocas veces me había sentido tan libre y liviano como esa tarde; diría mejor como en ese preciso momento. El aire suave y tibio de las siete y media me acariciaba delicadamente el cuerpo, que como solía suceder en esas tardecitas de verano, lucía como única prenda aquella querida, gastada y deshilachada bermuda de jean. Recuerdo que su gestación había sido consecuencia directa de la salvaje amputación a la que –contra mi voluntad- me había visto obligado a someter hacía ya tres veranos a aquel no menos querido pantalón vaquero, el cual no pudo continuar su existencia como tal, debido a las mortales heridas recibidas en su parte inferior producto de una encarnizadas batallas librada contra “Goliat”, el esquizofrénico caniche de Martha, la vecina de abajo. El sol, luciendo un tinte rojizo anaranjado que contagiaba a todo ente, vivo o inerte que encontraba a su paso con divina generosidad, estaba mágicamente colgado sobre un cielo celeste profundo como pocas veces había visto. Como solía hacerlo, con el fin de inyectarle un poco más de vida al momento en cuestión y mientras aprontaba un rico mate –amargo por supuesto-, me había encargado de poner algo de música. Creo que era algo de rock argentino; Calamaro quizás; ¿o era Charly? Bueno, no recuerdo bien. Lo que sí recuerdo es que el equipo de música, no sé por qué razón, se había empeñado en no subir demasiado el volumen. Le daba a la perilla y nada. La música se escuchaba suave, lejana; parecía como si estuviera presa dentro de las cajas acústicas, rebotando contra sus paredes pero sin poder salir. No le di mucha importancia; total, algo se escuchaba. Ahora recuerdo, era Charly. Sí, sí, seguro que era Charly.
“¡Tenía que ser mi hermana!”. Ni bien abrí los ojos la vi correr hacia la sombrilla donde se encontraba el resto de la familia. No me puede ver un momento tranquilo que empieza a molestar con esa regadera nueva que le regalaron mis padres para Reyes. Pero fuera de eso, qué manía la mía la de dormirme en la playa; y encima soñar con Montevideo. En lugar de concentrarme, por ejemplo, en los bellos y esculpidos elementos cárnicos pertenecientes al sexo femenino que pululan acalorados y semidesnudos por las hermosas arenas de Piriápolis. Pero no, el tipo sueña con Montevideo. Es como si no terminara de caer al hecho de que ahora estoy en la playa disfrutando de una semanita de relax, totalmente al cuete –si se me permite la expresión-. Semana que por cierto, bien merecida la tengo. Después de un año completo de aguantar gente malhumorada; los viejos que te cuentan todos sus achaques; las mujeres con sus reclamos, “que esto me fue roto, que esto no lo pedí, que esto me fue de menos”; los tipos despotricando todo el tiempo contra el país, la política, los bancos, el dólar y bla bla bla. Si, si, definitivamente muy bien merecidas tengo estas pequeñas vacaciones. ¡Ah, qué placer! La arena blanca está tan suave y fresca que invita al reposo. Dan ganas de seguir durmiendo para siempre. Y el sol inmóvil y apenas tibio que te adormece; y esta brisa suave; y el romper de las olas en la playa que te sumergen, casi sin darte cuenta en un agitado, ruidoso y caótico paraíso de tranquilidad. Solo hay calma; mucha calma.
Tan ensimismado estaba sentado en la terraza, mirando la gente pasar y pensando en las vacaciones que pronto vendrían, que casi no me di cuenta del momento exacto en el que el mate se escabulló de mi mano derecha y se embarcó raudo y sin más, en un viaje en picada hacia la calle que lo llevaba, cruda e inexorablemente a su deceso. Menos mal que mis reflejos, a mis casi treinta años y en contra de lo que dicen esos que se hacen llamar mis amigos, se encontraban en perfecto estado de vigilia, y con una certera orden impartida vaya uno a saber por qué centro neuronal bajo el mando de mi siempre atento sistema nervioso periférico, mi mano diestra se lanzó presta y veloz cual látigo circense en feroz persecución del recipiente en cuestión. Todo esto además, sin soltar mi viejo termo de acero inoxidable que se encontraba cautivo y a salvo bajo el ala protectora de mi brazo izquierdo. Y ahí estábamos ambos; mi mano adelante y yo irremediablemente detrás de ella a punto de dar caza a mi fugitivo mate nuevo. Yo le había dicho a mi madre en el momento que me lo regaló que estaba lindo –hecho que era totalmente cierto- pero que me parecía grande de más; una, por el gasto de yerba, ya que llevaba como cuarto kilo y otra, porque me resultaba difícil de sujetar con una mano. Pero bueno, ya estaba regalado y si no lo usaba capaz que hasta se ofendía la señora, viste cómo son las madres.
