El vendedor de un comercio se encuentra atendiendo a un cliente, cuando se acerca una señora que no sacó número.
Se produce un diálogo más o menos como éste:
CLIENTE_ Disculpá, ¿te puedo hacer una preguntita?
Pidiéndole disculpas al cliente que está atendiendo, el vendedor responde.
VENDEDOR_ Si señora, dígame.
CLIENTE_ ¿Acá venden frazadas?
VENDEDOR_ Si señora, vendemos.
CLIENTE_ ¿Y cuánto salen?
VENDEDOR_ Tenemos varias marcas con diferentes precios. Van desde 200 hasta 800 pesos.
Nótese que si contamos la pregunta en la que pregunta si puede hacer una pregunta, la señora ya lleva 3 preguntitas. El vendedor, armado de amabilidad y paciencia, controla de reojo la cara del cliente que estaba atendiendo en primera instancia. Las preguntitas siguen.
CLIENTE_ ¿Y de dos plazas tiene?
VENDEDOR_ Si tenemos. Señora, si quiere más respuestas va a tener que sacar número.
CLIENTE_ ¿Dónde están los números?
VENDEDOR_ En la puerta señora.
CLIENTE_ Ah bueno... Una última preguntita. ¿Venden de a uno?
VENDEDOR_ No señora, solo vendemos por mayor. Seis unidades como mínimo.
CLIENTE_ ¿A no venden de a uno?
La mujer mira al vendedor con una cara entre extrañada y enojada. Se ve que no puede digerir el hecho de que haya comercios que solo le venden a otros comercios, y no a ella. Esto a pesar de que en el frente del local hay un cartel de 2 x 9 que reza en letras tan grandes como el cartel: ALMACEN MAYORISTA.
Sin que se le caiga al menos un tímido “gracias”, la mujer se da vuelta y arranca para la puerta. El vendedor retoma la atención del primer cliente, y a los 20 segundos nota una presencia conocida que vuelve a dirigirse hacia él. Si, es la misma señora que vuelve a la carga.
CLIENTE_ ¿Cuánto fue que me dijiste la de dos plazas?
No hay comentarios.:
Publicar un comentario
Diga sin miedo lo que piensa, acá no hay censura de ninguna clase. Le sugiero igual que impere el respeto, en caso contrario difícil que pase.