Todo comienza con una frase como ésta:
¿Tendrás una lapicera para prestarme que la dejé en el auto?
A partir de ahí la historia se repite casi sin excepciones. En realidad, la lapicera no la quieren para escribir sino para tachar de la lista lo que van comprando, o sea que mejor sería una goma. Pero bueno, el asunto es tener una lapicera.
El problema es que a medida que se desarrolla la compra, se ve que el aparato escritoril se va amalgamando de tal manera con su portador, que terminan siendo una sola persona. Y al final, sucede indefectiblemente lo que a continuación relato.
El cliente se levanta de la silla, se da media vuelta y se va.
VENDEDOR_ ¡Señor...! ¿Me permite la lapicera por favor?
De 10 lapiceras que me intentan robar, rescato 6. Las 4 restantes se escapan en un descuido. ¿Que le vamos a hacer?
¿Qué ocurre cuando las voces interiores son muchas, y encima mujeres?
ResponderBorrarwww.missotrasyyo.blogspot.com
¿Y qué va a pasar? Hablan todas al mismo tiempo, y ninguna escucha lo que dice la otra. Típico.
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