“¡Nos vamos!”, se escuchó como a lo lejos. Sin levantar la cabeza –que en ése momento me pareció bastante más pesada de lo habitual- abrí los ojos y comprendí que era la voz de mi madre que anunciaba la partida de la prole. El letargo y la pesadez me invadían por completo. Por un momento llegué a pensar que quizás las tortas fritas de la abuela que había comido un rato antes me habían hecho mal al hígado. O quizás el aire del mar, al que por cierto no estaba acostumbrado, me había afectado un poco. Sin voluntad para levantarme, veía como todos y cada uno de los miembros de mi familia se iban marchando. Llevaban algo en las manos. La tía Estela, la abuela María, mi hermana, mis primos chicos. Los vi a todos casi sin mirar. La poca gente que aún quedaba en el lugar lo hacía más silencioso y tranquilo. El sol manso, casi estático y la brisa tibia, me convencieron una vez más y dejé que mis párpados se cerraran muy lentamente. Y volví a soñar.
Ya casi lo tenía. Pero no fue sino hasta cuando lo tuve apenas entre los dedos que tuve la macabra y sombría sensación de no sentir el peso de mi cuerpo. Tampoco sentí el roce áspero del muro de la terraza contra mis muslos. En un momento y abruptamente, ya no me importaron más el mate ni el termo que supe, ya no se encontraba más bajo mi brazo izquierdo. Me rehusaba tercamente a creer que pudiera haber cometido la torpeza de haberme inclinado demasiado sobre el muro de la terraza en mi afán de atrapar el dichoso mate, al punto de no poder volver atrás. No podía ser. Cuántas veces había yo tomado mate sentado exactamente en ese mismo lugar y la misma cantidad de veces había continuado muy tranquilo y despreocupado con mi existencia. Pero la sensación ahora no era de continuidad sino que era finita. Era como si solo faltaran siete u ocho metros apenas por vivir. Casi instintivamente exhalé hasta la última partícula de oxígeno de mi cuerpo y dejé que se cubriera con un manto de apatía y resignación que lo preparaban para el final. Era solo un poco de carne, huesos y tripas sin alma cayendo al vació. Y casi me parecía adivinar el áspero sabor de las baldosas rotas de la vereda, incrustadas entre mis mandíbulas destrozadas.
Y desperté. Y estaba toda la familia. En realidad ya se iban y yo me quedaba. Los vi a todos; sin mover la cabeza los vi a todos. El sol continuaba inmóvil y tibio; parecía haberse detenido y en un momento, con muy poco esfuerzo de imaginación, habría jurado que hasta parecía una lamparilla común y corriente. Y llevaban algo en las manos... flores; a sí, flores. Y esa brisa; esa brisa proveniente de un viejo ventilador de techo que se empeñaba afanosamente en secar sus rostros húmedos. “¡Ah, entonces no fue con la regadera que me mojó la bandida!”. Y el silencio. ¿Cuándo iré a despertar? ¿Y ésta sábana blanca? ¡Señor, señor... por favor no cierre la tapa! ¡Señor!
sábado, 10 de noviembre de 2007
FRAGILIDAD.
Marisa apenas pasaba los cuarenta. Tenía dos hijas, una pareja, un oficio al que apostaba cada vez más y una bolsa llena de proyectos a cumplir. Inteligente, divertida, jovial, inquieta y absolutamente pasional a la hora de exponer sus ideas. Nada hacía suponer que a partir de aquella tarde, a Marisa le quedaban exactamente cinco días de vida. Un sorpresivo y fulminante derrame cerebral dejó absolutamente inoperante su cuerpo. ¡Qué cosa!, ¿no?. Solo ella sabe cuántas cosas le quedaron por hacer. Por decir. Quizás hubiera querido darle un último beso a sus hijas. O simplemente caminar por la rambla una vez más. O por qué no, decirle a ese hermano con el que estaba enemistada, que estaba todo bien. Que lo quería mucho y que los motivos de su enojo, no eran realmente importantes. Pero no lo hizo.
