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martes, 18 de agosto de 2009

LOS HIJOS DE LA EVOLUCIÓN

Por Hernán Barrios

Los niños ahora viene más vivos que antes”, es la frase que campea a lo largo y ancho de nuestra sociedad actual. Y todos en mayor o menor grado, parecemos estar de acuerdo con dicha afirmación. Pero, ¿será realmente así? ¿Son los niños actuales más inteligentes que sus antecesores? Y de ser así, ¿a qué responde este fenómeno? ¿Será acaso una consecuencia natural de la evolución humana? ¿O esta presunta mayor claridad mental de los niños del 2000 en adelante, estará marcado por aportes externos como la influencia de la tecnología?



DECADENCIA DE LOS PADRES / DESCONTROL DE LOS HIJOS


Aparentemente, el fenómeno de la hiperactividad y viveza de los niños actuales, puede estar, entre otras cosas, estrechamente relacionado con el de la decadencia del papel de los padres en su crianza.


Está más que claro que el tiempo que los padres de hoy tenemos para dedicarle a nuestros hijos, no es el mismo que el que tenían para dedicarnos a nosotros, y mucho menos a nuestros padres. Esto hace que nuestros hijos, en la mayoría de los casos, pasen la mayor parte de su tiempo en escuelas de tiempo completo, absorbiendo conocimientos como esponjas secas, y relacionándose desde muy temprana edad, con niños de su misma edad. Obviamente que esto trae aparejado indefectiblemente, una mayor ingesta de conocimientos, habilidades y experiencias del niño, desde etapas muy tempranas de su desarrollo. No olvidemos que en muchos casos, dejamos a nuestros hijos en manos de maestras especializados, cuando aún no han alcanzado su primer año de vida.


Luego, cuando están en nuestra casa, la principal fuente de estímulos pasa sin lugar a dudas a ser ese aparato tan divino como maldito, que es la televisión. Y algo después, cuando su tamaño se lo permite, pasan a ser dueños y señores de la computadora, y ahí ya la ingesta de información se hace prácticamente ilimitada.


Si bien los padres no podemos privar a nuestros hijos de las ventajas que da la tecnología, porque sería como cercenar sus posibilidades de prepararse para competir en el duro mundo laboral que los espera, sí tenemos la obligación de filtrar los contenidos a los que acceden, ya que tanto en la televisión como en Internet, la información está en una misma bolsa a la que cualquiera tiene acceso, con escasas limitaciones.


O sea que en definitiva y en líneas generales, el hecho de que nuestros pequeños sean a corta edad bastante más despiertos que lo que éramos nosotros a esa misma edad, parece ser producto de las condiciones sociales a las que están expuestos, y no a otro motivo.



LA PIEL DE JUDAS


Pero claro, una cosa lleva a la otra. Como decíamos anteriormente, los niños tienen a muy corta edad muchos conocimientos generales, lo que los hace ser, entre otras cosas, más autosuficientes e independientes.


La gran mayoría de los padres nos quejamos porque nuestros hijos cada vez nos hacen menos caso, cada vez cuestionan más nuestras decisiones, y nos enfrentan cada vez con mayor soltura y liviandad. Vemos todo el tiempo cómo pequeñitos de 5 años o menos, los cuales no miden más de 60 cmts de altura, se enfrentan a sus padres con una seguridad digna de un campeón de peso pesado. Pero además de hacernos frente físicamente, nos retan además psicológica e incluso intelectualmente.


El tema de que los niños empiezan a tomar el punto a sus padres, –como se dice comúnmente- no es nuevo, y ha ocurrido siempre. En realidad creo que es inherente al ser humano el hecho de ir tanteando el terreno, para ver hasta dónde se puede ir, en lo que a límites se refiere. Y obviamente en los niños, como seres puros que son, esto se aprecia con mayor claridad. El problema es que parece que en estos tiempos, los niños no solo prueban todo el tiempo dónde los padres les ponen los límites, sino que tratan todo el tiempo de cruzarlos. Y parece que de hecho, los cruzan nomás.