En un primer impulso me vi tentado a decir que no tuvo tiempo de hacer éstas u otras cosas. Pero no fue así. Sí tuvo tiempo. Tuvo mucho tiempo. Fue solo que al igual que hacemos todos, no lo supo aprovechar. Es esa maldita tendencia que tenemos los seres humanos a creernos eternos. A pensar que tenemos todo el tiempo del mundo para hacer cosas. A dejar todo para mañana, o para pasado mañana, o para la semana que viene. Y ¿por qué?. Porque damos por sentado que mañana, que pasado mañana y que la semana que viene vamos a estar aquí. Que nada va a cambiar. Que la persona a la que queremos pedirle disculpas va a estar ahí, esperando. Que esa madre a la que queremos decirle que la queremos mucho, va a estar ahí. Que ese amigo al que nos gustaría estrecharle un abrazo, también va a estar ahí. Y no siempre es así. Y lo sabemos bien. Vaya si lo sabremos bien. Es solo que, ocupados y preocupados en cosas tan importantes como si nuestro celular saca fotos, o si nos dará la plata para cambiar el auto, no caemos en la cuenta de que quizás, ni el celular ni el auto nos vayan a servir de algo mañana. No somos capaces de entender que este minuto por el que estamos transitando sea talvez, nuestra última oportunidad de ser o hacer feliz a una persona.
La fragilidad de nuestro cuerpo es tan grande que se corresponde absolutamente con la idiotez de nuestro ego, y nos hace demasiado vulnerables. Somos lo que somos y estamos donde estamos, justamente por creernos todopoderosos. O al menos por considerar nuestra vida mas estable de lo que realmente es. Algunos estarán pensando que no podemos estar todo el tiempo preocupados por el momento en que nos toque morir; sería una tortura. Y es cierto. No debemos preocuparnos por eso. Tan solo debemos ocuparnos de vivir. De hacer lo que queremos. De decir lo que sentimos. De no esperar. De no postergar. De disfrutar cada momento como si fuera el último. Parece una frase hecha, ¿no?. El tema es que existe la posibilidad de que efectivamente sea al último. Y luego ya será tarde. Es tan simple como eso.
Sé por experiencia propia, que estas cosas no nos entran en la cabeza y por lo tanto no las ponemos en práctica hasta que nos toca vivirlas de cerca. Pero estaré conforme si luego de leer estas líneas, alguien toma el teléfono y le dice a otro alguien lo que siente por esa persona. O si mañana al ir a trabajar, vos le das un poquito menos de importancia al hecho de que la computadora se colgó, o que el jefe anda de mal humor, y en lugar de ello, llenas de felicidad los pulmones y disfrutas plenamente del hecho de estar vivo. Acordáte que Marisa no tuvo oportunidad de hacerlo.
jueves, 8 de noviembre de 2007
DE VACAS Y VAMPIROS.
lunes, 5 de noviembre de 2007
FRASES-CITAS.
"El amor es eterno mientras dura". (Ismael Serrano)
NEGRO COLUMNISTA
"Por favor doctor, atiéndame. Sí, yo sé que no tengo número, pero le pido por favor. Vamos, doctor, hágame la pierna". (Darío Silva)
SENTIDO HORARIO
"Te juro que no veo la hora de sentarme a tocar la guitarra". (José Feliciano)
DESAMOR
"Hace tanto que no te tengo, y te acabo de perder; que añoro el día de mañana, para nunca más volverte a ver".
ASESINATO
¡Por favor señor, no apriete el gatillo! Piense en sus hijos. No cometa una locura. No ! Lo va a matar ! Nooo !!! ... Lo ... mató. ¿Ahora quién va a cazar ratoncillos?.
LIBERTAD
"Nadie es tan libre como el condenado a muerte. No lo desvelan sus bienes, sus amores, ni su suerte. No lo preocupa sufrir. Ya es libre para vivir".
LIBERTAD II
"La LIBERTAD es recorrer el camino a lomo del inquieto pajarillo de la búsqueda incesante del conocimiento"
MUERTE NEGRA
"Negro destino el de los Pérez, quienes desde el momento mismo de su concepción, saben que están destinados a Perez ser"
domingo, 4 de noviembre de 2007
URUGUAY HIPÓCRITA (primera parte).
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sábado, 3 de noviembre de 2007
LA PALABRA II (el poder).
YO X YO.
jueves, 1 de noviembre de 2007
Un amigo que se fue.
Realmente creo no equivocarme si digo que es ésa la palabra que mejor define lo que estoy sintiendo en éste momento. Tristeza. Mucha tristeza. Una tristeza que no me deja pensar. Una tristeza que me impide actuar. Una tristeza que me aprieta con fuerza el cuello y no me deja respirar. Una tristeza que lo abarca todo. Que lo cubre todo. Que derrumba todo.
Disculpen amigos mi egocentrismo y/o egoísmo. Supongo que a Uds. también les debe haber pasado algo parecido cuando se enteraron de lo ocurrido. La verdad, no sé ni por qué escribo. Les juro que cada palabra es un calvario. Mi cabeza no quiere pensar. Mi mano no encuentra fuerzas para moverse. Y mi corazón pareciera estar tentado a abandonar su ritmo eterno para entregarse definitivamente al silencio. Qué terrible tragedia, amigos. Sé que es en vano enfrascarse en la tarea de buscar las causas, los "por qué", la explicación de lo inexplicable. Pero, se dan cuenta que pareciera que no encontramos paz en nuestro espíritu si no tenemos una causa; una razón lógica que nos explique, casi matemáticamente, los factores o los disparadores que hicieron que este amigo dejara de respirar. Y tan joven. Puta carajo si era joven. Si lo veo clarito todavía. Mierda! Si fue apenas hace una semana que estuvimos juntos. Y ahora... no lo puedo creer. Sinceramente no lo puedo creer. Les pido perdón amigos si con mis palabras no hago otra cosa que agregar un nuevo tono de gris a la paleta de sus días. Pero créanme que necesito compartir con alguien mi dolor. Y puta si es un dolor fuerte. Supongo casi tan fuerte como el que quizás estén sintiendo Uds. en este momento. O sin quizás. Pero, qué injusta parece ser la vida en algunas oportunidades, no? Y qué miserable, delgada y efímera es la línea divisoria entre la vida y la muerte. Realmente muy delgada. Además, justo ahora que había empezado a disfrutar su sueño. Ese sueño por el que tanto peleó y que se merecía con creces. Y cuando lo alcanza, la vida se le esfuma como una burbuja; como una puta burbuja de muerte.
Pero bueno, como dice algún optimista empedernido por ahí, "la vida continúa". La vida continúa y hay que seguir adelante. Aunque ahora nos parezca difícil, hay que seguir adelante. El domingo que viene me voy hasta la feria de Tristán Narvaja y me compro otro pescado, qué mierda. Qué lo parió; pensar que ya es el tercero que se me muere este año. Donde me pase lo mismo con éste, me compro una tortuga que dicen que duran más.
martes, 30 de octubre de 2007
INVITACIÓN.
Sin más y esperando desde ya contar con vuestra augusta presencia se despide atentamente:
Charly Good.
(chef internacional/gastrónomo/astrólogo/gastroenterólogo)
DIRECCION: THOMPSON 3095 APTO.105 ESQ. LUIS A. DE HERRERA.
PROYECTO CUÑADO.
En líneas generales, podríamos decir que mi cuñado es una persona flaca y alta como caña de bajar higos. Básicamente, es del tipo rascatecho. Será por eso quizás, que últimamente han comenzado a asomar en su inalcanzable e inexpugnable corteza craneal superior, ciertas retiradas capilares de carácter urgente e imprevisto, que no hacen otra cosa que acentuar su natural similitud con un larguirucho monje tibetano. Eso sin mencionar esa protuberancia abdominal de forma anillo-helicoidal que hace las veces de flotador natural, que dos años y pico de intensa gimnasia no han sido capaces de destruir. Como diría mi padre, parece una víbora que se ha tragado un sapo. De andar cansino y porte bonachón, tiene le extraña particularidad de caerle bien a las personas que lo conocen. Salvo a mí, claro está, en primera instancia, ya que el tipo no tuvo mejor idea que aparecer a las siete de la mañana borracho y descaradamente abrazando a mi única hermana, a la salida de un boliche bailable. Pero bueno, eso es parte de un pasado oscuro que a diario me empeño en enterrar.