Nuestros padres nos decían qué cosas podíamos y qué cosas no podíamos hacer, y esas cosas en líneas generales no eran negociables. Los límites que nos ponían no eran flexibles. Ahora parece ser que no ocurre lo mismo. Los límites que ponemos ahora son límites virtuales, y esto ya no tiene nada que ver con los hijos, sino con los padres. Cómo dijimos anteriormente, debido al medio en el que están inmersos, los niños son cada vez más perspicaces, y realmente muy pocas cosas escapan a su pequeña pero potente antena. Es por esto que se dan cuenta desde los pocos meses de vida, que los límites que los padres les ponen, no son para nada rígidos, y pueden ser modificados con un poco de ingenio y persistencia. Así por ejemplo, un niño que se encuentra ante la negativa de sus padres de dejarlo mirar televisión en un determinado momento, ha aprendido toda una batería de trucos y artimañas para lograr doblegar las barreras de sus padres, y conseguir su objetivo. Aunque de última, si no lo consigue con ingenio, llegará indefectiblemente al viejo y querido berrinche que todos alguna vez usamos, y los padres, con tal de no aguantarlos (ya que están ambos cansados después de un agotador día de trabajo), los dejan al fin mirar televisión. Y los límites van poco a poco, desapareciendo.



EL PAPEL FUNDAMENTAL DE LOS PADRES


Los padres no estamos solamente para cuidar que el niño no se lastime. Pareciera que algunos piensan que su tarea como padre es enseñarle a no meter los dedos en el enchufe, o a no bajar el cordón de la vereda. Pero éstos pequeños detalles son obvios y hasta si se quiere no inherentes a los padres en sí. Yo si voy por la calle y veo un niño de 3 años que ha bajado a la calle, lo agarro y lo llevo para la vereda; y no necesito ser el padre para hacer esto. Este ejemplo lo pongo para clarificar el hecho de que los padres estamos básicamente para otro tipo de cosas, que tienen más que ver con valores, y con reglas y costumbres tendientes a enseñarle al niño, una pacífica existencia en sociedad.


Hay herramientas que tienen que ser dadas por los padres, para que el niño pueda irse abriendo camino en la vida. En caso de que no sea así, el tránsito tanto por la niñez como por la vida adulta de este individuo, estará seguramente plagada de trabas y complicaciones de todo tipo. Estas herramientas tienen básicamente que ver con enseñarle a nuestros hijos sus derechos y obligaciones dentro de la sociedad, y con valores tales como respeto a sus semejantes, solidaridad, fidelidad, honestidad, sinceridad y responsabilidad. Solo con esto, menuda tarea nos atañe a los padres.



LA SOCIEDAD


Generalmente no tenemos conciencia de ello, pero con la educación de nuestros hijos estamos al mismo tiempo dando también forma a nuestra sociedad.


La sociedad es un ser vivo que está en constante cambio. Algunos dicen que está en constante evolución, pero yo prefiero abstenerme de usar ese término, porque lo considero demasiado subjetivo. El ser que estamos formando tendrá en mayor o menor medida, un papel activo dentro de ella, y no parece muy responsable de nuestras parte dejar dicha tarea librada al azar.


Nuestro hijo quizás se gane la vida con una profesión que no conlleve demasiado influencia sobre el resto de las personas, como por ejemplo un oficio. Pero que tal si en lugar de ello, es maestro o profesor. El bagaje de valores que tenga lo va indefectiblemente a transferir a sus alumnos, y eso ya es mucha influencia. Ni que hablar si de él dependen decisiones que abarquen a más gente, como por ejemplo si es senador o Presidente de la República.


Los episodios de violencia que vemos actualmente en la sociedad, son justamente producto, entre otras cosas, de niños que han crecido sin unos padres que les marcaran el rumbo, y les enseñaran al menos los valores sociales mínimos. Ahora, el por qué esos padres no han cumplido con sus obligaciones básicas, es harina de otro costal, y tema seguramente de otro artículo.






1 comentario:

  1. bueno, a mí me llegó el video del forro gallego este. en fin, un tipo que viene de un país en donde se matan a bombazos unos a otros pretende darnos lecciones de como criar a nuestros sudaquitas...

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Diga sin miedo lo que piensa, acá no hay censura de ninguna clase. Le sugiero igual que impere el respeto, en caso contrario difícil que pase.