Dentro de sus virtudes mas destacadas, podríamos mencionar una aguda excelencia para los deportes extremos. Supe de buena fuente que en su más tierna infancia, cuando transitaba vigorosamente los 7 u 8 años de edad, fue campeón barrial de arrimadita y tapadita categoría cebollitas, y que ya en los primeros años de liceo se destacó en salto largo, (con esas kilométricas extremidades inferiores no es ningún mérito) y en lanzamiento de jabalina. El hacía de jabalina, claro está. Y después vino el fútbol. Cuentan las crónicas de la época, que al principio lo probaron de arquero. Pero parece que desistió de tal emprendimiento luego de haber comprobado, por ensayo y error, que sus 35 centímetros de cogote no le permitían permanecer erguido debajo de los 3 palos, sin darse la cabeza contra el travesaño. Así, al final llegó a su puesto definitivo en el campo de juego, defensor. Dicen que contaba, dentro de sus más poderosas armas, con una patada arrolladora. Lástima, cuentan, que pocas veces le acertaba a la pelota, por lo que los receptores de tan certeros latigazos físicos no eran otros que sus contrarios, cuando no sus propios compañeros de equipo. Fue por esta razón que rara vez alcanzó a estar mas de 17.5 minutos dentro de la cancha. Lo que nunca pude entender, es el hecho de que no lo hayan probado como delantero, ya que de lejos se apreciaba que tenía olfato de goleador. Pero el tema olfativo será tratado en su momento, ya que tiene connotaciones por demás especiales.
De mirar tranquilo y actitud reflexiva, es por demás difícil sacarlo de sus casillas o hacerlo montar en cólera. Supongo que éste fenómeno se debe a que la casilla que lo alberga es realmente extensa, y a que “cólera” inicia seguro una feroz retirada cuando ve venir a semejante urzo con intenciones de montarla. Solamente incrementa en un par de decibeles sus emisiones vocales, cuando se ve involucrado en la estoica tarea de rescatar a sus señora esposa del transe epiléptico provocado por el encuentro de ésta, con un ejemplar de filum artrópodo de las familia de los insectos, mas conocido como cucaracha. Entre sus dones más notorios, se encuentra una exquisita habilidad para el dibujo a mano alzada. Si hasta me parece verlo sentado en su mesa de trabajo, haciendo magia sobre el papel con su mano derecha, y manteniendo al mismo tiempo magistralmente erecta y apuntando al techo la otra, (mano), en una clara señal de alzamiento húmero-falángeo. Tengo el honor de contar entre mis bienes más preciados, con un retrato de Joaquín Sabina que me obsequió poco antes de comunicarme que se iba a cazar con mi hermana, y del cual tengo que reconocer que le quedó igualito… a Fito Páez. Hábil cocinero y cebador de mate. He tenido el honor de haber puesto más de una vez a consideración de mis papilas gustativas, unos tucos de pollo que no tienen gollete ni parangón. Y si lo tienen, son realmente mínimos e insignificantes. Y el mate, siempre espumoso. Es tanta la habilidad que este individuo ha desarrollado con el correr del tiempo en el arte de cebar mate, que la yerba siempre está nuevita. Con decirles que tiene una cebadura de yerba Canarias desde septiembre de 2002, poco antes de que se desatara la crisis económica en la región, y le sigue dando vueltas el tipo. Y no por machete, sino por puro habilidoso nomás.
Pero me quiero detener en una característica que lo despega varios cuerpos de cualquier mortal que intente igualarlo. Es una propiedad inñata que lo distingue del resto de los de su especie, le otorga un perfil por demás definido, y lo convierte en una persona de grandes aspiraciones. Me estoy refiriendo a su sublime, prominente y para nada despreciable apéndice nasal. Haciendo un poco de trabajo periodístico de investigación, tuve la oportunidad de entrevistar a la partera que lo trajo al mundo, la cual me confirmó el hecho de que su ya por entonces encumbrado naso, nació como 15 minutos antes que el resto de su osamenta. De la misma fuente nos enteramos que de dicho miembro se prendieron a manos llenas, todos y cada uno de los integrantes del equipo médico involucrado en el parto, además de un par de auxiliares de servicio que acertaron a pasar por el lugar. Cuentan que, en el fragor de la lucha, a uno de los médicos se le resbaló el estetoscopio, el cual fue a caer justo en el interior de una de aquellas gigantescas fosas nasales, desapareciendo sin dejar rastro. Fue allá como a los 8 años, mientras atravesaba una porfiada gripe otoñal que lo tenía a mal traer (al grupo familiar), que por causa de un estornudo con características de tifón tropical, el utensilio médico salió peligrosamente disparado cual boleadora supersónica y quedó enganchado en lo alto de una torre de alta tensión, a unos cuantos cientos de metros de su casa. Pero más allá de esto, yo estoy convencido que no es que el amigo tenga una nariz tan grande, lo que sucede es que tiene la cara 20 o 25 centímetros mas atrás de donde debiera estar. Narciso, Nazario o Nazareno, eran los nombres que manejaron sus progenitores a la hora de inscribirlo, pero un juez objeto tales apelativos, habido cuenta de que, según él, esto podría generarle algún tipo de inconveniente integrativo a la hora de la inclusión social. Y así fuero creciendo ambos, su naso y él. Ya de chico sus maestros hicieron notar a sus padres que era un niño que aspiraba a más. Fue por esta razón que al menos dos veces por semana lo mandaban en penitencia al rincón, no porque se portara mal, sino para que les aspirara las pelusas y las telas de araña que allí se juntaban. Ya más grande tuvo un pequeño inconveniente alérgico, y aunque los médicos no se explicaban cómo, llegó en un momento a tener la nariz tapada. Hay que ponerle unas gotitas nasales, alcanzó a recetar el otorrino actuante, emitiendo así una orden para adquirir un tanque de 200 litros del mencionado medicamento, así como también una bomba eléctrica y una manguera de bomberos, especialmente esterilizada para la ocasión, a fin de poder administrarle la solución salina de manera adecuada. Pero más allá de esta pequeña imperfección cartilaginosa, debo decir –nobleza obliga- que mi cuñado es un buen tipo. Es por eso que yo lo aprecio tanto y lo trato como si fuera un ser humano más. Con decirles que para su último onomástico, y dados los fríos reinantes en nuestro país actualmente, tuve la oportuna idea de obsequiarle 2 juegos completos de sábanas Teka de 2 plazas tamaño King-size de puro acrocel, para que tuviera con qué sonarse el naso en caso de resfrío. Eso sin contar la semana en un hotel céntrico que de paso obsequié a mi hermana por si, llegado el caso de que dicho resfriado se concretara, tuviera que evacuar la casa.
Realmente, y como a esta altura del relato ya será de público conocimiento, no tengo más que un gran puñado de cosas buenas que decir de mi cuñado. Es por esto, y porque lo quiero como a un hermano, que deseo fervientemente que luego de leer éstas cariñosas líneas dedicadas a su persona, sacuda la modorra de sus dedos y nos dedique a todos algunas inspiradas líneas de esas que hace tanto tiempo nos escatima. Considerando así terminada la intervención, guardo con el resto de los petates mi bisturí gramatical y convido al paciente a una próxima consulta con fecha y hora a determinar, a fin de realizar la correspondiente costura de la herida en cuestión.
CARTA A MI HERMANA
Marzo de 2065
“Casi no recuerdo ya el día que nos dejamos de hablar. Sí recuerdo que era un tiempo de confusión y cambios. Eramos jóvenes. Demasiado jóvenes quizás, como para tener plena conciencia de cuán importantes son algunas cosas en la vida y cuán insignificantes otras. Teníamos la impronta y la intolerancia propia de dos cuerpos fuertes y casi indestructibles. Tanto, que nos creíamos absolutamente autosuficientes. Eramos muy jóvenes.”
“De niñas éramos carne y uña. Todo el día juntas y cómplices. Recuerdo como si fuera ayer aquellas vacaciones en el campo, en la casa de los abuelos. Cómo nos divertíamos entonces! O yendo juntas a la escuela. Podría decirse que éramos inseparables. Nos peleábamos, claro, como todos los hermanos, pero jamás nos hubiéramos podido imaginar en ese entonces la vida de una sin la otra. Luego vinieron los otros hermanos. Los queríamos mucho, pero nuestra relación continuó siendo especial. Podría decirse que coexistía en forma paralela a todo lo demás. Y era hermoso. Especial. Mágico.”
“Casi sin darnos cuenta crecimos. La vida nos alejó de nuestros padres y de nuestros afectos. Atrás dejamos una vida de niñas y empezamos a recorrer el nada sencillo camino de la adultez. Ahora en cosas de grandes, seguimos siendo amigas y cómplices. Y vinieron estudios, trabajo, amores, desamores. Pasó la vida. Y pasó tan rápido! Tan rápido... que casi no recuerdo ya el día que nos dejamos de hablar.”
“El día en que no te dije todo lo que te quería. El día en que no te dije lo mucho que significabas en mi vida. El día en que no te dije que eras en el fondo mi mejor y más incondicional amiga. Y ahora... me muero de ganas de deshacer el camino. Me muero por decirte lo que no te dije y de hacer lo que no hice, por tonta nomás. Por magnificar cosas que ahora, al fin de mi vida y en esta fría camilla, tengo real conciencia de lo absolutamente insignificantes que eran. ¡Cómo me arrepiento de no haber aprovechado el tiempo y de no haberte aprovechado, hermana querida! ¡Cómo me gustaría ahora abrazarte y besarte! ¡Cómo me gustaría otra vez correr alegres por esos infinitos caminos de la niñez! ¡Cómo me gustaría ir con vos al cine; comer una barra gigante de chocolate tapadas con una frazada y por qué no, pelearnos otra vez con la absoluta convicción de que esa pelea no es más que una cuestión del momento, y que nada tiene que ver con el amor que nos tenemos! ¡Cómo me gustaría, pero ya es tarde! Ya es demasiado tarde. Solo digo tu nombre con mi último aliento y me juro a mí misma que donde sea que nuestra almas se vuelvan a encontrar, te voy a estar esperando para volver a abrazarte como antes.”
“Te quiero, hermana. Te quiero mucho. Te am...”
domingo, 28 de octubre de 2007
LA PALABRA (bienvenida).
..........Si le preguntamos al diccionario, seguramente nos prestará una artrítica definición que va a decir más o menos así: "Conjunto de letras asociadas para formar una entidad mayor destinada a dar nombre a algo". O tal vez, "mínima expresión del lenguaje con significado en sí mismo". Yo, prefiero dejar por ahora las convenciones lingüísticas a un lado, y tratar de, aunque más no sea rozar, si no es posible adentrarme, en el profundo y apasionante mundo de las desconvenciones. Posicionarme en ese lugar que está absolutamente por fuera de las normas sociales, de la razón y de las rígidas estructuras del lenguaje cotidiano, para desde ese sitio, que creo está un poquito más cerca de la verdadera esencia de las personas y de las cosas, descubrir una realidad diferente. Una realidad con más colores, con más sabores y por qué no, definitivamente más pura que esta práctica y funcional, aunque gris e insípida, que nos forzaron a aceptar en el momento mismo de nuestro nacimiento. Y desde aquí, la palabra abandona para siempre su prisión y se evapora y eleva, en un viaje que la posiciona por encima de las cosas y de las personas. Queda así al mismo nivel que las sensaciones y que los sentimientos, involucrándose de lleno con las cuestiones más puras del espíritu y embarcándose, en un maravilloso viaje sin retorno hacia lo divino.
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..........Es mi intención no ir solo en este viaje. Casi infinita es la cantidad de gente que cabe en este vagón imaginario, y casi infinitas son también los deseos que tengo de que vengas conmigo. Así que pues, la invitación está hecha. Las puertas estarán abiertas siempre para que puedas abordar o abandonar el viaje cuando lo desees.
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..........Buen viaje y bienvenido/a.